Publicidad
Nuevas fuerzas políticas ponen la lápida al control del PC y el PS en las organizaciones sociales y gremiales El triunfo de una fuerza “tercerista” en el Colegio Médico marca un nuevo mapa de orgánicas gremiales

Nuevas fuerzas políticas ponen la lápida al control del PC y el PS en las organizaciones sociales y gremiales

Macarena Segovia
Por : Macarena Segovia Periodista El Mostrador
Ver Más

El recambio al interior de organizaciones como la Confech, el Colegio de Profesores y la crisis y cuestionamientos a la dirigencia de la CUT, marcan la pauta para un nuevo panorama organizacional que señala el fin del ciclo de control por medio de los partidos, que caracterizó el periodo de la Concertación. Estas nuevas fuerzas encarnan el descontento con los sectores políticos tradicionales y representan, a su vez, un gran desafío para el siguiente Gobierno en materia de eventuales conflictos sociales.


En los últimos años se ha visto un proceso de reestructuración y cambio al interior de los sectores organizados en la sociedad chilena. Es así como una serie de agrupaciones estratégicas a nivel económico y sindical, o con una fuerte presencia en las calles y capacidad movilizadora, han pasado a ser dirigidas por una especie de “tercera fuerza”, que –según los especialistas y dirigentes sociales– tiene como principal característica la “autonomía” frente a las cúpulas partidarias.

La llegada masiva de jóvenes que se vieron formados en el “movimiento estudiantil”, que tienen una militancia en organizaciones del Frente Amplio, o «extraduopolio”, ha llevado a procesos de recambio dirigencial que les han quitado espacio a las fuerzas tradicionales como el PC o el PS, tanto en el mundo sindical como estudiantil. Entre estas orgánicas sociales se encuentran en el Colegio de Profesores, la Confech, la Anef y sindicatos estratégicos de la CUT y, más recientemente, el Colegio Médico, donde tuvo lugar un cambio radical de directiva la semana pasada.

Oxigenando el Colegio Médico

El domingo 28 de mayo, pasadas las 18:00 horas, se conocieron los resultados de las elecciones de directiva y consejeros regionales del Colegio Médico (Colmed), una “elección histórica en muchos sentidos”, reconocen las distintas listas en disputa.

Por un lado, es primera vez que una mujer asume la presidencia de una organización que muchas veces fue tildada de “tradicionalista” y “machista”. Además, por vez primera se superó el margen del 30% de votantes de un padrón que es el segundo más grande después del Colegio de Profesores. Votaron 11.886 médicos, más del 50% del total de los colegiados, quienes además desarrollaron el proceso por la vía del sufragio electrónico.

La lista que resultó ganadora, con más de 6 mil votos (53%), fue “A seguir Oxigenando el Colmed” (Lista A), conformada por Izkia Siches (presidenta), Patricio Meza (vicepresidente), Jaime Sepúlveda (tesorero), José Bernucci (secretario general) e Inés Guerrero (prosecretaria).

“Oxigenando el Colmed” es el segundo intento de una apuesta “tercerista” al interior del Colegio Médico, que tuvo su primer intento en las elecciones pasadas, pero que después de tres años de trabajo logró desplazar a las tradicionales listas que disputaban la testera de la entidad. Así quedaron fuera la Lista B “Fuerza Médica”, liderada por Pablo Araya, ex RN que participó en el Gobierno de Sebastián Piñera y que obtuvo 2 mil 562 votos (22%), y la Lista C “Colmed vamos por más”, que alcanzó los 2 mil 971 votos (25%) y que fue comandada por el doctor Sergio Rojas.

De esta forma, uno de los colegios con mayor peso estratégico del área de la salud será dirigido por los próximos tres años por Izkia Siches, una joven especialista en medicina interna de 31 años, que lleva siete años trabajando al interior del gremio, periodo en el cual presidió el regional Santiago.

Siches fue dirigenta estudiantil y militó en las Juventudes Comunistas, mientras estudiaba Medicina en la Universidad de Chile. Durante su trabajo en el Colegio Médico ha sido reconocida por privilegiar la discusión en torno al fortalecimiento de la salud pública, además de hacerse parte de demandas como la legalización del aborto bajo tres causales, que la llevaron a participar en la campaña #CuentaConmigo, de Fundación Miles.

Además, es parte de la agrupación Médicos Sin Marcas, entidad que pretende “promover un ejercicio clínico responsable, basado en evidencia y libre de las influencias de la propaganda y los incentivos provenientes de la industria farmacéutica y de dispositivos médicos”, como indican en su página, donde agregan que “buscamos fomentar un distanciamiento de la profesión médica respecto de las estrategias de promoción de las compañías productoras de tratamientos, con miras a proteger la imparcialidad e independencia del juicio clínico de los efectos distorsionadores del marketing y los conflictos de interés”.

