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«Toda la evidencia científica a la fecha sugiere que hoy somos lo que somos, es decir, que evolucionamos, gracias al consumo de carne y grasa» Sustentabilidad

«Toda la evidencia científica a la fecha sugiere que hoy somos lo que somos, es decir, que evolucionamos, gracias al consumo de carne y grasa»

En un momento en que el consumo de carne está cuestionado, sobre todo ante la crisis climática, expertos del Instituto de Producción Animal, IPA, de la Facultad de Ciencias Agrarias de la U. Austral de Chile quieren sacar los vacunos del banquillo de los acusados ​​y aseguran que existe mucha desinformación. Por eso afirman que el impacto que tiene reducir o eliminar la carne o leche de nuestra dieta es mínimo, pudiendo generar un mayor impacto otros cambios de hábito como el reciclaje, el menor desperdicio de alimento, el uso de transporte público y, sobre todo, reducir la utilización de combustibles fósiles que terminan liberando parte del carbono secuestrado hace miles de años.


Un estudio de la ONU, que fue ampliamente difundido a principios del mes de agosto, determinó que la reducción en el consumo de carne ayudaría contra la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) asegurando que la deforestación y la agricultura que su producción acarrea potencian el calentamiento global.

Desde hace un tiempo ya son varias las voces que afirman que debemos cambiar inmediatamente la forma en que administramos la tierra y producimos alimentos, además de comer menos carne para detener la crisis climática.

Pero pese a que los GEI resultantes de la producción de ganado vacuno (principalmente el metano) han estado en el escrutinio público en el mundo durante los últimos meses,  Máximo Alonso y Rodrigo Arias son dos agrónomos que se colocan en la vereda del frente y quieren sacar a los vacunos del banquillo de los acusados.

Tanto el director y como el académico del Instituto de Producción Animal, IPA, de la Facultad de Ciencias Agrarias de la U. Austral de Chile explican que resulta preocupante instalar este discurso.

“Existe mucha desinformación, ya que en las sociedades modernas que viven en las grandes ciudades no se tiene conocimiento sobre cómo se desarrolla la actividad pecuaria. El conocer los hechos es importante en este debate, que no va a desaparecer pronto ”, advierte el director del IPA.

Ciclo natural del carbono

Lo primero que estos académicos de la U. Austral señalan es que el gas metano proveniente de los rumiantes es parte del ciclo natural del carbono el que es completamente diferente al metano proveniente de fuentes fósiles, como el gas natural.

“Los rumiantes han sido actores importantes en el desarrollo de la humanidad, contribuyendo a convertir carbohidratos estructurales y no estructurales en grasa, así como también proteína vegetal de baja calidad en otra de alto valor, calidad y biodisponibildiad (leche y carne). Es más, toda la evidencia científica a la fecha específica que hoy somos lo que somos, es decir, que evolucionamos, gracias al consumo de carne y grasa (incluyendo médula ósea, cerebro, entre otros), pues según diversos antropólogos, esto permitió el crecimiento del cerebro y el desarrollo de las capacidades cognitivas que caracterizan al ser humano ”, aclara el doctor en Ciencia Animal y académico Rodrigo Arias.

“La producción de metano en el ganado es parte de un ciclo de carbono natural en el que el metano se oxida en la atmósfera durante un período de años convirtiendo el carbono en dióxido de carbono (CO2) que se puede fijar a través del crecimiento de las plantas para formar carbohidratos en los alimentos. “ Dentro de este ciclo no hay impacto a largo plazo en el clima,, si las emisiones de metano y la oxidación están en equilibrio ”, dice.

Según los especialistas, “al consumir el forraje, el rumiante es capaz de degradar componentes antinutricionales presentes en las plantas y en condiciones de pastoreo, mantener los ecosistemas de la pradera, reciclar nutrientes y contribuir a mejorar el suelo. Además de los productos de consumo, también proveen diversos subproductos a la humanidad, como vestuario, productos farmacéuticos, cosméticos, deportes, etc.”.

¿Menos carne para salvar al planeta ?

Ambos académicos aseguran que un aspecto relevante a considerar es que “una parte importante del suelo en el planeta no puede cultivarse, siendo cada vez menor la superficie arable disponible, pues las ciudades que originalmente ocuparon los mejores suelos, al crecer se expandieron cubriendo suelos agrícolas con hormigón ”.

Por lo tanto, resulta complejo plantear que la población del mundo se sustente solo en base a productos vegetales, dado las limitaciones del suelo y la contaminación que estos sistemas de producción también generan (el desarrollo y uso de fertilizantes también genera gases efecto invernadero). Recordemos que no existe ninguna actividad productiva que no genere algún grado de contaminación, por lo tanto el desafío es cómo se logra reducir ese impacto o ser carbonos neutrales.

Cuál es la solución

La visión de estos expertos es que hay que apuntar a la mayor eficiencia en la actividad pecuaria, obteniendo más producto con menos animales, generando menos contaminantes .

“Es aquí que los sistemas pastoriles cumplen un rol importante, al secuestrar una cantidad importante de CO2. Existe una estrecha relación entre el suelo, las plantas y los animales, y como tal, la generación de GEI debería ser analizada desde esa perspectiva», explican.

En este contexto, estudios recientes plantean que los rumiantes, bajo un manejo adecuado del pastoreo, no solo reducen las emisiones de GEI, sino que también facilitan la provisión de servicios ecosistémicos esenciales, aumentan la sección de carbono en el suelo y reducen el daño ambiental, convirtiéndose así en parte de la solución y no del problema.

Finalmente, ambos especialistas afirman que el impacto que tiene reducir o eliminar la carne o leche de nuestra dieta es mínimo, pudiendo generar un impacto mayor otros cambios de hábito como: el reciclaje, el menor desperdicio de alimento, el uso de transporte público y otros. En general, reducir la utilización de combustibles fósiles que terminan liberando parte del carbono secuestrado hace millas de años.

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