Publicidad
«Lo que asombra es que a pesar de la conmoción que provocó la muerte de Lissette Villa, nada haya cambiado» Mónica Monje, directora del hogar donde falleció la menor de 11 años

«Lo que asombra es que a pesar de la conmoción que provocó la muerte de Lissette Villa, nada haya cambiado»

Según el testimonio de la psicóloga, la noche del día que murió la pequeña «comenzó otra historia: de omisiones, secretos, ocultamientos e inculpaciones cruzadas (…) cada uno trataba de salvar el pellejo». De igual modo, la profesional denuncia que «los niños bajo el cuidado y protección del Sename no son un grupo prioritario de atención en salud para ninguna institución. Pareciera que la muerte de esos niños/as dejó de ser visible».


La ex directora del hogar CREAD Galvarino de Estación Central, Mónica Monje Lütjens, quien fue desvinculada del Servicio Nacional de Menores (Sename) tras la muerte de la menor Lissette Villa (11) el 11 de abril de 2016, entregó por primera vez su testimonio.

En una carta publicada por el sitio Ciper Chile, la psicóloga comienza advirtiendo: «Quiero dejar bien claro que si Lissette falleció, ese hecho es suficientemente contundente para que yo asuma que no puedo salir ‘ilesa’ de lo sucedido, aún cuando no estaba presente en el momento de su deceso. No soy cómplice de ningún intento de ocultar nada relacionado con su muerte, ni de encubrir a nadie, y no tengo compromisos personales ni políticos».

«Escribir este testimonio obedece a mi deseo de que una voz muy poco escuchada pueda ser oída. Todo lo que acá relataré intenté decírselo a la actual directora del Sename, que en ese momento llevaba poco tiempo en el cargo. No fui recibida: me atendió uno de sus asesores y me señaló que por “ley del lobby” debía pedir una audiencia», agrega.

En su escrito, Monje recuerda haber recibido un llamado telefónico de la jefa técnica del recinto quien le informó que la menor se había «descompensado», es decir, tuvo una «desregulación emocional y agitación psicomotora».

«Con la jefa técnica habíamos adquirido ciertos códigos y solo bastó que me dijera “hay que devolverse al CREAD” para que yo regresara al centro. Me había retirado cerca de las 18:40 horas. Antes de irme, cerca de las 18:30 horas, Lissette fue a mi oficina y me pidió “ropa de guagua”. No me extrañó, yo acostumbraba a regalarle muñecas ya que ella jugaba a ser madre. Busqué en la caja con juguetes que tenía en mi oficina y le dije que no tenía, pero que apenas consiguiera se la haría llegar con la encargada de su casa. “Ya tía”, fue su respuesta. Nos despedimos con un abrazo y un beso. Fue la última vez que la vi con vida», prosiguió narrando la profesional.

«La información era escasa, confusa y estábamos completamente en shock. En las afueras de las oficinas de dirección, estaba Lissette, extendida en el piso y a su alrededor el equipo del SAPU y Bomberos. La estaban reanimando. Esa misma noche comenzó otra historia: de omisiones, secretos, ocultamientos e inculpaciones cruzadas. Los medios de comunicación daban cuenta de versiones distintas y con escaso rigor; sectores políticos pedían ‘cabezas’. Al otro día ya se rumoreaba que la causa de la muerte habría sido una sobredosis de medicamentos», declara.

«Lo único cuerdo era esperar los resultados del Servicio Médico Legal, distintas versiones iban y venían. Mientras, en medio de un clima enrarecido, al interior del CREAD y del servicio en su conjunto, cada uno trataba de ‘salvar el pellejo'», indica.

Y puntualiza que «entes de que Lissette reingresara al CREAD Galvarino, la niña fue llevada por su anterior residencia al Hospital San Borja Arriarán para una atención psiquiátrica. Además de la atención pública, se buscó atención privada, lo que provocó que Lissette mantuviera una ingesta importante de medicamentos tendientes a la reducción de sus impulsos y control conductual (…) la causa de muerte de Lissette aún es una incógnita».

Agregando que «ese día 11 de abril la encargada de turno relató su versión de los hechos. Once días más tarde esa versión fue derrumbada por la declaración de otra niña quien habría sido testigo ocular de los hechos y que relató lo ocurrido involucrando a funcionarias del centro. Eso es lo que se filtró a la prensa. Meses después aparecen dos causas de muerte opuestas. La Fiscalía formalizó a cinco funcionarias por la muerte de Lissette mientras algunos medios instalan la presencia de “tortura y apremios ilegítimos” por parte de funcionarios del CREAD Galvarino, las que dan sustento a las formalizaciones».

Asimismo, señala que una vez que asumió como directora del CREAD informó a «todos los Tribunales de Familia que nos encontrábamos con alta dotación de niños varones, a punto de no contar con camas para recibirlos. Hicieron oídos sordos. También informé a las autoridades del Sename los perfiles, complejidades y necesidades de cada niño, pero la respuesta fue insuficiente, momentánea y de parche. Esos documentos están a disposición de quien quiera leerlos».

«Debo decir que en el CREAD Galvarino se recibían -y se siguen recibiendo- a niños con trastornos del tipo Autista Asperger, niños/as con dificultades motoras de desplazamiento y con enfermedades crónicas (asma, corazón, etc.). Muchos de ellos han sido abandonados y vulnerados, lo que construye una doble o triple realidad afectiva-emocional-intelectual. Es decir, debemos hacernos cargo de la salud física y mental de niños que requieren de tratamientos altamente especializados para recuperarlos y re-habilitarlos», denuncia.

«La realidad es que para ellos no existe esa atención especializada y las distintas direcciones del Sename se han negado a replantear el perfil de atención y a situar las responsabilidades del Ministerio de Salud, desde la prioridad y especialización, en la atención de estos niños/as», acusa la directora del hogar del Sename donde falleció Lissete.

Y concluye: «Lo que asombra es que, a pesar de la conmoción que provocó la muerte de Lissette, nada haya cambiado. Y ello, a pesar que después de Lissette, falleció también por causas que se investigan el menor James y luego otro niño más. Pareciera que la muerte de esos niños/as dejó de ser visible. También para aquellos políticos que en su momento rasgaron vestiduras y hoy siguen al margen de la situación del Sename, sin apuro para promulgar la Ley de Protección Integral, deuda pendiente con la infancia de nuestro país. ¿Podrá esa actitud provocar cambios y transformar la manera de hacer políticas de infancia en Chile? ¿Qué pasó con el CREAD Galvarino, con los otros CREAD y las residencias colaboradoras luego de la tragedia de Lissette? Silencio».

Publicidad

Tendencias