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Puente Loncomilla: ex comisario revela que dineros por servicios de escoltas desaparecían entre el alto mando de la zona

Carla Marín R.
Por : Carla Marín R. Periodista El Mostrador
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La caída del puente Loncomilla, además de ser uno de los mayores escándalos que impactó al Gobierno de Ricardo Lagos en 2004, también salpicó a Carabineros. Esto, luego de revelarse que su desplome se debió al paso de camiones con sobrecarga de la empresa Alchi S.A., que pagaba por escoltas usados como peaje para burlar dicha fiscalización. Pero era solo la punta del iceberg, ya que estos pagos, que debían llegar como viáticos a los cabos que prestaban dichos servicios, se quedaban en la Administración de Finanzas, donde operan los funcionarios de Intendencia bajo las órdenes del alto mando local. En esta entrevista, Vega descorre el velo a una cultura del fraude, esa que permea en los distintos grados de poder, pero que tiene océanos de distancia entre el carabinero de a pie y el alto mando. (VIDEOS Y PODCAST)


Cuando hoy se cumple poco más de un año desde que explotara el escándalo por el megafraude en Carabineros –que hasta ahora supera los 26 mil millones y que, junto a Operación Huracán, ha llevado a la institución a la mayor crisis de su historia– una nueva trama sobre pagos irregulares de privados a Carabineros ha salido a la luz pública e involucra directamente al nuevo general director de Carabineros, Hermes Soto Isla.

Se trata del denominado caso del puente Loncomilla, el cual terminó por los suelos en 2004 y significó una condena al Estado. Sin embargo, el escándalo que impactó a la Concertación también salpicó a Carabineros, esto porque se determinó que el paso de camiones con sobrecarga fue una de las principales causas del desplome, camiones que cruzaban el puente escoltados por carabineros, gracias al pago de “viáticos” que recibían de la empresa Alchi S.A.

Estos pagos a carabineros de la zona eran una especie de peaje que se utilizaba con el fin de burlar la fiscalización a sus camiones con sobrecarga, que cruzaron más de 600 veces por el puente y que habrían incidido en su desplome.

Pero esto era solo la punta del iceberg. La cultura de fraude en Carabineros había echado raíces mucho más profundas.

El ex mayor de Carabineros, Víctor Vega –quien fue desvinculado de la institución tras denunciar los pagos relacionados con el puente Loncomilla–, en esta entrevista con El Mostrador decide descorrer el velo del encubrimiento y mostrar la verdadera cara del fraude, esa que permea en los distintos grados de poder, pero que tiene océanos de distancia entre el carabinero de a pie y el de los hombros estrellados. En este artículo, Vega revela no solo los montos que irregularmente recibía la institución por los servicios de escoltas, sino también cómo se gestionó esta trenza de pagos que se desviaron y desaparecieron entre el alto mando de la zona.

-Remontémosnos al 2003, al momento exacto en que llega a la Quinta Comisaría de San Javier, en reemplazo de Hermes Soto. ¿Cuáles fueron los primeros indicios de que algo extraño estaba ocurriendo en el lugar, respecto a estos pagos por servicios de escoltas a la empresa Alchi S.A.?
-Lo primero que hice cuando me constituí en calidad de comisario, fue hacer una reunión como lo hacía siempre, en todas las unidades donde yo estuve hacía una reunión general. Entonces, en esa reunión se establecieron las peticiones y reclamos, que es parte del reglamento y, en esa oportunidad, precisamente se me presentaron más de diez carabineros con la petición: “Mi mayor, si es tan amable quisiéramos mostrarle un documento donde nosotros estamos solicitando que se nos paguen los viáticos”. Entonces, ahí yo les pregunto de qué viáticos me estaban hablando y me explican que “nosotros estamos haciendo unos servicios de escolta a la empresa Alchi S.A., que queda cerca de nosotros. Vamos a diferentes partes del país, tanto al norte como al sur”.