¿Influencia frenteamplista?

El proceso de surgimiento de este sector del Colegio Médico nació en respuesta al desgaste y “conservadurismo” en su interior, aseguran las nuevas dirigencias regionales del Colmed. Reconocen que terminó siendo “una bolsa de gatos súper grande”, porque acabaron integrando a diversos sectores “descontentos” con las últimas dirigencias y la labor que había realizado el gremio. Al igual que en otras entidades gremiales, como el Colegio de Profesores, esta nueva apuesta emergió desde los doctores más jóvenes que han entrado al Colmed, principalmente, integrantes de la atención primaria, médicos residentes y generales de zona.

[cita tipo=»destaque»]La llegada masiva de jóvenes que se vieron formados en el “movimiento estudiantil”, que tienen una militancia en organizaciones del Frente Amplio, o «extraduopolio”, ha llevado a procesos de recambio dirigencial que les han quitado espacio a las fuerzas tradicionales como el PC o el PS, tanto en el mundo sindical como estudiantil. Entre estas orgánicas sociales se encuentran en el Colegio de Profesores, la Confech, la Anef y sindicatos estratégicos de la CUT y, más recientemente, el Colegio Médico, donde tuvo lugar un cambio radical de directiva la semana pasada.[/cita]

“Partimos desde un diagnóstico, basado en el sistema de salud actual y, por otra parte, que las prácticas del colegio no eran las correctas”, explican desde Oxigenando. A su juicio, una de las principales críticas era que “el mismo colegio se ha ido ensimismando de la sociedad, de las políticas públicas y de los mismos colegiados”, conformando “una política elitista y alejada de las bases”, plantea un nuevo dirigente regional .

Al igual como ha ocurrido en otros espacios organizados, como el Colegio de Profesores, la Confech y la ANEF, las nuevas fuerzas organizadas han logrado desplazar –en parte– a los dirigentes de la Concertación que han caído en un proceso de desgaste y deslegitimación, cediendo un espacio que ha sido ocupado por nuevas fuerzas emergentes, divididas en socialdemócratas, anticapitalistas o antineoliberales con proyecto institucional e izquierda anticapitalista sin proyecto institucional, como lo plantea el analista en Estudios Sociales y Políticos, Francesco Penaglia, en su libro Subversión del orden Transicional. En este espacio de jóvenes médicos descontentos con las prácticas dirigenciales también influyeron fuerzas del Frente Amplio, que cuentan con sus respectivos frentes de trabajadores y especialistas, principalmente de Izquierda Autónoma y Revolución Democrática, quienes tuvieron “que echar mano a todos los miembros descontentos y despolitizados”, explican desde «Oxigenando el Colmed».

Uno de los problemas que se desarrollaron durante la campaña y que apuntó hacia un sentimiento “antipolítico”, fue la crítica respecto a que el Colmed sería cooptado por fuerzas de extrema izquierda o que sería politizado, lo que quedó en evidencia por medio de un correo que envió el director de la Clínica Santa María, Dr. Cristián Ugarte Palacios, a los encargados por área de la misma. En el mail les pidió “recordar a sus equipos la votación del Colegio Médico, que corre serio riesgo de politizarse nuevamente, por lo que se requiere el voto de aquellos que no han votado”. Esta jugada fue vista como una “campaña sucia” por parte de la Lista A, ya que aseguran que, si se revisan los programas de las tres listas, apuntaban “en cierta medida” a lo mismo, ya que en espacios como el Colmed “las propuestas tienen que ser moderadas”, sentencian.

Nuevo panorama organizacional

Este triunfo en el Colegio Médico se suma a una serie de cambios en sectores estratégicos a nivel sindical, y también en organizaciones sociales.

La Confech desde el año 2012 comenzó a vivir un recambio entre sus principales dirigencias, “izquierdizándose”, o dejando atrás las clásicas dirigencias de los partidos tradicionales y del Partido Comunista, por un transversal “descontento”. Fue allí donde comenzaron a surgir liderazgos como el de los diputados Gabriel Boric y Giorgio Jackson y movimientos como la Nueva Acción Universitaria (NAU), Izquierda Autónoma, la Unión Nacional Estudiantil (UNE) y el Frente de Estudiantes Libertarios, orgánicas que han dado origen a las fuerzas frenteamplistas, entre ellas, Movimiento Autonomista, Revolución Democrática, Nueva Democracia y la Izquierda Libertaria. Actualmente, las tres principales presidencias estudiantiles se encuentran en manos de la UNE, con Daniel Andrade en la Fech, la NAU en la FEUC y RD en la Feusach.

