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PS a la deriva Comité central de este sábado es el primer cara cara tras la derrota presidencial

PS a la deriva

Marcela Jiménez
Por : Marcela Jiménez Periodista de El Mostrador
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Lo que preocupa en el PS, a todo nivel, es que la actual mesa tape el sol con un dedo ante la falta de capacidad para conducir al partido a resolver sus verdaderos problemas. Por eso, la disidencia buscaría que la cita de mañana se transforme en el primer paso para un debate de mayor aliento y profundidad.


Casi desde la misma noche de la derrota presidencial en la segunda vuelta del 17 de diciembre, que en las huestes del PS se ha pedido una necesaria autocrítica del partido sobre sus responsabilidades en dicho resultado electoral, una demanda transversal pero que no ha encontrado eco en la dirigencia socialista, la que ha preferido parapetarse en el resultado obtenido a nivel parlamentario como argumento para levantarse como articuladores de la nueva oposición. Así, el comité central de este sábado será el primer cara a cara de las distintas corrientes y liderazgos internos, un debate del que –reconocen en los distintos sectores– difícilmente surgirá una resolución política que marque una ruta clara, que evite al Partido Socialista deambular a la deriva los próximos años sin haber resuelto sus problemas de fondo.

La lista de temas pendientes de los cuales se tiene que hacer cargo el PS no es menor, partiendo por asumir las responsabilidades políticas de las erráticas decisiones que se adoptaron desde finales del 2016 y buena parte del 2017, que pavimentaron en parte la derrota de la candidatura de Alejandro Guillier, punto que atañe directamente a la mesa directiva que encabeza el recién electo senador Álvaro Elizalde. “Si el PS realmente quiere ser articulador tiene que dar señales y eso implica una autocrítica de lo que se hizo mal. Es cierto que el partido obtuvo un mejor resultado que el resto a nivel parlamentario, pero no todo es tan bueno, muchos no fueron reelectos, se eligieron pocas mujeres, hubo una mala votación en la Región Metropolitana, eso necesita respuestas”, afirmó Michelle Peutat, integrante de la Izquierda Socialista y miembro de la comisión política.

La mesa de Elizalde ha tratado esta semana de contener la molestia interna, de evitar que los lotes y desde las regiones se levanten posiciones que pidan abiertamente que la actual dirigencia asuma su responsabilidad política por la derrota presidencial, para lo cual han optado por apelar a la unidad que se requiere en este momento complejo para el PS y en poner sobre la mesa, una y otra vez, los resultados parlamentarios. La estrategia debería funcionar, ya que transversalmente en el partido aseguran que, salvo “algunas caras pintadas”, no debería quedar en tela de juicio la continuidad de la actual conducción.

Sin embargo, ese despliegue interno no ha neutralizado un sinfín de reuniones de los diversos lotes socialistas para coordinarse con miras al comité central: la Izquierda Socialista se reunió el miércoles, igual que la llamada Renovación, este jueves el Tercerismo hizo lo mismo y, hoy en la tarde, será el turno de la Convergencia Socialista.

Es más, se estaría afinando un voto político coordinado entre varias de estas corrientes con el objetivo de que ayude a iniciar la discusión de fondo en el partido y no quedarse en la reflexión superficial para las cámaras de televisión. Así, una propuesta que ha tomado adeptos y que estaría en el voto político de la disidencia, es la posibilidad de llamar a un congreso extraordinario del PS, para en esa instancia debatir el eje desde donde confluyen todos los problemas actuales del socialismo: su falta de identidad y de proyecto.

Cercanos a Elizalde dicen que al timonel no le convence mucho la idea, porque eso implica ceder un protagonismo a sus detractores internos que no le conviene y entregarle el proceso político del PS a la disidencia, que por estos días se está cuajando en figuras como el diputado electo Marcelo Díaz, el alcalde Gonzalo Durán, el abogado Fernando Átria. En la mesa directiva dicen que originalmente está contemplado un congreso ordinario para el 2019 y que es innecesario realizar otro de carácter extraordinario.

Lo que preocupa en el PS, a todo nivel, es que –más allá del comité central de mañana– la actual mesa tape el sol con un dedo ante la falta de capacidad para conducir al partido a resolver sus verdaderos problemas.