En ese momento, esto yo lo vi como un procedimiento administrativo normal. Sin embargo, luego de terminada la reunión, en la tarde yo llamo al capitán de Intendencia de la prefectura: “Hola, ¿cómo estás?, quisiera preguntarte algo. Mira, lo que pasa es que yo tengo unos carabineros a quienes se les adeudan unos viáticos por concepto de unos traslados que están haciendo a una empresa acá”. Y el capitán me responde tajante: “Mi mayor, yo no le puedo contestar en qué consiste esa situación, porque usted tiene que hablar con mi coronel”.

[cita tipo=»destaque»]»Antiguamente, antes de que yo llegara a la comisaría, a los carabineros se les cancelaba este viático a través de un vale, entonces, el carabinero iba directamente a una caja dentro de la empresa y se lo pagaban. En mi hipótesis, fue tanto el dinero que se entregó así, a destajo, que los que estaban involucrados en esto dijeron ‘compadre, esta cuestión hay que regularla, pero no regularla para mejorarla en el concepto de control administrativo, sino que regularla para que nosotros también toquemos alguna cosita’. Por extraña razón, cuando yo llegué, esto ya estaba ‘regulado’, entonces todo tenía que pasar a través de un oficio solicitando los viáticos y obviamente eso eran meses, incluso llegaron a ser años donde no se pagaron. Los pobres carabineros ganaban en ese entonces $180 mil o $200 mil pesos, ¡Cómo es posible que se estén quedando con las platas de los pobres carabineros!, yo pensaba».[/cita]

-¿Qué hizo entonces?
-A los dos días, solicité una audiencia con el prefecto de Linares, el coronel Cristián Oyarzún y, cuando me reúno con él, entre las cosas que hablamos dentro de la conversación, le digo: «Mi coronel, sabe que en la primera reunión que tuve, unos carabineros me hicieron presente la necesidad de que se les cancele…”, y este señor inmediatamente se pone casi cianótico, entre negro, rojo y morado, y me dice: “Ese problema lo vamos a hablar después”, así como diciendo no te apures, estás recién llegando. Ahí me fui y nunca más se habló del tema. Bueno, el tema estaba prohibido para ellos, pero como yo era una persona ya antigua, con más de 20 años en la institución, no era primera vez que denunciaba situaciones irregulares en Carabineros, solo que esta vez a mí me costó la academia.

Yo estaba considerado como una persona peligrosa y eso me lo dijo un señor general. Personalmente me dijo: “Víctor, tú no estás aceptado en la academia, no obstante que te fue bien en el examen, porque estás considerado como un…”, no quiero decir la palabra porque es bastante fuerte, pero era peligroso para ellos, y lo entendí, me dio mucha pena, porque me estaban cortando la libertad de poder ser coronel y luego general.

-¿Por qué cree que lo tildaron así?
-Porque yo denunciaba todo. Cuando ya estaba en mi calidad de comisario en San Javier, y cuando finalmente noté que había cosas raras, fue porque el cabo que estaba a cargo de la oficina de partes no me había entregado una serie de documentos, documentos de los que los mismos cabos me habían hablado en la primera reunión. Entonces, llego donde este tipo y le digo que, por favor, me muestre la documentación que se relaciona a la petición que había hecho el mayor Hermes Soto a la prefectura, y el cabo así, con cara de no entiendo. Entonces le dije: “Oiga, por favor, no me haga molestar porque yo sé que usted sabe y sé que usted lo está escondiendo. Tráigame la documentación”.

Ahí me trajeron, así tipo Biblia, una cantidad de peticiones de los carabineros, y en todos los documentos se solicitaba el pago de los viáticos a los cabos en atención a las escoltas realizadas a la empresa Alchi S.A. Había carabineros que tenían viáticos en una cantidad de $1 millón quinientos mil y $2 millones de pesos. Eso quería decir que hace mucho tiempo que no se les pagaban. Entonces, empecé, en cada reunión que teníamos los altos mandos, “mi coronel, acuérdese”, y me decían “no, no se preocupe, si ahí lo vamos a ver”. Yo veía cómo mis carabineros sufrían al no tener sus dineros, así es que no trancé a bajarle el perfil a esta situación, de hecho, mi coronel en una oportunidad me invitó a una comida y yo no quise ir porque sabía que era para aplacar un poco las intenciones mías.