Pero también hay fuerzas más “a la izquierda”, que han ido tomando terreno al interior del movimiento estudiantil, como el Somos, desde donde surgieron vocerías como la de Marta Matamala (Feusach), también grupos trotskistas, entre otros. Quedando desplazados de estos espacios de poder las juventudes de los partidos tradicionales.

Un proceso similar vivió el Colegio de Profesores, actualmente dirigido por la denominada “disidencia”, de la mano de Mario Aguilar. Después de las fuertes movilizaciones del año 2014, en las que se vio una gran resistencia desde las bases militantes ante la forma de operar de las dirigencias del colegio, en particular de su entonces presidente, Jaime Gajardo (PC), las fuerzas al interior del Magisterio comenzaron a rearticularse, se abrió un “flanco izquierdo” a la Nueva Mayoría y varios dirigentes locales de dicho conglomerado se unieron a la lista de los “disidentes”, la que era compuesta por distintas orgánicas emergentes, conformadas por una “masa crítica de profesores que venían desde el movimiento estudiantil”, recalcaba Aguilar a fines de 2016. Una fuerza que logró disputar espacio a lo que –en la interna– era denominado como “la máquina interna del PC” y ganar las elecciones de la organización.

En la Asociación Nacional de Empleados Fiscales (ANEF) también se levantó un movimiento que intentó sacar al oficialismo de la presidencia de la entidad. En las últimas elecciones surgieron las listas “ANEF en Acción”, una apuesta que tenía como principal bandera la independencia y que estaba conformada por socialistas díscolos, que se descolgaron de la propuesta oficialista, junto a independientes y miembros del Movimiento Autonomista, al que pertenece el diputado Boric. Junto a ellos estaba “Cabreados”, cuyos miembros se definen como “más a la izquierda” y que en campaña impulsaron una fuerte crítica al rol de las dirigencias históricas y su trato con la Nueva Mayoría. Finalmente, uno de los últimos bastiones en orgánicas sociales del proceso concertacionista logró mantenerse en pie y la ANEF se mantuvo en manos del PC, a través del liderazgo de Carlos Insulza, funcionario del SII, aunque las otras dos listas también consiguieron ser parte de espacios de dirección nacional y regional.

Otro síntoma de este proceso de reestructuración de las orgánicas sociales se ha visto reflejado en las tensiones al interior de la CUT y una serie de congelamientos de la participación de distintos sindicatos y agrupaciones. Punto que analiza Penaglia en su columna “La descomposición de la CUT y del sindicalismo burocrático”. Allí explica que “el 31 de enero el Colegio de Profesores anunció congelar su participación en la CUT. El 5 de febrero la Confederación Nacional de Salud Municipal (CONFUSAM) declaró que decidirá en un evento nacional durante el 2017 su permanencia en la CUT. Por su parte, el 14 de febrero, la Federación de Trabajadores del Cobre también decidió suspender su participación en la Central; finalmente, el 15 de febrero la Confederación Nacional Unitaria de Trabajadores del Transporte (CONUTT) declaró su salida a través de una declaración que señalaba que la CUT ‘ya no volverá, la han matado una tropa de trepadores, dirigentes serviles a los partidos que solo velan por sus intereses personales’’’.

“Caso aparte ocurrió en la ANEF, que si bien el 15 de febrero de 2017 congeló su participación, el lunes 10 de abril ratificó su permanencia en la central, lo que evidentemente está relacionado con la fuerte presencia que mantiene el PC en el espacio”, explica. Este escenario plantea a una CUT que “atraviesa una importante crisis de descomposición política, moral y orgánica”, en opinión del especialista. Lo que aumentaría la presión por mantener los espacios de control desde el oficialismo.

Para el analista político Andrés Cabrera, “el debilitamiento de la CUT y la irrupción de nuevas fuerzas políticas que asumen la conducción de significativos espacios sectoriales dentro del mundo del trabajo organizado, son dos fenómenos que se encuentran directamente relacionados. Ambos fenómenos responden a las características que reproduce el escenario sociopolítico nacional en su conjunto. Por un lado, se observa un evidente desgaste, descomposición y la falta de legitimidad por parte de los segmentos que han conducido los órganos sindicales históricos del país. Entre ellos, el más representativo, la CUT”.

Las implicancias políticas

Bajo este nuevo escenario político y social del sector movilizado y organizado del país, a juicio de los analistas, el “control” desde los espacios institucionales se vuelve aún más complejo, y hasta es posible que el orden y la gobernabilidad interna cambien en los próximos periodos presidenciales.

