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Chile Top Secret: el libro que revela las acciones del agente de la CIA que no quería un golpe en Chile Continúan las sagas de la historia chilena

Chile Top Secret: el libro que revela las acciones del agente de la CIA que no quería un golpe en Chile

«Chile Top Secret» último libro del periodista Carlos Basso, reúne nueve historias reales acaecidas en medio de la Guerra Fría en Chile, abarcando las vidas de personajes como Michael Townley y Walther Rauff, y relatando historias como la pugna de Jaime Guzmán con Manuel Contreras, o el intento por matar a Fidel Castro en Santiago, en 1971.


Chile Top Secret, último libro del periodista Carlos Basso, reúne nueve historias reales acaecidas en medio de la Guerra Fría en Chile, abarcando las vidas de personajes como Michael Townley y Walther Rauff, y relatando historias como la pugna de Jaime Guzmán con Manuel Contreras, o el intento por matar a Fidel Castro en Santiago, en 1971.

Una mezcla de historias de espías internacionales, agentes de la DINA y nazis, teniendo todos ellos como trasfondo a Chile, salvo el último capítulo, forman parte del nuevo libro (el undécimo) del periodista y profesor de la Universidad de Concepción Carlos Basso, Chile Top Secret (Aguilar), quien salió a la venta la semana pasada.

Al respecto, el autor señala que este libro “son nueve historias reales ocurridas en el pasado reciente de Chile, algunas de ellas ya publicadas en medios como El Mostrador, aunque ahora corregidas y aumentadas, y otras inéditas, como la minibiografía de Michael Townley, o el bonus track que hay al final, un breve capítulo donde se cuenta cómo dos espías íntimamente vinculados a la vida política chilena, uno de la CIA y otro de la KGB, estaban a su vez muy relacionados, de uno u otro modo, con las investigaciones relativas al homicidio del presidente de EEUU John Kennedy, pues ambos se presumía que podían haber tenido algún grado de contacto con Lee Harvey Oswald”.

Carlos Basso

Del mismo modo, agrega, en este libro de presenta también una breve biografía del nazi Walther Rauff, que a juicio de Basso “es la síntesis más completa que se ha escrito respecto de esa figura, pues incorpora todos los últimos antecedentes que han aparecido a su respecto en la documentación desclasificada británica, estadounidense y alemana, la que muestra a un personaje extremadamente versátil, que trabajó para diferentes servicios de espionaje incluso estando en Chile y que, a la luz de testimonios que me entregaron ex colonos de Colonia Dignidad, habría sido un estrecho colaborador de ese enclave, entre otros antecedentes”.

-¿Cuál es, a tu juicio, la historia más importante de todas las que contiene el libro?

-No sé si es la más importante, pero a mi juicio la más increíble de todas, y que contiene un tremendo trasfondo humano, es la de Henry Hecksher, el jefe de la CIA en Santiago que en 1970 se opuso a que se produjera un golpe de Estado destinado evitar que Salvador Allende asumiera como presidente.

Hecksher era un hombre de extrema derecha, un anticomunista rabioso y un golpista también, que había sido condecorado por el rol clave que cumplió en el golpe que en 1954 derrocó al socialista Jacobo Arbenz en Guatemala. En septiembre de 1970, y es algo que se ha recordado mucho estos días a consecuencia de su fallecimiento, Agustín Edwards viajó a Washington y como resultado de ello el presidente Richard Nixon ordenó a la CIA que creara una Fuerza de Tareas, que evitara que Allende asumiera como presidente. Esa Fuerza de Tareas rápidamente declinó la opción pacífica y se concentró en la militar, enviando una serie de instrucciones a las que Hecksher se opuso tenazmente.

-¿Sentía acaso alguna simpatía por Allende?

-De ningún modo. Es simplemente que Hecksher era un profesional de la inteligencia y, como tal, creía que la visión catatrofista que había en Washington sobre un eventual gobierno de Allende estaba equivocada. Hay varios documentos donde lo deja claro, así como hay varios oficios enviados a él desde el cuartel central de la CIA, donde en buenas cuentas le dicen que se deje de alegar y que haga lo que le ordenan, lo que le reiteran a inicios de octubre, cuando lo llaman a Washington y le leen la cartilla.