-¿Qué pasó después de que se destapó esta situación?
-Esto siguió ocurriendo, hasta que se dejó caer una comisión de la Contraloría sin aviso en 2003. Ahí hicieron una serie de observaciones, cosas que dijeron que se habían construido en la zona, pero que no estaban. Es decir, no habían sido en mi mando porque yo era nuevo, recién llevaba un mes o menos. Luego de esto tuve una conversación con el subgerente de Alchi S.A., Daniel Calsinski, quien además era alguacil de la Quinta Comisaría de Carabineros de San Javier, pero yo no lo conocía, entonces, me presento y le digo: “Quisiera hablar contigo porque pasa esto. Yo he sacado cuentas y es bastante dinero el que se les debe a carabineros”, y me dice: “Mi mayor, no puede ser, si nosotros hemos depositado toda la vida, nosotros no tenemos ninguna deuda con ustedes”. Luego, llegó con una carpeta llena de depósitos de los que ellos hacían.

-¿Cómo se realizaban estos pagos?
-Antiguamente, antes de que yo llegara a la comisaría, a los carabineros se les cancelaba este viático a través de un vale, entonces, el carabinero iba directamente a una caja dentro de la empresa y se lo pagaban. En mi hipótesis, fue tanto el dinero que se entregó así, a destajo, que los que estaban involucrados en esto dijeron «compadre, esta cuestión hay que regularla, pero no regularla para mejorarla en el concepto de control administrativo, sino que regularla para que nosotros también toquemos alguna cosita». Por extraña razón, cuando yo llegué, esto ya estaba «regulado», entonces todo tenía que pasar a través de un oficio solicitando los viáticos y obviamente eso eran meses, incluso llegaron a ser años donde no se pagaron. Los pobres carabineros ganaban en ese entonces $180 mil o $200 mil pesos, ¡Cómo es posible que se estén quedando con las platas de los pobres carabineros!, yo pensaba. Cuando regresaban estos carabineros que habían servido como escoltas, ahí ellos tenían que elevar la solicitud de que se les pagara el viático por el servicio prestado.

-Aparte de esos dineros que debían llegarles a los carabineros pero que se quedaban en la institución, ¿la empresa privada incurría en otros gastos en beneficio de Carabineros?
-Mira, en una oportunidad cuando yo estaba en la Subcomisaría de Villa Alegre, que es un pueblito que estaba al lado de San Javier, donde yo salía a deshoras con mi carabinero, un día como a las tres y tanto de la mañana encontramos a un jefe de la zona, que ya nos habían dicho que tenía relaciones con una prostituta, lo encontramos efectivamente ahí y en su auto fiscal. Y como a las dos semanas ese mismo auto apareció volcado. Entonces, tiempo después, converso con un operario de Alchi S.A. y me dice: “Nosotros pasamos dinero para que le arreglaran el auto”. Aparte, también, con esos dineros se arreglaban los cuarteles, lo que también era una cosa irregular, porque es la Dirección de Logística la que tiene la obligación de entregar dineros para la mejora de los servicios en los cuarteles.

-Antes de que lo desvincularan de la institución por insistir en la «deuda» por el servicio de escoltas, ¿usted pudo conversar con alguien del alto mando?
-Cuando comencé a denunciar los hechos todo el mundo se me vino encima. Yo no iba a las fiestas, no era invitado a nada. Cualquier cosa que ocurriera anómala de servicio, yo era el responsable, no pasaron ni dos meses. Hasta inventaron que yo tenía una relación con la fiscal y les dije: “Eso no se los voy a aguantar, yo soy casado, ella es casada”, y ahí quedó la grande. Me enfermé emocionalmente, estaba muy mal y estuve con licencia hasta que me dieron de alta y volví a la comisaría. Entonces ahí fue cuando me llamaron a lista 4 y tuve la cita con el general director de ese entonces, Alberto Cienfuegos, quien me indica que había faltado a la administración como corresponde en la calidad de comisario y empieza hablar cosas que no se ajustaban a nada. Y entonces yo le indiqué: “Mi general, creo que lo que usted está haciendo es entregarme una responsabilidad que yo no tengo, porque vengo de estar ausente más de 30 días. Lo que sí yo le pregunto, mi general…”, y ahí saqué un oficio y le pregunto: «¿Por qué existe este contrato con Alchi S.A.? ¿Cuándo se vio que carabineros hacía contratos con privados? Es más, usted nos manda la resolución en donde se prohibía tener relaciones con las empresas, pero usted tiene un contrato con una empresa” y no me lo respondió.

