Opinión
Es de amplio conocimiento que Chile alberga gran parte de la inversión astronómica mundial, pero lo que no es evidente es que esto implicará una producción del orden de petabytes de datos por noche, que será necesario movilizar desde nuestro desierto y la Cordillera de Los Andes al mundo entero. Así, este fantástico recurso natural nos plantea importantes desafíos y oportunidades. Por ejemplo, cuando el equipo detrás del mega proyecto astronómico LSST evaluó la mejor ubicación para éste, además de valorar la calidad excepcional de los cielos, también necesitó asegurar las condiciones de red adecuadas para transportar los enormes volúmenes de datos que generará este telescopio.
Chile fue el lugar elegido y uno de los factores determinantes fue la existencia de una Red Nacional de Investigación y Educación, que no solo fuera capaz de responder a este desafío, sino que interconectara el ecosistema de investigación, desarrollo, innovación y generación de nuevo conocimiento, para enfrentar así uno de las transformaciones más importantes de la ciencia y la industria: La era del Big Data.
El profundo proceso de transformación digital que experimenta no solo la astronomía, sino que la sociedad en su conjunto, gracias al mayor desarrollo de las TIC y la expansión de las redes de comunicación, permite unir la creatividad de los individuos y facilitar a las organizaciones colaborar, explotar nuevas formas de difusión de la información y generar nuevos modelos de negocios. Esto fortalece la competencia y estimula la reestructuración de las instituciones e industrias, con importantes efectos sobre la innovación y el crecimiento de los países. Chile tiene, desde Arica a la Antártica, extraordinarios recursos naturales, profesionales de primer nivel e importantes retos, tales como llegar con salud y educación a todos sus rincones, responder a los inevitables desastres naturales, y agregar valor a las distintas industrias.
En este contexto, REUNA ha definido un ambicioso plan de desarrollo de su infraestructura digital, que busca mejorar y expandir la conectividad a todos los centros de investigación, innovación, formación y producción de conocimiento, para propiciar el despliegue de soluciones tecnológicas y aplicaciones que impulsen la sofisticación de la industria, avanzar hacia una mayor equidad que disminuya las brechas, y generar polos de desarrollo descentralizados, pero interconectados.
Celebramos ahora el logro de los primeros 800 Km de los más de 3.000 que tendrá esta red. Este primer tramo, que va de La Serena (Cerro Pachón) a Santiago, tiene una capacidad inicial de 10 Terabytes por segundo y un potencial de crecimiento ilimitado, y ha sido desplegado con estándares de clase mundial, y con ello se eliminan las barreras digitales para que la IV Región de Coquimbo sea un polo de conocimiento e innovación. Este hito es fruto de un trabajo arduo con AURA-LSST, las universidades, fondos de la agencia norteamericana para el desarrollo de la ciencia (NSF) y, por cierto, las empresas del sector, quienes a través de la articulación han establecido un marco de trabajo y confianza para dar este primer gran salto.
Durante el segundo semestre inauguraremos el tramo Santiago-Concepción-Temuco, sumando otros 700 Km a esta poderosa red e interconectando a una importante cantidad de estudiantes e investigadores, siempre vinculándonos con la industria. Debemos y vamos a seguir trabajando para extender esta red de Arica a Magallanes. Estamos convencidos de que la alianza entre los privados, la academia y el gobierno, es el camino colaborativo necesario para avanzar en la evolución que Chile necesita e invitamos a todos los actores del sistema de ciencia, educación e innovación nacional a sumarse, en esta nueva era de la transformación digital.