Por cierto, Hecksher no dejó de opinar y por ello al final fue marginado de la parte decisiva plan de golpe de Estado que consideraba el secuestro del general Schneider, idea absurda que él mismo había advertido que terminaría “en un baño de sangre”, como lamentablemente sucedió. Luego de ese crimen innecesario y de que Allende asumiera, Hecksher fue llamado a retiro, sindicado como “socialista” y acusado en Washington como “el responsable” de que Allende gobernara.

Murió a inicios de los 90, aquejado de demencia y paranoia, sin haberse casado ni dejar descendencia. Me parece que es una historia súper poderosa, de mucho contenido humano y de muchos bemoles morales. Es una película perfecta.

-En el capítulo sobre Jaime Guzmán aparece mencionado un documento norteamericano que sugiere que la DiNA infiltró al FPMR para matar a Jaime Guzmán. ¿Qué hay de cierto en eso?

-Lo que es cierto, pues existe y es comprobable, es el documento que se menciona. Ese texto efectivamente fue enviado desde Santiago a Washington cerca de un mes después del crimen del senador Guzmán y está casi completamente censurado, pero de lo que queda, se menciona aquello, sin mayor contexto, aunque pareciera ser parte de una conversación que algún agente de inteligencia de EEUU sostuvo con alguien que estaba en posición de conocer esos antecedentes. Ahora bien, ese documento es concomitante con lo que señaló el año pasado la hermana de Jaime Guzmán, Rosario, en una extensa carta abierta que publicó en La Tercera. Cuando estaba preparando este libro me comuniqué con ella, con el fin de pedirle más antecedentes al respecto, pero luego de consultarlo con sus hijos, doña Rosario me comunicó que no se referirían más al tema. Lo que sí queda en evidencia en el capítulo relacionado con Jaime Guzmán, en mi libro, es que el enfrentamiento que tuvo con Manuel Contreras fue muy duro y que el ex jefe de la DINA hizo todo lo que pudo por difamarlo, no solo en Chile, sino también en el extranjero.

-También se señala que hacia el final de su mandato Augusto Pinochet estaba en abierta contradicción con Estados Unidos…

-Así es. Si bien EEUU apoyó con entusiasmo a Pinochet al inicio de la dictadura, incluso proveyendo entrenamiento de parte de la CIA hacia la DINA, las violaciones a los DDHH fueron mermando ese apoyo, el cual comenzó a decaer mucho más luego de episodios como el crimen de Orlando Letelier y el caso quemados, donde fue asesinado el joven fotógrafo Rodrigo Rojas, que tenía nacionalidad estadounidense, a inicios de julio de 1986, lo que significó una presión muy fuerte de Washington hacia Pinochet. Poco más de un mes más tarde, cuando se produjo el atentado del FPMR en el Cajón del Maipo, Pinochet quedó convencido de que los autores del mismo eran militares disidentes o la CIA, y esa última idea seguía rondando en su cabeza hasta 1987, al menos, como lo dicen los documentos desclasificados.

-Llama la atención que no hayas tocado el tema de Colonia Dignidad, que es algo sobre lo que has escrito mucho en los últimos años, considerando además que hay muchos documentos desclasificados sobre ella a contar de la entrega de sus archivos de inteligencia por parte del juez Jorge Zepeda.

-Lo que pasa es que estoy preparando un libro sobre la colonia, con parte del material que he publicado en los últimos tiempos en medios como este diario, el cual justamente tiene como columna vertebral las 46 mil fichas de inteligencia entregadas por el juez, cuya sola lectura me tomó un año. Ese libro debería publicarse en 2018 y explicará el mundo real-maravilloso de esta entidad que, como lo ha explicado el abogado Hernán Fernández, tenía tres dimensiones simultáneas, pues al mismo tiempo era una secta, una asociación criminal y una agencia de inteligencia, que colaboraba con otras agencias de inteligencia como la DINA, cuya sede sur estaba en Parral, pero que además fichaba a los integrantes de la DINA, aunque se aliaba con esta en su pugna en contra de los miembros del Servicio de Inteligencia Militar (SIM); que fichaba desde generales a prostitutas; que seguía y fotografiaba a quienes consideraba sus enemigos; que infiltró agentes suyos en el movimiento rosacruz y que, quizá lo más desconocido, era parte fundamental del tráfico y producción de armas en Chile, América y el mundo.

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