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María Olivia Mönckeberg: “A Jaime Guzmán le habría gustado ser un partido de mayorías, a pesar de no creer mucho en la democracia” A propósito de la publicación de su nuevo libro “El poder de la UDI”

María Olivia Mönckeberg: “A Jaime Guzmán le habría gustado ser un partido de mayorías, a pesar de no creer mucho en la democracia”

La directora del Instituto de Comunicación e Imagen (ICEI) de la Universidad de Chile, quien lanza su nueva investigación hoy, habla en detalle sobre la influencia de Jaime Guzmán en la configuración de la UDI, el gravitante rol de Pablo Longueira en las filas del gremialismo y también intenta responder por qué el partido más golpeado por el financiamiento irregular de la política no salió tan afectado en las últimas elecciones municipales. “Mientras la gente gane dinero o pueda cambiar el auto a cada dos años, mientras le vayan pasando cosas materiales, el resto de las cosas no le importa”, asegura la periodista.


“El poder de la UDI” es un retrato no solo del poder del partido fundado por Jaime Guzmán, sino también de su historia.

Dividido en doce capítulos, que van desde “Jaime y su tiempo”, pasando por “Longueira y la UDI Popular” hasta “Contra viento y marea”, la periodista María Olivia Mönckeberg intenta prender ciertas luces sobre el a veces oscuro y confuso mapa del gremialismo.

“Confieso que jamás imaginé que las ideas de Jaime Guzmán -tan disonantes en la época-, ni las propuestas monetaristas de los economistas formados en Chicago encabezados por Sergio de Castro llegarían a implantarse en el país -y menos aún- que marcarían el destino de las siguientes décadas con la fuerza que lo hicieron. El golpe de Estado de 1973 lo hizo posible”, escribe Mönckeberg en el epílogo de su investigación, donde no deja de lado su opinión personal: «Parece ser que los discípulos del fundador del gremialismo sacrificaron muchos principios a favor de los negocios”, dice.

-¿Es casual que este libro salga a pocos días de la elección presidencial?

-No fue hecho para la elección presidencial. Incluso, la idea de este libro no fue mía, me la planteó la editorial. Ellos pensaron que yo sería la persona adecuada para hacer una mirada más general de la UDI. El asunto es que a fines de 2014 pasó otra cosa: empieza a reventar la situación de escándalo de Penta y luego SQM, que golpeó muy fuerte a la UDI. Y lo que ocurrió es que frenamos y cambiamos, porque yo misma les propuse que había que hacer algo con el tema de la corrupción en la política y ahí nació el libro de la máquina para defraudar, que fue el proyecto que realicé durante el 2015. Así que ese libro se superpuso a este, pero a la vez, varios de los personajes están presentes en ambos libros. Pasado eso, retomé el proyecto y propuse que saliera este año porque el gremialismo cumplía medio siglo. Este es un libro que tiene mucho contexto histórico y que retrata, con vigencia, el poder de la UDI en la actualidad.

-Jaime Guzmán actúa como hilo conductor a lo largo del libro. ¿Tan gravitante e influyente fue su figura?

-Totalmente. Probablemente sin Jaime Guzmán no habría habido gremialismo. El Guzmán que uno conoció y que lo sigue conociendo a través de los escritos, creo que fue quien ideó, quien configuró, ese movimiento y que luego, junto a otros, crearon la UDI. Él era un ideólogo muy pragmático y llamó a su partido Unión Demócrata Independiente, aunque para ellos la democracia era un instrumento más que un sentido. Cuando él fue asesinado, casi instantáneamente se convirtió en mártir. Así, sus adeptos, lo engrandecieron.

-Lo sacralizaron…

-Exactamente. Ahora, hay otras figuras que son bastante claves, como alguien que está siendo muy objetado por las platas, me refiero a Pablo Longueira, de la UDI Popular. Ellos hicieron algo que es básico: sacaron al movimiento de los márgenes de la PUC y salieron a las poblaciones, a los sectores medios y bajos, en términos socioeconómicos; y eso, más los alcaldes designados en las comunas por Pinochet, que eran en su mayoría gremialistas, va afianzando la influencia de la UDI en las bases. Por eso el concepto de la UDI popular no es un eslogan.

-¿Cómo lograron que un discurso preferentemente conservador lograra permearse en esas bases populares?

-Es que el gremialismo va de la mano con la lógica neoliberal y el modelo de los Chicago, y lo que hace es fomentar la cultura del consumismo y el individualismo. Y eso logran que penetre. También haciendo asistencialismo. A lo mejor, no estaba eso en la cabeza de Guzmán al comienzo, porque él no sabía mucho de economía, pero se va dando así: hacen que a la gente no le importe la constitución e instalan un modelo político y un modelo económico. La gente siente que le va bien, cada uno defiende su metro cuadrado, y eso es parte del cambio cultural que se generó por la dictadura.

-Miguel Kast tiene un rol importante en el libro. ¿Cree que su hijo, José Antonio, representa con mayor fidelidad el pensamiento de hombres como él, de la UDI más dura?

