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Touché Opinión

Touché

Alberto Mayol
Por : Alberto Mayol Sociólogo y académico Universidad de Santiago
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Guillier está en sintonía con los tiempos, es agradable, es bueno, es popular. Pero Lagos le dice que al frente tiene un tótem, que se requiere algo más que una encuesta para derrotarlo. Lagos se define rey de esta selva, se muestra con ostentación diciendo que su mirada vale más que mil promesas, no busca el amor sino el respeto; no quiere su voto, quiere además su miedo.


«El escenario ha sido clarificado. Bachelet no quería hacer el cambio de gabinete, pero lo hizo. La huella es clara: se llama Máximo y su apellido es Pacheco. El incitador es evidente, al punto del goce y la ostentación, es Ricardo Lagos. Lo cierto es que en una genialidad política de proporciones, pocas veces vistas en el mustio Chile del presente, Ricardo Lagos destruye todo a su alrededor y se posiciona con una energía insólita. En primer lugar, le otorga un golpe rosado a Bachelet, definiendo él la fecha del cambio de gabinete, llevándose al mejor ministro para pensar el programa (es decir, demuestra que hoy vale más  ser postulante a ministro de Lagos que ministro efectivo de Bachelet) y quitando la agenda electoral por completo de la mesa.

[cita tipo=»destaque»]Bachelet está presa de su irrelevancia y Lagos viene a decir que no hay pato cojo porque el único pato es él y los demás son un tropel de diletantes tratando de sintonizar con un pueblo rebelde. Guillier ha sido torpedeado y tiene poco tiempo para demostrar que no tiene heridas y que sabe jugar el juego.[/cita]

Además, viaja justo después a La Araucanía (la tierra prohibida de Bachelet) y, para mostrarlo, habla en el aeropuerto. Pacheco incumple protocolo y se apresura a informar de la operación en pleno Salón Montt-Varas. Es decir, es una bomba de racimo.

El Gobierno no gobierna, es Lagos quien asume antes de asumir. Y con ello da la señal más importante: Guillier está en sintonía con los tiempos, es agradable, es bueno, es popular. Pero Lagos le dice que al frente tiene un tótem, que se requiere algo más que una encuesta para derrotarlo. Lagos se define rey de esta selva, se muestra con ostentación diciendo que su mirada vale más que mil promesas, no busca el amor sino el respeto; no quiere su voto, quiere además su miedo. Lagos es un Saturno que se devora a sus hijos políticos y les anuncia que son todos ciegos y simplones, mientras él está en otra estatura. Lagos ha hecho un golpe y muchos hablan del implícito apoyo de Bachelet.

Nada que ver, Bachelet está presa de su irrelevancia y Lagos viene a decir que no hay pato cojo porque el único pato es él y los demás son un tropel de diletantes tratando de sintonizar con un pueblo rebelde. Guillier ha sido torpedeado y tiene poco tiempo para demostrar que no tiene heridas y que sabe jugar el juego. Ni hablar de los demás. Hoy Lagos demostró que sigue siendo Lagos y el Salón Montt-Varas (su marco teórico) albergó la obra vampírica que ha consumado.

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