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La deuda de la televisión: a Vértigo le faltan clases de educación sexual Yo opino

La deuda de la televisión: a Vértigo le faltan clases de educación sexual

Ingrid Garces
Por : Ingrid Garces Periodista, penquista, ex Sub gerente de contenidos de La Red, experta en marketing digital. Directora en www.elmostrador.cl/braga En Instagram @ingridgarces En Twitter @ingrid_garces
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Siempre me ha gustado ver televisión y me niego a creer que exista una crisis que puede acabar con ella. Claro, puede sufrir cambios, lo que es normal en todo orden de cosas, pero creo firmemente que pueden ser cambios positivos, solamente si quienes hacemos tv detrás y frente pantalla somos creativos, estamos conectados con la realidad social y lo más importante, nos informamos.

Gran desazón me generó ver el último capítulo del cuestionado programa Vértigo, que considero que es uno de los estelares -si no el único- más importante de la llamada caja cuadrada. El problema es que, si bien ha servido para generar debate sobre importantes temáticas e incluso el humor del personaje Yerko Puchento nos ha llevado a cuestionar y criticar a autoridades en tono simple -a veces al borde de las faltas de respeto tan típicas del humor negro- que, aunque a muchos nos gusta, también nos provoca sentimientos encontrados.

Pero más allá de Yerko, que está protegido por el humor, malo o bueno según gustos, lo que considero imperdonable es que los conductores y quienes están detrás de ellos no estén preparados para enfrentar una conversación que se puede generar en las mesas de los hogares chilenos. No entender qué es la identidad de género, qué significa ser transexual, gay o transformista, qué significa ser intersexual, homosexual o incluso qué significa ser heterosexual… bueno y si lo entienden, no lo dejaron claro.

Que la televisión no resuelva las dudas de la gente y no le informe como corresponde es una deuda. Y aunque sea un espacio de entretención farandulera esa deuda es igual de legítima. El inentendible discurso de Claudia Schmitd no es aceptable, una panelista de un programa de tv que se escuda diciendo que “Daniela Vega no es mujer como ella” porque es su “opinión”, me obliga a recordarles que los mensajes de odio, siempre han sido una opinión y no por eso los vamos a aceptar.

¿Qué me pasó cuando vi el espacio? sentí indignación al escuchar cada frase de la panelista de La Red sin ser objetada y peor aún llenando más de dudas que de certezas a los chilenos. Esta es una gran deuda para quienes somos responsables de hacer TV porque creo que, aunque sea entretención, aunque sea un programa de farándula siempre hay una responsabilidad con los televidentes: la educación.

Schmitd decía: “Para mí lo que define a una mujer claramente tiene que ver con algo que es biológico. Nosotros conocemos… no sé, el femenino, el masculino, hoy día tenemos la capacidad y creo que es lo que quiero decir es que todos debemos ser respetados en esta vida por lo que somos”… ¡Horror!

Es que la uruguaya trataba de explicar algo que para ella no está claro: “Para mí Daniela Vega nunca va a ser una mujer igual que nosotros, justamente porque nosotros nos formamos de distinta forma y justamente es lo que quería decir, porque hay veces que son temas tan delicados hoy en la sociedad, que la mayoría de la gente intenta no decir lo que realmente piensa por el miedo de que pueda ser rechazado y yo estoy muy en contra de eso. Yo hablo en base a lo que siento, a lo que pienso y creo que es muy bueno para que todos aquellos que hoy en día tienen la misma visión que yo, podamos quizás comprender en un futuro que sí, que éramos iguales, pero hoy para mí no somos iguales porque biológicamente…”. Más confuso imposible.

Hace unos meses junto a la editora de Braga fuimos a una charla a la que convocó la Fundación Todo Mejora que se encarga de visibilizar que existe una vida plena para los y las adolescentes LGBTI, además de impulsar un debate público para prevenir el suicidio, el bullying homofóbico, el rechazo familiar y la discriminación en Chile por su orientación sexual, identidad o expresión de género, real o percibida.

Ellos sabiamente decidieron darles herramientas a periodistas de distintos medios de comunicación para utilizar bien el lenguaje en el diseño del mensaje, porque ya lo dijo Berger y Luckmann somos constructores de la realidad social. Para eso nos presentaron la guía Glaad, que sirve para entregar una cobertura justa, objetiva y veraz de los medios que juegan una parte importante en la formación de la opinión pública sobre la comunidad gay y transgénero.

Y hago este recorrido para decirle a Claudia Schimtd y a los de Vértigo que gracias a que algunos nos capacitamos, porque también lo tuve que aprender, sé que una mujer transgénero es una persona a la que se le asignó el sexo masculino al nacer, pero se identifican y viven como una mujer. Y que incluso no todas las personas se identifican con la sexualidad binaria -hombre o mujer- sino que hay más y no por eso no merecen respeto o reconocimiento.

El problema es que Leo o Linda Méndez, como prefiera llamarse, le tuvo que explicar al conocido instructor René Oryan quién es… la solución es que tenemos que llegar al instante en que ese joven ya no se tenga que esforzar para explicarlo y mejor aún la televisión sea la que entregue esas herramientas. ¿Se puede no?

Hace unos años, los medios publicaban las siguientes noticias sobre una minoría que aún exige sus derechos, porque aún no los tienen:

Por eso digo, los medios no están en crisis están cambiando, el mundo ya lo hizo… y esa, claramente, si es una opinión.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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