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Navarrete apunta a directiva UDI y califica de «complicidad institucional» la errática estrategia de defensa en el Pentagate Dice que se pone en duda la honestidad del “todavía partido más grande de Chile”

Navarrete apunta a directiva UDI y califica de «complicidad institucional» la errática estrategia de defensa en el Pentagate

El abogado y columnista explica que la lectura de la conferencia de prensa del gremialismo se puede asemejar al texto de un guión en el que está dividido de cinco partes, pero que el resultado final no admite mayores comentarios, ya que “refleja cómo la conducta de la directiva de la UDI, al igual que la gran mayoría de sus dirigentes, sólo contribuyó a agravar la situación, sumando a las responsabilidades individuales una complicidad de carácter institucional”.


El abogado y columnista Jorge Navarrete lanzó sus dardos a la directiva de la UDI por la errática estrategia comunicacional de defensa en el Pentagate, calificándola de “complicidad institucional” y agrega que esto ayudó a “agravar la situación, sumando a sus responsabilidades individuales una complicidad institucional”.

En su columna en La Tercera, Navarrete se refiere a la conferencia de prensa que el gremialismo dio para asumir las irregularidades en torno al financiamiento electoral y que está siendo investigado por la justicia.

“Premunidos de una escenografía donde se leyó un texto y no se permitieron las preguntas, intentaron así poner término a la pesadilla que han vivido durante estos meses. Pero tanto los hechos como las declaraciones que antecedieron a este deslavado mea culpa, desacreditan cualquier valor a un gesto más motivado por la desesperación que por la sincera convicción”, expone.

En su análisis, el abogado explica que la lectura de la conferencia se puede asemejar al texto de un guión en el que está dividido de cinco partes.

Y parte con la primera escena: “frente a los prematuros indicios de esta investigación impulsada por el SII, tanto la directiva gremialista como sus militantes acusan persecución política por parte de un organismo de gobierno y desacreditan cualquier veracidad a los hechos que tímidamente comenzaban a instalarse en la prensa”.

“Cuando ya un funcionario proveniente de un órgano autónomo del Estado decretaba las primeras diligencias, la queja recayó sobre las maliciosas e intencionadas filtraciones del fiscal, las que sólo alimentaban infundados rumores sobre la honorabilidad de las personas recién cuestionadas”, precisa en la segunda escena.

En la tercera escena, Navarrete menciona que “dada la contundencia de las pruebas existentes y cuya solvencia era difícil de soslayar, la estrategia fue ahora sugerir que se trataba de una conducta generalizada, incluso sindicando a personas y situaciones que vinculaban a otras fuerzas políticas”.

En la cuarta y quinta escena, el profesional explica que “cuando eso tampoco dio resultado, y pese a la intensa búsqueda de otros casos que contribuyeran a configurar la teoría del empate, se admitió la posibilidad de aislados “errores”, pero que en ningún caso eran constitutivos de alguna irregularidad o delito”, añadiendo que “ante la inminente formalización de los financistas que organizaron este “sistema”, se reconoce la existencia de posibles ilícitos, se pide paciencia y celo a la autoridad judicial respectiva y se dan las disculpas del caso a la población”.

A su juicio, la secuencia no admite mayores comentarios y “refleja cómo la conducta de la directiva de la UDI, al igual que la gran mayoría de sus dirigentes, sólo contribuyó a agravar la situación, sumando a las responsabilidades individuales una complicidad de carácter institucional”.

“En los hechos, ya no sólo está en duda la honestidad de las personas judicialmente involucradas, sino ahora también la de quienes tenían el deber de proteger el presente y futuro del todavía partido más grande de Chile. Ese desprecio por el reconocimiento de una verdad, tan bien reflejado en el dicho popular que dice “mejor ponerse una vez colorado que cien veces amarillo”, resulta incomprensible en políticos profesionales que, aunque no por consideraciones éticas sino estratégicas, deberían haber hecho esto completamente al revés”, sostiene.

Navarrete concluye indicando que “estos acontecimientos me han recordado la tan espléndida como dramática película “Irreversible”, donde su director Gaspar Noé relata una historia de atrás para adelante. Pero tal como lo sugiere esa misma obra de ficción, en la vida real eso no es posible”.

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