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Autora de novela gráfica sobre abuso sexual: «Como sociedad debemos aprender a no pasar a llevar la libertad del otro» La autora, conocida como Natichuleta, es estudiante de diseño gráfico

Autora de novela gráfica sobre abuso sexual: «Como sociedad debemos aprender a no pasar a llevar la libertad del otro»

«No abuses de este libro», de la joven ilustradora Natalia Silva, es la historia de una niña agredida en su propia casa, amenazada por alguien de su círculo más cercano. La protagonista de la novela es víctima, puertas adentro, de un viejo verde, y ni siquiera la heroína Superchuleta logra protegerla. La salvación llegará, finalmente, aunque para ello la protagonista deba hacer su propio y personal camino.


Natalia Silva (Santiago, 1993) es una mujer valiente. Ha publicado un libro, titulado No abuses de este libro (Ediciones B), donde cuenta la historia de Tina, una niña que sufre un abuso sexual desde muy pequeña, a manos de un pariente, en su propia casa. Pero además esta joven de 23 años, que estudia Diseño Gráfico en la UDP, conocida como Natichuleta, es una artista talentosa. Porque su libro impacta, tanto por su historia como por sus imágenes.

Aquí desfilan los protagonistas de la niñez de Tina: su padre, su madre, quienes se separan cuando ella es pequeña, y el nuevo conviviente de su madre, que es su futuro abusador. También está «Superchuleta», una heroína que, por desgracia, no la podrá salvar del maltrato.

Porque esto no es Hollywood, sino la vida real. Donde la mamá de Tina, después de enterarse de los abusos, se separa para luego volver con el abusador… con el aval de una sicóloga que «no encuentra tan graves» los hechos. Donde un profesor ignora el abuso, «porque aquí solo nos importan las notas». Donde finalmente la justicia se materializa «en la medida de lo posible»: no habrá cárcel, sino una indemnización y una orden de alejamiento.

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La historia de Tina

Tina tiene siete años cuando sus padres se separan. Su padre pronto tiene una nueva pareja, Susana. Y también su madre conoce a alguien, «R.», un hombre que a Tina le disgustará desde el principio. El abusador, el único personaje del libro que no tiene un nombre completo, sino apenas es una letra.

«Traté de hacer una metáfora de que el abusador puede ser cualquier persona», explica Silva. «Mujer, hombre, de cualquier clase social y en cualquier lugar. Mucha gente cree que el abuso sexual es como obligatorio en ciertos lugares, y no es así. Lamentablemente puede pasarle a cualquiera en cualquier lugar».

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R. parecía un tipo modelo para todos. «Menos para mí», cuenta Tina. «Había algo en él que no me gustaba». Pronto se irán a vivir, todos juntos. Y una noche, R. la irá a buscar de noche, a clases de ballet, porque su madre trabaja hasta tarde. «Nos vamos a quedar un ratito solos, tu mamá llega en la noche», le dice. Y en casa, le pedirá «un abrazo», «un abrazo rico». Y así le faltará el respeto por primera vez.

Más adelante, le dirá que sus cariños son «nuestro secreto, no le digas a nadie». Y Tina se preguntará: «Si es solo cariño, ¿por qué me siento tan mal?».

Pasarán cuatro años, con distintos tipos de maltrato. Hasta la llegada de la pubertad y de un corte en las muñecas. Entonces la historia saldrá a la luz.

Una cabecita machista

No abuses de este libro pone su granito de arena para hablar de un tema incómodo, tabú y, sin embargo, recurrente: en América Latina cada año dos millones de niños son abusados, nos recuerda Silva en su libro.

«Creo que es porque aun vivimos con esa cabecita machista donde justificamos todo lo que te puede dañar sexualmente», reflexiona. «Si nos violan es culpa de la minifalda que estábamos usando. Si abusan de nosotros, estamos exagerando la situación. Si le pasa a un niño hombre, no le creemos, porque creen que solo a mujeres les pasa esto».

Y aunque cree que «hemos avanzado mucho el último tiempo y de a poco estamos abriendo los ojos», igualmente estima que «falta un largo camino que recorrer».

¿Cómo prevenir el abuso? «Creo que la educación sexual para el niño es paso obligado, pero no nos quedemos solo en eso, porque el niño puede tener una educación sexual increíble, pero el abusador es tan manipulador que te puede convencer de que lo que esta haciendo es solo cariño o que, si le dices a alguien, tu mama se va a enojar mucho», responde.

«Creo que hay que educarnos como sociedad, aprender a no abusar, a no pasar a llevar la libertad del otro», dice. «No solo sexualmente, sino en la vida. Y eso se debería aprender desde los colegios, con cosas tan simples como que no molesten a un compañero».

De diario a novela

Como es lógico, en este libro se notan las influencias de los referentes de Silva, seguidora, entre otros, de la rusa Vera Brosgol (El fantasma de Anya), la estadounidense Lucy Knisley, y la pareja italiana Alessandro Barbucci y Bárbara Canepa (Skydoll).

Sin embargo, el detonante de su novela gráfica fue la iraní Marjane Setrapi, autora de Persépolis. «Vi la película y leí la novela a los 16 y acto seguido empecé a escribir mi diario, que hoy es el libro».

«La novela se impulsó más o menos sola, porque nació como un diario de vida ilustrado cuando tenía 16 años», cuenta. «Esa versión se la mostré a mi papá y él, que sabe harto del comic y de diseño gráfico, me dijo ‘esto podría ser una novela gráfica’. Y así fue evolucionando –y mucho–, a tal nivel que ya no es mi historia sino la de Tina».

Si bien el libro está dirigido a personas que han sufrido abuso, también es una forma de poner el tema en la mesa con los niños, porque esta escrito de una forma en que lo pueden entender, asegura la autora.

«A las personas que lo minimizan, busco que abran los ojos», agrega.

Silva confiesa que el principal desafío, al momento de escribir, fue separarse de su propia historia. «Como fue un trabajo de siete u ocho años, fue muy difícil escribir y dibujar lo que me había pasado una y otra vez», confiesa. «Al final cambiando la personaje y situaciones y nombres pude sacarlo bien de mi sistema».

¿Se puede sanar una persona que ha sufrido este flagelo? «Yo creo que no se puede curar al 100%, y ese es el tema, ¿no?», responde. «El abuso sexual es tan fuerte que te queda toda la vida. ¡Y aún así hay gente minimizando!».

De todas formas, le gusta creer en lo que hizo con la novela. «Escribir me sanó mucho. Hablarlo me sanó un 90%. Yo creo que sí se puede canalizar la pena y la rabia en algo positivo. Para mí fue la ilustración, a lo mejor para alguien es el deporte o demandar al abusador».

Las reacciones han sido, por lo demás, positivas. Entre sus cercanos, «me he sentido súper apoyada y feliz». Y los lectores también han hecho lo suyo.

«Estoy súper sorprendida porque me han llegado mails y mensajes por Twitter y Facebook de personas que también les pasó y cómo el libro los hizo sentir menos solos», dice contenta sobre un libro cuya última idea es «invitar a la gente a hablar».

 

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