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¿Se puede avanzar en una cura para la obesidad? Salud

¿Se puede avanzar en una cura para la obesidad?

La edición de junio de la revista científica Nature Cell Biology publicó en portada un estudio en el que se descubrió una nueva función de una proteína: mejorar la eficiencia energética y el metabolismo. En el hallazgo contribuyeron investigadores del Centro de Biología Celular y Biomedicina de la U. San Sebastián.


El 74% de la población chilena adulta presenta sobrepeso u obesidad, según la última Encuesta Nacional de Salud y sus implicancias y riesgos van más allá de la aparición de enfermedades crónicas como hipertensión, dislipidemias y diabetes.

También detona accidentes cerebrovasculares, insuficiencia renal, hígado graso, problemas reproductivos, retinopatías y osteoporosis.

Por 30 años se creyó que la proteína IRE1 alpha regulaba exclusivamente el estrés celular, pero al estudiar su papel en la interacción de la mitocondria (productora de energía) y el retículo endoplásmico (fábrica de proteínas) en la célula, se vio que esta proteína mejora el metabolismo y la generación de energía.

Esta nueva función celular permitirá el desarrollo de nuevos tratamientos para la diabetes, pues se relaciona con cómo la célula controla y produce su energía.

La publicación liderada por el español Amado Carreras Sureda, quien es parte del equipo del doctor Claudio Hetz en el Instituto de Neurociencia Biomédica de la Universidad de Chile, descubre un nuevo y potencial blanco terapéutico para detener el avance de enfermedades metabólicas, como son la diabetes y la obesidad.

Así, con una posible sobreactivación de sensores IRE1α con determinadas sustancias o drogas «se podrían mejorar o revertir los efectos de la resistencia a la insulina y del daño que se produce en el tejido por la acumulación de lípidos tóxicos que afectan a las proteínas y a la mitocondria”.

Estos hallazgos se basan en el estudio de sensores moleculares, como es IRE1α, que determinan si una célula puede autorrepararse y sobrevivir si hay daño o, si este es irreversible, entrar al proceso de apoptosis o muerte. El descubrimiento indica que estos sensores se ubican específicamente donde se contactan la fábrica de proteínas –el retículo endoplasmático- y con su matriz energética, o sea la mitocondria.

“Constatamos que en ausencia de estrés, en una célula normal, IRE1α afectan su producción de energía, la determinan. En los experimentos eliminamos ese sensor y la cantidad de energía bajó un 20%. IRE1α siempre se había estudiado en su función de mantener el equilibrio de las proteínas, en repararlas, pero ahora encontramos que cuando no hay estrés cumple un rol controlando cuánta energía se produce dentro de la célula”, explica el académico.

Hallazgo

“Cada uno tiene su función, pero cuando se ponen en contacto se potencian y trabajan en común, favoreciendo la función energética de la mitocondria, todo esto mediado por la proteína IRE1 alpha”, explicó Cheril Tapia, investigadora del Centro de Biología Celular y Biomedicina de la U. San Sebastián.

Precisamente su equipo dedicado al estudio de la neurobiología del envejecimiento y el rol de la mitocondria en este proceso, fue el que colaboró con los investigadores del Instituto de Neurociencia Biomédica, analizando las alteraciones metabólicas. Es decir, determinaron si la ausencia de esta proteína llevaría a un déficit bioenergético por fallas en la función de la mitocondria en el hígado.

“La ausencia de la proteína afecta particularmente la comunicación mitocondria- retículo endoplásmico”, explicó la investigadora USS.

A lo que añadió: “Esta pérdida de contacto es clave en la obesidad y la diabetes, desregulando la producción de energía mediada por la mitocondria. Entonces si esta proteína favorece la formación de contacto, el blanco para el desarrollo de una terapia molecular para fortalecer y mejorar las alteraciones metabólicas está a la luz”.

Además de investigadores chilenos, en este trabajo participaron científicos de laboratorios belgas, franceses y estadounidenses.

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