Publicidad
«Desaparecido en Concepción»: la novela negra inspirada en el caso Matute Johns El protagonista es Antonio Castell, un periodista de la vieja guardia policial

«Desaparecido en Concepción»: la novela negra inspirada en el caso Matute Johns

Héctor Cossio López
Por : Héctor Cossio López Editor General de El Mostrador
Ver Más

En esta novela, que se enmarca dentro de lo más clásico del género de intriga policial, el periodista Carlos Basso incorpora secuencias reales de la historia del joven universitario desaparecido en noviembre de 1999 con otros casos policiales, para escribir una trama en que el poder y la violencia se mezclan para consagrar la impunidad. A la vez, también, es una suerte de homenaje a un periodismo en extinción, ese que buscaba las buenas historias en el submundo de la crónica roja, donde otros no se atrevían ni a meter las narices.


La historia transcurre en Concepción. La víctima es un joven universitario que se convierte a los pocos días en el primer desaparecido en democracia. En el desarrollo se conjuga la desesperación de una madre por encontrar a su hijo y entender qué ocurrió y la zona gris, ese espacio donde el bien y el mal, la policía y la mafia, la justicia y la impunidad, se mixturan y confunden hasta impregnar la realidad con un manto de duda que desdibuja las posibles causas simples de un crimen perpetrado por jóvenes y la malignidad profesional de un encubrimiento.

portada-desaparecido-concepcionEn días, donde el caso por la desaparición de Jorge Matute Johns vuelve a la escena pública tras la declaración de incompetencia del ministro en visita Jaime Solís y la posibilidad de que la nueva ministra Carola Rivas también deje el caso, el libro del periodista Carlos Basso Desaparecido en Concepción (Ed. Aguilar, 2014) viene a resfrescar, de alguna manera, esos días de noviembre de 1999 cuando se reportó por primera vez la desaparición de un joven que fue a una discotheque local y nunca regresó, convirtiendo ese hecho en uno de los enigmas policiales que persevera hasta nuestro días.

Pero el libro de Basso no es una investigación periodística. Es una ficción que se nutre de múltiples casos policiales, que rinde culto a la novela negra, pero cuyos pasajes y escenarios, como expresa el mismo autor, no están escritos en sueco, haciendo referencia a la trilogía Millenium de Stieg Larsson, si no en español de provincia, donde la atmósfera se oscurece, de tanto en tanto, por la gruesa lluvia que se deja caer en Concepción y que en el libro se ironiza al decir que en la ciudad no llueven gotas sino «elefantes».

Aunque el libro está inspirado claramente en el caso Matute, pudiendo el lector reconocer episodios calcados a la realidad con hipótesis que, en los hechos verídicos aún no han sido descartadas, Desaparecido en Concepción es un retrato de una época en el que el periodismo se concentraba en la búsqueda de buenas historias, especialmente las catalogadas como de crónica roja, donde el reportero accedía al bajo mundo, a la miseria humana y a los mayores actos de bondad, sin mayores restricciones que su propio olfato, en el que los límites los establecía el pudor natural y el sentido común.

Basso«En dicho aspecto, esta novela tiene un sentido de rescate, de contar esas aflicciones y esas grandezas, de relatar cómo se movía el mundo policial y judicial chileno, de retratar el lenguaje de los detectives, las estratagemas de los abogados penalistas, de los periodistas, el sufrimiento de las víctimas», dice Basso, haciendo una comparación tácita entre el periodismo policial de la vieja guardia y su reemplazo contemporáneo por el de «Seguridad Ciudadana», donde las víctimas pasan a ser datos y las historias, estadísticas.

En la novela, en la que el rastro del desaparecido Andrés Gómez se pierde en la discotheque «La Polilla», los protagonistas son tres: Antonio Castel, el periodista que descubre el caso y cuenta la historia; Santa María, el director del diario que dotado de un sarcasmo excepcional -muy parecido al que acompañó toda su vida a Manuel Vega Olivares, uno de los grandes del periodismo policial chileno- trasmite humanidad y coherencia por las venas; y Prado, un zorro detective de homicidios.

Con este triumbirato de personajes en juego, que se distinguen por la soledad personal que los envuelve y el espíritu trabajólico de cada uno, la historia se desarrolla como un espejo de la realidad. Recrea la tensión periodística por la exclusiva, que no es otra cosa que la publicación de una información importante antes que otros medios y que en rigor no importa nada salvo por la mezquina, adictiva y efímera sensación de triunfo que solo comprenden los periodistas; la complejidad en que puede tornarse una simple investigación policial por un homicidio común cuando se insertan baterías de pistas falsas; y la angustia de una familia al confirmar que la justicia, en lugar de aclarar los hechos, la mayoría de las veces se enreda. Todo ello bajo un manto de poder, que actúa en las sombras, con precisión quirúrgica.

«No se pierda mi amigo», le aconseja en el libro un astuto cura a Castell. «El origen de este caso, el crimen, es muy simple. Lo que es complejo es la forma en lo que lo están encubriendo», le advierte.

«En lo específico sobre el caso Matute, que cubrí desde el primer día -fui el primer periodista en escribir sobre él-  y que implicó que con un colega publicáramos un libro periodístico al respecto el 2001 ( Los enigmas del caso Matute Johns: un crimen sin nombre), la idea de ficcionar basándome en este y otros crímenes, deviene de que es un hecho que le llega a todo el mundo, porque se trata del peor terror de cualquier padre: perder a un hijo, peor si es en circunstancias criminales. Es un tema que toca a cualquiera, que es universal, y un tópico evidentemente interesante desde el ámbito de la ficción», remarca el periodista, autor de otros dos exitosos libros de investigación periodística: América Nazi y La Cía en Chile, siendo por este último libro nominado al premio Altazor en Artes Literarias, categoría Ensayo y escrituras de la Memoria.

 

 

 

 

 

Publicidad

Tendencias