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Una mujer fantástica: el arte haciéndole la pega al Estado Opinión

Una mujer fantástica: el arte haciéndole la pega al Estado

Camila González Vera
Por : Camila González Vera Abogada, Universidad de Chile.
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«Una mujer fantástica» es una película extraordinaria, que pone en el tapete de discusión un tema del cual, como país, no nos hemos hecho cargo: la transexualidad e identidad de género. Daniela tuvo que salir de este país a buscar un Oscar con su pasaporte con identidad masculina, pues hasta el día de hoy no ha podido acceder a un derecho tan básico como que se le reconozca por lo que es: una mujer –y por supuesto– fantástica.


El día 4 de marzo pasará a la historia dentro de nuestra cultura: por primera vez Chile obtuvo un premio cinematográfico de la Academia por un largometraje, estatuilla otorgada por Una mujer fantástica, del director Sebastián Lelio y protagonizada por Daniela Vega.

Lo natural y obvio es que todo un país se alegre por este triunfo, en donde se ha representado de manera heroica y ejemplar a nuestra faja de tierra. Pero las cosas no son tan evidentes: una gran cantidad de personas, más allá de alegrarse, están preocupadas de hacer hincapié en la transexualidad de Daniela Vega. Sí, es ridículo: por primera vez logramos destacar en cine y las críticas llueven por mil, y no por la película en sí y sus elementos técnicos, sino por una circunstancia de la vida personal de la protagonista. Porque a ninguna de estas personas las he escuchado criticar la estética, el storyboard, el montaje, la producción, la coherencia o la iluminación, que son elementos propios del lenguaje cinematográfico.

Una mujer fantástica es una película extraordinaria, que pone en el tapete de discusión un tema del cual, como país, no nos hemos hecho cargo: la transexualidad e identidad de género. Daniela tuvo que salir de este país a buscar un Oscar con su pasaporte con identidad masculina, pues hasta el día de hoy no ha podido acceder a un derecho tan básico como que se le reconozca por lo que es: una mujer -y por supuesto- fantástica.

En el ámbito del derecho nacional, nuestra Constitución nos dice en su artículo 1°: «Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos». Y si nos abocamos a leyes especiales que hablen sobre identidad de género, nos encontraremos con un incipiente proyecto de ley que duerme desde el año 2013, que «reconoce y da protección al derecho a la identidad de género», pero nada más que eso.

[cita tipo=»destaque»]El arte es una expresión de nuestro ser más profundo y sentimientos. También puede ser expresión de una realidad. En este punto, Una mujer fantástica muestra la ardua lucha de las y los transexuales dentro de nuestro país -y, claro, no seamos injustos: en el mundo entero- por lograr algo tan básico como tener igualdad en dignidad y derechos, algo por lo cual no deberían luchar siquiera, pues ya por el solo hecho de ser personas, debería de serles inherente.[/cita]

Por otro lado, en derecho internacional, queda más que clara la necesidad -por justicia, y por humanidad- de contar con legislación que respalde la identidad de género: en 2008, la Asamblea General de la OEA adopta la resolución AG/RES. 2435 (XXXVIII-O/08) sobre “Derechos Humanos, Orientación Sexual e Identidad de Género”. Por otra parte, el artículo 1° de la Declaración Universal de Derechos Humanos suscribe que «todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros». Inmediatamente, el artículo 2° del citado precepto, establece un principio básico de no discriminación, en el sentido de que «toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. Además, no se hará distinción alguna fundada en la condición política, jurídica o internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si se trata de un país independiente, como de un territorio bajo administración fiduciaria, no autónomo o sometido a cualquier otra limitación de soberanía».

Después, en el año 2011, el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas (ONU) aprueba una resolución de alto alcance sobre los derechos humanos, la orientación sexual y la identidad de género, la cual puede encontrarse bajo el número «17/19», en donde el Consejo expresa su “grave preocupación” por la violencia y discriminación contra las personas por motivos de su orientación sexual y su identidad de género… Esto, tan solo un año antes de que se diera brutal muerte a Daniel Zamudio, quien fue el inspirador de la Ley 20.609, coloquialmente conocida como «ley antidiscriminación», que actualmente ha servido como bandera de lucha para evitar más muertes y actos deleznables. Irrisorio, ¿no?

El arte es una expresión de nuestro ser más profundo y sentimientos. También puede ser expresión de una realidad. En este punto, Una mujer fantástica muestra la ardua lucha de las y los transexuales dentro de nuestro país -y claro, no seamos injustos: en el mundo entero- por lograr algo tan básico como tener igualdad en dignidad y derechos, algo por lo cual no deberían luchar siquiera, pues ya por el solo hecho de ser personas, debería de serles inherente.

Para lograr una ley antidiscriminación Daniel Zamudio tuvo que sacrificar su vida. Para lograr una ley de identidad de género, ya debería ser suficiente incentivo el orgullo de ser el segundo país latinoamericano en lograr magno galardón de la Academia. Porque todas las personas, independiente de su color de piel, raza, estirpe o condición, merecen dignidad e igualdad, por favor saquémonos nuestros velos, y aboguemos por un país realmente justo para nosotros y los que vendrán.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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