Publicidad
BBC News Mundo
«Le pidió a una amiga y a su novio que la golpearan» para culpar a su expareja: el trágico submundo de las denuncias falsas de violencia doméstica BRAGA

«Le pidió a una amiga y a su novio que la golpearan» para culpar a su expareja: el trágico submundo de las denuncias falsas de violencia doméstica

«Es el caso más maquiavélico con el que me he encontrado», comenta desde España la abogada especializada en derecho penal.


«Era una pareja a la que había ayudado para que su separación fuese de mutuo acuerdo», recuerda.

«Ella era una chica joven y muy preparada, que nunca logró superar la infidelidad de su pareja. A lo largo del proceso, me pude dar cuenta de que había desarrollado un odio atroz en contra de él«.

«Un día me llamó y me contó que él la había golpeado y que quería que la representara».

Según le dijo, la paliza había ocurrido horas antes y la abogada se dirigió al juzgado donde se encontraba la mujer dando su testimonio.

Quedó impactada por el estado de la joven: tenía un collarín ortopédico, un codo dislocado, la cara casi desfigurada, un ojo cerrado con un hematoma.

«¡Qué barbaridad. Cómo te pudo haber hecho eso!», le preguntó.

El hombre era interrogado en otro cuarto, al cual la abogada también tuvo acceso.

«Alicia, tú sabes que yo no pude haber hecho eso«, la interpeló.

«Eso me estremeció», recuerda.

Pero lo que descubriría después, la perturbaría aún más.

El secreto

La mujer afirmaba que su excompañero había ido a la casa donde ella vivía y la había golpeado.

Cámara de circuito cerrado

Después, aseguraba, él se fue y ella fue auxiliada por su mejor amiga y el novio de esta última.

En efecto, cámaras de circuito cerrado externas mostraban al hombre entrando en la casa de dos pisos y saliendo poco después.

De acuerdo al relato, la amiga y su novio se encontraban en el piso superior y cuando la clienta de Alicia bajó a abrir la puerta lo hizo sola.

La abogada recuerda que le contaron que al rato la amiga y su novio esucharon a la mujer gritar, bajaron para ver qué pasaba, la encontraron golpeada y se fueron los tres al hospital.

El personal médico activó el protocolo en ese tipo de casos y le avisó a la policía.

Tras ser dada de alta, fue derivada a un juzgado, donde presentó la denuncia.

La policía arrestó inmediatamente a su expareja y una orden de alejamiento fue emitida.

Pero había algo que no terminaba de convencer a Alicia, quien ha ejercido el derecho por más de una década.

Su sospecha no se basaba únicamente en lo que le dijo el acusado y en su experiencia con él durante el proceso de separación.

«Es que llegar a ese nivel de agresividad no era lógico», me dice.

Tenía que haber algo más.

Intuía que la amiga de la denunciante escondía algo.

Sombra de un hombre

Y no se equivocaba. Cuando salían del juzgado, la joven no aguantó y le contó el secreto.

«Me confesó que mi clienta le había pedido a ella y a su novio que la golpearan».

«Lo hicimos nosotros. Nos costó muchísimo pegarle. ¡Imagínate, es mi amiga!’, me dijo».

La abogada decidió retirarse del caso.

«Le dije a mi clienta que no podía colaborar con que una persona inocente fuese enviada a prisión (…) y le aconsejé que desistiera de continuar con la denuncia«.

La mujer entendió su decisión, pero no siguió su consejo y el caso pasó a manos del ministerio fiscal.

«Hasta el último minuto ella aseguró que él la había golpeado. Nunca paró, lo quería ver en prisión».

Y lo logró.

El hombre fue condenado y enviado a la cárcel.

La amiga fue llamada a declarar, pero no lo hizo argumentando que «no había visto nada».

«Su novio sostuvo lo mismo».

Lo que realmente pasó

La abogada me cuenta que el día de la agresión, el supuesto autor llegó a la casa de su expareja a buscar al hijo de ambos, como habían acordado, pero, de hecho, nunca la llegó a verla.

«Para llegar a la puerta del dúplex había unas escaleras», prosigue.

Escaleras

«Cuando él llegó, ella le gritó que no subiera porque no le iba a dar al niño, que se fuera (…) Estuvieron discutiendo así varios minutos, ella arriba y él abajo, con las escaleras de por medio».

«No te vas a llevar al niño, le dijo, y le cerró la puerta» y «para evitar problemas él decidió irse». Pero la alcanzó a ver muy velozmente y en buen estado.

«Ella había calculado todo al milímetro», indica la profesional.

Después vendría la golpiza y sus amigos la llevarían al hospital.

El niño, señala Alicia, no vio lo que sucedió. Aunque se encontraba en la casa, estaba totalmente aislado.

Posteriormente, otra amiga fue a hacerse cargo de él.

Cuando le pregunté si había intentado decirle a la fiscalía lo que le había confesado la amiga, me dijo que no podía.

«(Como abogada) Tengo el deber de confidencialidad con un cliente y no puedo decir lo que una persona me ha confiado (en secreto) en el ejercicio de mi profesión», me explicó.

«Lo más ético era retirarme y aconsejarle a la mujer que dijera la verdad».

Cuando el hombre salió de prisión (después de aproximadamente seis meses), gran parte de su mundo se había desvanecido y decidió irse del país.

Extremadamente inusuales

Al hablar de denuncias falsas de violencia doméstica, expertos y policías de diferentes países consultados por BBC Mundo son enfáticos: son excepciones, extremadamente inusuales y en términos numéricos son ínfimas, sobre todo si se comparan con los casos reales que afectan a miles y miles de mujeres -y en mucho menor grado a hombres- en todo el mundo. Casi siempre los afectados son hombres.

En España, el país en que se centra este artículo, en 2017 se interpusieron 166.260 denuncias de violencia de género y se iniciaron 23 causas por denuncia falsa. Y como puede verse en la tabla de abajo, en 2012 -que fue un año récord- se registraron 17 acusaciones falsas de un total de 128.543. Apenas un 0,013%.

Pero aunque sean excepcionales, existen, y pueden tener consecuencias devastadoras tanto para los acusados como para las víctimas de abusos reales.

«Son denuncias peligrosas porque buscan corromper un sistema que fue diseñado para proteger a las víctimas y castigar a los maltratadores y no para ser usado con otros fines», indica desde Madrid, la psicóloga clínica Paula Ronco Cardoso.

Dos anillos y el martillo de un juez

Ronco reconoce que los casos que ha conocido «son excepciones muy puntuales», que se han dado en el marco de un divorcio o cuando hay la intención de iniciar uno.

En ese proceso, advierte, «se despiertan muchas emociones» y a veces se desata una «competencia salvaje».

«El ‘te voy a ganar’, ‘te voy a quitar todo lo que tienes (incluyendo los hijos)’, (…) ‘haré todo lo necesario y más para arruinarte la vida’ son sentimientos de venganza que aparecen para amortiguar el trauma, los sentimientos de frustración» porque la relación no funcionó.

«Las personas que crean este tipo de denuncias, tanto mujeres como hombres, están cegadas. Lo que están buscando es ‘destruir’ a la otra persona. No son conscientes de lo que significa esta denuncia falsa», que en muchos países, incluyendo España, está tipificado como delito.

 

 

Publicidad

Tendencias