Luego me dijeron que podía ir a retirarme, a los días me llegó la resolución donde me daban de baja por lista 4 y que tenía que hacer entrega de la unidad en tantos días. Obviamente, me fui de inmediato y entregué mi uniforme.

-El pasado 25 de marzo, en una entrevista, el general director Hermes Soto, al ser consultado sobre estos recursos que recibía Carabineros de la zona por escoltar los camiones de la empresa, reveló que esto era autorizado por el MOP y por la Dirección General de Carabineros, a través de la Dirección de Logística por medio de un convenio. ¿Qué sabía usted sobre ese convenio? ¿De qué trataba?
-Este convenio estaba ligado a que Carabineros hacía patrullaje de estos camiones con dos radiopatrullas, una adelante y una atrás. Ahí viajaban cuatro carabineros, dos en el radiopatrulla de adelante y dos en el de atrás. Y así se iban por dos, tres o cuatro días, dependiendo del destino. En realidad, yo nunca les puse atención a esos vehículos, porque no eran de mi dotación. Esos autos los compró la empresa, lo que también es algo irregular, e incluso los pintaron con los colores institucionales, de hecho, yo nunca vi estos autos, por lo que intuyo que esto debe haber pasado bajo la administración de Soto.

-¿Pintados? ¿Usaban vehículos particulares que los hacían pasar como institucionales?
-Si, así era. Yo me enteré de la existencia de estos vehículos “prestados” cuando fui a firmar el término de este contrato con Alchi S.A. en 2003. Ahí en la empresa me estaban solicitando la devolución de estos vehículos.

Autos pintados

-¿Había más servicios que debieron prestar a la empresa aparte de las escoltas?
-Solamente escoltas. Es muy raro el convenio, yo nunca había visto un convenio de ese tipo.

-¿Estas escoltas en algún momento afectaron algún operativo de Carabineros en la zona?
-Claro, en perjuicio de los servicios de la comunidad se hacían estas escoltas. A mí no me pasaban un carabinero de otras unidades. San Javier es una comuna pequeña, pero teníamos grandes problemas de delitos, de hecho, yo personalmente en una oportunidad me enfrenté a unos asaltantes con armas de fuego, no teníamos personal, yo conducía muchas veces porque no teníamos chofer, porque estos andaban cumpliendo una escolta.

¿En Carabineros quiénes eran los que se relacionaban directamente con la empresa?
-De la Dirección General, ellos confeccionaban un documento que pasaba después por la zona.

-¿Es posible que Hermes Soto no supiera del reclamo de los carabineros? En la entrevista que concedió a ‘Mesa Central’, el general director afirma que bajo su periodo no hubo ningún inconveniente, que siempre se les pago a Carabineros. ¿Es posible que el general Soto no se haya enterado de esas deudas?
-Por supuesto, no. Están los oficios que están firmados por Hermes Soto. Por supuesto que estaba en conocimiento, incluso me llama mucho la atención que él ni siquiera me nombre siendo yo su pupilo, nadie olvida a los pupilos, es raro.

– Pero el general asegura que el comisario del lugar tenía pocas atribuciones sobre esa materia… 
-Por supuesto que uno tiene atribuciones, porque, más allá de la condición de comisario y más allá de la condición del grado de mayor, uno tiene una posición dentro de este mundo. A mí no me interesó el que me tildaran de buen hombre, de buen comisario, ni de buen jefe, yo no fui a la unidad para hacer amigos, yo fui a cumplir mi rol como funcionario público, que era para lo que me pagaba el Estado. Lo que pasa es que mucha gente no quería involucrarse, personas que pasan por este mundo institucional queriendo salvarse y llegar a donde están, pero el delito es acción y omisión también.

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