-Tú quieres que yo opine igual que Gonzalo Rojas. Pienso que todos ellos se sienten dueños del legado de Guzmán. Me refiero a todos los que se han ido, como José Antonio Kast, Luis Cordero, etc. Creo que todos los que se han ido siguen siendo gremialistas y siguen diciendo que representan el pensamiento de Guzmán. De hecho, en la fundación Jaime Guzmán sigue presente José Antonio Kast. Esa fundación es el núcleo duro del legado de Guzmán. No es una fundación de beneficencia o de asistencialismo, sino de formación y capacitación para que este pensamiento y esta mirada política sigan presente en la sociedad chilena. Por otra parte, esa fundación es muy importante ya que es la dueña de la casa de la UDI, la de Suecia; eso dice algo. También la fundación hace asesorías parlamentarias, lo cual es una de sus especialidades; así se financian, tienen patrimonio, tienen mucha plata, mucha liquidez. Pero bueno, lo concreto es que a Jaime Guzmán le habría gustado ser un partido de mayorías, a pesar de que no creyera mucho en la democracia.

-En el libro también plantea que gremialismo y UDI no son conceptos equivalentes.

-Sí, pero tampoco son de otra galaxia. Es decir, se puede ser gremialista sin ser UDI, pero no ser UDI sin ser gremialista. Algo interesante: en las universidades no se presentan como UDI, sino que como gremialistas o a veces con nombres de fantasía, como la A1.

-¿Cómo ve al gremialismo en la PUC?

-Es bien paradojal, porque nacieron ahí, en derecho, luego se expandieron a economía y también a otras universidades, y finalmente tenemos a un movimiento que está debilitado en la PUC.

-A lo largo de su obra usted intenta poner ciertas luces sobre el oscuro y a veces confuso mapa del poder en Chile. Si ahora decide escribir un libro íntegramente sobre la UDI, ¿lo hace porque cree que es el partido más poderoso e influyente de la historia reciente de Chile?

-En lo que es netamente político: en los alcaldes, estuvieron arriba; en las elecciones parlamentarias, fue prácticamente en subida todo el tiempo. Lo que me llama la atención es que en las municipales uno podría haber pensado que los salpicaba el tema de las boletas, facturas, cohecho y otros, pero no repercutió mucho.

-¿Por qué no repercutió mucho?

-Uno podría tirar hipótesis. Por ejemplo, el cambio cultural, es decir, que mientras se gane dinero o se pueda cambiar el auto a cada dos años, mientras le vayan pasando cosas materiales, el resto no le importa. Segundo, el factor medios de comunicación: ¿cuánto lee la gente? ¿hay desinformación? Tercero, abstención electoral, que tiende a favorecer a posiciones más de derecha.  Otra cosa: fíjate en el tratamiento de los casos. En el epílogo del libro hablo del caso Caval, lo que tiene que ver con el manejo mediático. Este caso involucra a mucha gente de la UDI, pero para la gente es el caso de la nuera y del hijo de Michelle Bachelet, pero como te digo, resulta que si uno analiza los expedientes, las formalizaciones que está haciendo el fiscal Emiliano Arias en Rancagua, te das cuenta que los operadores de la UDI o ex militantes de la UDI, están tanto o más implicados en el caso Caval que estos dos personajes. Llama mucho la atención que Caval siempre sea igual a la familia de Bachelet, pero también está la familia de Chadwick y los operadores UDI.

-¿Qué preguntas quedaron sin responder en este libro?

-Primero, hay que hacerle un seguimiento profundo a estos personajes que están en tela de juicio, como Iván Moreira. No hay que perder la pista. Los abogados defensores de ellos dicen que no importa, que eran errores, o se justifican diciendo que el fin de esto era ser elegidos como parlamentarios. Pero están comprando, están asegurando votos en el parlamento, es decir, están hipotecando la democracia, o sea, ¡por favor!

-En la UDI hay influencia en bancos, universidades, etc. ¿Dónde es más fuerte su poder?

-En todas las anteriores: en las universidades privadas, en los institutos. Hay influencia UDI en la Universidad San Sebastián, en la Universidad Santo Tomás, en la Universidad del Desarrollo, en la Inacap, en la Universidad Andrés Bello, por nombrar algunas. También en empresas y en bancos como el Security.

-¿Cuál es el gran aporte que hace este libro en cuanto a investigación?

-Hoy vivimos en una sociedad, sobre todo los más jóvenes, muy instantánea, muy apurada, y se pierde la perspectiva, de modo que es bueno recordar, revisar y saber, para así entender a este partido político, que es más que un partido político, porque está vinculado en lo económico, en lo educacional, en lo social, en la manera de pensar y en la manera valórica de pensar, también. Este libro tiene muchas novedades. Te voy a dar un símbolo, que está en el capítulo cuarto: los misterios de la casa de Suecia, donde partió Guzmán con sus discípulos, reuniéndose, y donde hubo complots, conspiración y preparación del golpe militar; y después la coordinación de la gente de Guzmán durante los primeros tiempos de la dictadura. Hay novedad también cuando me metro a fondo en la revista Realidad. Con los ojos de hoy, puedo decir que no me había dado cuenta cuán importante era esa revista.

 

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