Uno es la situación de las “narcorredes” en la comuna de San Ramón, que –según circula como secreto a voces en el partido– es una realidad que complica a varias comunas de la zona sur y que dejó en evidencia, de paso, que la colectividad dejo de ser una de base para convertirse en una meramente de fichas. La mayoría en el partido duda que en la cita de este sábado haya espacio realmente para comenzar a hacerse cargo de dicho tema y temen que se siga postergando.

Otro es la grave carencia de liderazgos, tanto para pensar en una renovación interna de sus cuadros como para hacer una oferta en el mediano plazo más allá de los muros de la colectividad. “El partido y sobre todo la nueva bancada de diputados en general tienen poca solvencia política para hacerse cargo del período de oposición que se viene, no hay líderes para el futuro, no hay figuras con real jerarquía e influencia en la primera fila”, se lamentó un ex inquilino PS de La Moneda.

José Miguel Insulza tiene la densidad política, pero no sería la respuesta. Su elección en noviembre como senador por Arica definitivamente le dio un nuevo aire a la Renovación Socialista y podrá desde la bancada de senadores ejercer un rol y ciertos grados de influencia, pero en el PS coinciden en que es bien difícil que el ex panzer pueda suplir los problemas de liderazgo que tiene el partido.

[cita tipo=»destaque»]En distintos sectores del partido, en el Gobierno y el Congreso afirmaron que, pese a su reconocido tonelaje político, a Insulza se le ha visto “ansioso” por asumir un rol más protagónico y que el problema que tiene es que nunca ha sido una figura con arraigo en las bases del partido, como para pensar en que sea el liderazgo clave de la oposición. Además, no son pocos los que en el PS temen que su objetivo sea levantarse como “bisagra” con el Gobierno de Piñera, lo que podría generar más ruido interno, ya que su visión política de los consensos, propia de la década del 90, no tiene respaldo interno en la colectividad.[/cita]

En distintos sectores del partido, en el Gobierno y el Congreso afirmaron que, pese a su reconocido tonelaje político, a Insulza se le ha visto “ansioso” por asumir un rol más protagónico y que el problema que tiene es que nunca ha sido una figura con arraigo en las bases del partido, como para pensar en que sea el liderazgo clave de la oposición. Además, no son pocos los que en el PS temen que su objetivo sea levantarse como “bisagra” con el Gobierno de Piñera, lo que podría generar más ruido interno, ya que su visión política de los consensos, propia de la década del 90, no tiene respaldo interno en la colectividad.

La falta de liderazgos va estrechamente unida –coincidieron senadores, diputados, ex dirigentes, integrantes de la comisión política y militantes– al imperativo que tiene el partido de redefinir su identidad política, su proyecto y rol como fuerza de izquierda de cara a la nueva realidad política del país y al siglo XXI. “El PS debe ser serio en este tema, porque pasa por algo de fondo, volver a ser un partido vinculado a la sociedad y no solo un mero administrador del poder como hasta ahora. El PS debe repensarse a sí mismo”, sentenció un senador socialista.

La lista se cierra con el papel que jugará el PS en los próximos años. Esa ha sido la carta que desde el mismo 17 de diciembre se ha tratado de jugar la mesa de Elizalde, que la colectividad quedó –a pesar de la derrota presidencial– en pie con una bancada de diputados de 18 miembros y 2 nuevos senadores, para convertirse en los articuladores de la centroizquierda, los conductores de la oposición al Gobierno de Sebastián Piñera que asume en marzo.

Internamente hay una tensión en el PS, entre los que consideran que no hay que desentenderse de la sociedad política histórica con la DC y quienes, ante la inminente muerte oficial de la Nueva Mayoría como coalición, abogan por que es el momento preciso para que el partido gire hacia la izquierda y privilegie un acercamiento con el Frente Amplio.

En el seno de la mesa directiva dicen que esa es “una falsa dicotomía”, que el papel articulador que debe cumplir el PS no es excluyente de ningún diálogo con sector alguno, que no es necesario hacer una alianza exclusiva, que además este no es el momento para analizar ese punto.

Pero en el resto del partido apuntan que en esa definición, que es de largo aliento, está en juego la supervivencia del socialismo, que también se debe esperar a ver lo que sucede con la DC, que el partido debe aprovechar la libertad que tendrá tras el fin de la NM para reestructurar conscientemente su política de alianza. “La nueva realidad política ya no se basa en el eje derecha-izquierda, todos los temas se mezclaron, el electorado ya no distingue eso, es acertado querer evitar que la DC se vaya a la derecha, pero no hay que ponerla como el eje del centro político”, explicó un ex funcionario PS de Palacio.

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