Según el mencionado libro Subversión del orden Transicional, la escalada en las movilizaciones ha sido progresiva: de 1773 manifestaciones en el año 2009, pasaron a casi 7 mil en el 2011, y las “alteraciones al orden público”, que estaban cifradas en 237 mil, en el 2009, llegaron a más de 2 millones en 2011 y pasaron a mantenerse hasta el 2013 en más de 729 mil, de acuerdo al PNUD.

Ante esto, la salida institucional que dio como respuesta “la élite transicional concertacionista” parece estar “destinada a perecer. Buscaron reconfigurar un proyecto que capitalizara e incorporara el ‘malestar’ de los movimientos sociales, pero, como se ha analizado en el estudio, su capacidad de dar respuesta e incorporar demandas populares ha sido solo de 8,8%, en el caso de los conflictos regionales, 7,8% en el estudiantil y 0% en el caso ambiental y mapuche”, lo que evidenciaría la imposibilidad de dar respuesta desde la actual política de gobernanza a los conflictos y demandas de los sectores organizados de la sociedad.

En la visión de Mario Aguilar, actual presidente del Colegio de Profesores, esto se debe a que “evidentemente está cambiando el panorama social” y a que “la antigua tesis de que los partidos políticos daban dirección o conducían los movimientos sociales está totalmente superada”, esto producto de que hoy existe una “ciudadanía que demanda otro tipo de democracia, mucho más directa, participativa. Se cuestiona directamente a la élite, que está desacreditada y ya no puede dirigir al movimiento social”.

En cuanto a las demandas de su sector, Aguilar explica que, en caso de un Gobierno de derecha o de la Nueva Mayoría, “uno puede pronosticar un cierto continuismo en las políticas, por lo tanto, una falta de sintonía con el movimiento social, que seguramente lo que va a generar es que la alta movilización, las demandas y la presión por cambios más estructurales van a seguir fuerte”. Por otra parte, en el caso de un Gobierno del Frente Amplio, “uno esperaría, y lo pongo bien en condicional, que va haber un tratamiento distinto… uno esperaría un Gobierno con mucha más participación de la ciudadanía y los movimientos sociales”, indica el dirigente de los docentes.

Aguilar hace hincapié en que, a pesar de su “vereda cercana al Frente Amplio como ciudadano”, se debe mantener la autonomía de los movimientos sociales, falta que identifica en el proceso que vivió la Nueva Mayoría, especialmente con el Partido Comunista. “Actuar con total independencia y autonomía, esa es la clave de los nuevos movimientos sociales”, recalca. “La sociedad chilena se ha ido autonomizando de la élite política y económica que tiene un bajo prestigio. Y esto son antesalas de cambios profundos en la sociedad, porque, cuando hay un cuestionamiento más de fondo a esta élite que ha mantenido el poder durante tantos años, el paso siguiente es el cuestionamiento al modelo», agrega.

Para el analista político Andrés Cabrera, “todo parece indicar que las alteraciones de las correlaciones de fuerza, al interior de distintos espacios sectoriales, tenderá a profundizar el desgaste de los ‘mecanismos de contención’ con los que ha actuado la política transicional durante los últimos años”. El historiador explica que uno de los propósitos fundamentales de la Constitución de 1980 fue la “neutralización de la agenda política del pueblo”, lo que “fue desarrollado de manera magistral por los sucesivos gobiernos de la Concertación, durante el período de la ‘Alta Transición’”.

Cabrera agrega que “ya en la ‘Baja Transición’, junto al agotamiento de la Concertación y el ascenso del Gobierno de derecha en el año 2010, se hizo evidente no solo la incapacidad de gestionar el conflicto social por parte del Gobierno de Sebastián Piñera, el cual emergía desde distintos frentes –socioambientalista, regionalista y educacional–, sino que también se vuelve patente el desgate de los mecanismos institucionales”, una de cuyas pruebas es que “el retorno de la Concertación, bajo el nuevo rótulo de Nueva Mayoría, ha sido también incapaz de apaciguar la emergencia del conflicto social”.

Según el historiador, “en la eventualidad de que Sebastián Piñera llegué a la conducción gubernamental durante el próximo año, lo más probable es que se configure un escenario de incremento en la conflictividad social. Una victoria de la derecha, volcará los esfuerzos de lo que será la extinta Nueva Mayoría hacia el amplio espectro de organizaciones sectoriales”.

Finalmente, “la tendencia a la conformación de actores sociopolíticos no se detendrá, por lo tanto, los focos de conflicto seguirán latentes. El Estado deberá crear modificaciones institucionales de importancia, a fin de procesar el conflicto sociopolítico incubado por el modelo”, sentencia Cabrera.

Publicidad

Tendencias