Opinión
Los últimos días ha estado en boga lo ocurrido en el Noroeste de Tailandia, donde un grupo de adolescentes y su entrenador quedaron atrapados en una caverna. A raíz de esto, se ha hablado acerca de la ley que se ha instalado en Tailandia, respecto a la censura del material que se comparte en redes sociales, lo que es considerado por muchos, como un ataque a la libertad de expresión.
Se establece que todo individuo posee el derecho al resguardo de su privacidad, siendo responsable de tomar decisiones respecto a la cantidad de información que comparte; entonces surge la inquietud respecto a las consecuencias que conlleva la autonomía en el manejo de las redes sociales.
El ser humano es esencialmente un ser social, la búsqueda de contacto con otro es una necesidad fundamental de su existencia. Gracias a los diversos avances y desarrollos de la tecnología, cada día contamos con mayores y más efectivos recursos para comunicarnos; hoy podemos conversar con otros en cualquier parte del mundo, compartir material audiovisual, estar en conocimiento de los sucesos sociales de relevancia y todo esto de forma inmediata.
Es importante mencionar que uno de los componentes esenciales en la conformación de la identidad es la percepción que los otros poseen sobre uno. Este proceso inicia en la adolescencia y culmina en la adultez. Desde ahí, la validación de las conductas, pensamientos, opiniones, pudiesen ser determinantes del rol que estos sujetos cumplen en la sociedad.
Es entonces cuando las redes sociales se instalan como un medio de comunicación, utilizado por gran parte de la población, especialmente adolescentes, quienes buscan a otros con intereses similares, formando grupos, lo que produce el fenómeno de identificación, seguridad y sentido de pertenencia.
A partir de esto, surge la inquietud respecto a la utilización de estos medios y sus consecuencias. Es un arma de doble filo, ya que si bien permite comunicarse y mantener una relación constante con otros, también ha sido una herramienta en donde se ha generado una excesiva exposición de la vida personal, lo que pudiese ser un riesgo. La población más joven es, por su edad y etapa del desarrollo de la personalidad, quienes más susceptibles se encuentran a la percepción que posee el entorno sobre ellos.
Esto conlleva a que podrían desconocer los alcances y consecuencias del mal uso de esta herramienta. Es ahí donde el adulto responsable debe ejercer un rol activo en el resguardo de la información que estos comparten, sin coartar su libertad de expresión.
En el caso de Tailandia, el uso de las redes se vuelve aún más delicado cuando el material atenta con la privacidad personal de los menores y de sus familias. Lo anterior, porque lo que ha vivido este grupo de adolescentes y su profesor constituye un trauma importante, y por lo mismo, apuntando al bienestar psicológico, es el entorno y ellos como individuos quienes deben aportar a la adecuada elaboración de la experiencia que han vivido.
Por lo que el resguardo de su entorno, dar espacio a la elaboración de esa experiencia y el adecuado soporte, es esencial. Se busca que desarrollen la capacidad de resiliencia, continuando con su vida, aprendiendo de dicho suceso.
