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«Es crucial ante el cambio climático que tengamos un entrenamiento con perspectiva de género» Investigadora Úrsula Oswald, parte de «Transformation 2019»:

«Es crucial ante el cambio climático que tengamos un entrenamiento con perspectiva de género»

Fue la primera presidenta de vulnerabilidad social en la Universidad de las Naciones Unidas. Desde ahí y en su actual trabajo académico en México, la profesora Oswald llega a nuestro país como parte de la Conferencia Transformación 2019 «Aprendiendo de la acción y pensamiento transformadores», para ahondar en la relación de género y vulnerabilidades ante este fenómeno social.


Las relaciones sociales, la seguridad humana, de género y ambiental, la adaptación y la resiliencia a los desastres asociados con el cambio climático y la vulnerabilidad social y ambiental. Estos son los temas de investigación de Úrsula Oswald, profesora del Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la Universidad Nacional Autónoma de México y coordinadora el Departamento de Género y Equidad.

La académica mexicana es parte de los más de 200 investigadores de todo el mundo que estarán en el país para ser parte de la Conferencia Transformación 2019 «Aprendiendo de la acción y pensamiento transformadores», cita global que se inicia este miércoles 16 de octubre en la Universidad de Chile.

Como relata la experta, “cuando empecé a estudiar desastres en México, me llamó la atención intuitivamente por qué había tantas mujeres que se mueren”. Primero, recuerda, en el terremoto del ‘85, después, en ciclones y huracanes.

Fue luego cuando se aproximó a la experiencia del ciclón Gorki en Bangladesh en 1991 que esta idea ya estaba más clara: “se murieron 140 mil personas, de las cuales eran 14 veces más mujeres que hombres. Ahí dije: ‘aquí hay un problema grave’”.

En el marco de su labor en la Universidad de las Naciones Unidas en Bonn que ocurrió el tsunami de Indonesia. “Ahí precisamente puede hacer investigaciones en campo y averiguar qué pasó y por qué. Fue muy interesante ver el problema de las condiciones de las mujeres en las cuales nos hemos socializado, por una parte, pero también las cuales estructuralmente nos han asignado, como cuidar a los demás, estar al servicio de los demás, etc.”.

En el tsunami, recogió diversos testimonios al respecto. “Mucha gente decía: ‘no, mi mamá me salvó y se fue corriendo a salvar el abuelo, el perro, y murió porque se la llevó la ola”.

Fue en ese mismo periodo que tuvo la oportunidad de relatar estos hechos ante personeros de organismos internacionales como el Banco Mundial y la Cruz Roja Internacional: “nadie se había percatado que estaba este problema. No, es que traen pelo largo, que no saben correr, que traen sari”, o sea, explica la profesora Oswald, “la gente no analizaba cuáles eran los problemas”.

¿Cómo se despliega esta desigualdad de género poco observada?

Con esta experiencia, empezamos a mostrar cómo las mujeres tenemos menos condiciones de igualdad y de equidad en el trabajo y en las relaciones de poder. Hay muchísima más vulnerabilidad cuando son pobres. O sea, pobreza, indígena y mujer, son factores y cuando lo pones todo -encima migrante- puedes estar seguro que la vulnerabilidad se cuadruplica.

Otro ejemplo. Estaba de sabático cuando ocurrió un huracán destructor en Tacoblan, y el gobierno de Filipinas me pidió apoyar y ahí encontramos otro dato muy interesante: después de un huracán importante como este, un año más tarde se mueren 15 veces más bebés niñas que bebés varones. Claro, la gente nunca se había percatado y nosotros lo vimos con actas de defunción, o sea, datos absolutamente objetivos.

A la hora de preguntar a las personas decían: “no, es que pensábamos que la bebita tenía capacidad de vivir con menos comida”, porque claro, después de un huracán hay mucha necesidad. Pero bajaron en la alimentación de la bebé y curiosamente no la del bebe. O sea, ahí empieza.

Fue ahí que empezamos a meter la perspectiva de género para prevenir desastres, para apoyar y para, obviamente, colaborar en todo lo que es necesario antes, durante y después de un desastre o evento extremo.

¿De dónde viene esa desigualdad que recae en vulnerabilidad?

Esto es muy importante: las mujeres no somos vulnerables, sino que tenemos mucha capacidad y fuimos socializadas para cuidar a los demás y eso nos hace de algún modo muy vulnerables.

Este es un tema que yo diría que es súper crucial y hay que discutirlo si queremos evitarlo.

A fines del ‘70 principios de los 80’, hice una investigación denominada “Estrategias de supervivencia en la Ciudad de México”. Fue la primera vez que realmente vi cómo las mujeres eran capaces de resolver problemas de migrantes que venían de las zonas rurales más atrasadas, cómo en muy poco tiempo lograron dividirse el trabajo, coordinarse. Nosotros en la universidad tuvimos la oportunidad de formar un grupo como maestras de guarderías y pudimos certificarlas. Hoy en el DF llevamos más de 3600 escuelas así, con mujeres de los barrios más pobres que logaron cambiar el sistema porque en estas colonias no había ni un kínder ni una guardería ni nada.

¿Qué desafío le imprime esto a la visión que tenemos del cambio climático y sus fenómenos asociados?

Necesitamos enfatizar mucho más en autoridades locales. Hasta ahora la protección civil, por lo menos en México y lo he visto en otras partes de Centro América y Asia, normalmente está en manos de exclusivamente hombres. Creo que necesitamos mezclar los equipos para que tuviéramos la posibilidad que tanto hombres como mujeres estuvieran en estos cargos y mutuamente se enriquezcan en poder hacer una estrategia eficiente en términos de adaptación, y sobre todo en términos de reducción de desastres.

Esto significa que necesitamos empoderar a las mujeres de manera muy específica porque ellas son cruciales para la supervivencia de comunidades, por lo tanto es crucial ante el cambio climático que tengamos un entrenamiento con perspectiva de género.

¿Cómo se está haciendo el abordaje de este fenómeno en la región?

Yo veo simplemente que la adaptación que se hace por parte de los gobiernos en América Latina es todavía mínima. O sea, la adaptación de arriba para abajo es simplemente muy deficitaria. En México y Centro América, lo que sí ha funcionado mucho más es el desarrollo comunitario, es la capacidad de los propias comunidades y sobre todo líderes mujeres que se empiezan a empoderar.

Usted ha hablado de resiliencia, mitigación y adaptación. ¿Cómo es que debemos incluir el concepto –y aplicarlo- de transformación en general

Necesitamos frente a las emergencias. No podemos seguir como vamos, por qué razón: los eventos ya no son lineales, sino que son impredecibles, son caóticos, por tanto, pueden ser de muchas salidas, entonces esto nos obliga en un momento dado a encontrar transiciones que nos llevan hacia potencialidades donde podemos anticipar diferentes eventos que pudieran ocurrir en un momento dado para poder reducir los daños y los problemas.

Esto nos obliga a un pensamiento una educación anticipatoria en el cual nunca nos han educado. Hemos sido educados en aprender lo que otros habían aprendido, pero anticipar nuevas condiciones que no habían ocurrido, no. Ahí precisamente las mujeres tenemos también un potencial muy importante en participar, porque estamos más directamente vinculadas a cosas muy concretas.

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