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Jorge Navarrete: «El obsceno protagonismo del dinero en la política ha desvirtuado el principio de representación»

Jorge Navarrete: «El obsceno protagonismo del dinero en la política ha desvirtuado el principio de representación»

El abogado expuso en un seminario con intelectuales de izquierda progresista su mirada respecto a las asimetría en el acceso a la toma de decisiones, que a su juicio es tanto o más grave que las diferencias de ingresos económicos.


En el marco del seminario «Next Left», que la semana pasada reunió a intelectuales de izquierda de américa latina y Europa, el abogado Jorge Navarrete hizo un análisis en que desmenuzó el concepto de «desigualdad» extendiendo su significado fuera del ámbito estrictamente económico.

«La principal desigualdad no es económica o social, sino que ésta es sólo una consecuencia de la asimetría en la distribución del poder en general, y del poder político en particular. La madre de todas las batallas es la desigualdad en la influencia, visibilidad y capacidad para participar en las decisiones. Dicho de otro modo, la democracia ha incumplido su más básica promesa: a saber, que las necesidades de los ciudadanos pesen de manera similar en la deliberación de nuestros asuntos colectivos», escribió Navarrete. 

El abogado que habitualmente escribe en La Tercera, participó en este seminario al que también asistieron el ex Presidente Ricardo Lagos y la Presidenta Bachelet. Navarrete puso el foco en el rol que el dinero ha ido adquiriendo en la actividad política. «El obsceno protagonismo del dinero en la política, tanto en la cantidad como en las formas –me refiero a la opacidad y la ausencia de límites– ha desvirtuado el principio básico de representación política, licuando los intereses de la mayoría y poniendo especial atención a los privilegios de una minoría. Lo anterior, profundizado por reglas del juego que tienden a perpetuar el poder de una cierta elite, ha dinamitado la confianza hacia la institucionalidad política y sus reales posibilidades de transformar la vida de las personas,convirtiendo a los procesos eleccionarios en ritos tan predecibles como irrelevantes», agregó. 

Para Navarrete, quien trabajó en la campaña presidencial de Claudio Orrego, la desigualdad se expresa en  «la tendencia de que el interés de pocas personas, pero intensamente perseguido, será siempre más influyente y efectivo que el bienestar general, por definición más débil y difuso», afirmó.  

A su juicio «la más dura desigualdad no es de ingreso o patrimonio, sino la que se refiere a las barreras y asimetrías para el acceso a redes, relaciones, tanto de visibilidad como de influencia, nuestro adversario –parafraseando a Michael Walzer– no es el monopolio, sino el predominio. No es tan significativo que en el ejercicio de la competencia ciertos ciudadanos sean definitivamente exitosos en un aspecto de la vida, incluso en desmedro de los demás. Lo complejo y difícil de aceptar es que, en nada más parecido a una alquimia social, por el hecho de triunfar en determinada esfera, eso necesariamente signifique que sean los mismos quienes siempre ganen en todas las demás».

Por último Navarrete propone una salida, en que «para recuperar la política y la confianza de los ciudadanos en su virtud y posibilidades, debemos observar cinco reglas o claves presentes en el espacio público. La primera es ideológica: la orden del día es redistribuir poder, no sólo económico y social, sino preferentemente político y territorial. La segunda clave es procedimental: el método es el mensaje, o sea, la forma y manera de hacer las cosas dice mucho más de nuestra voluntad y convicción que los resultados mismos. Tercero, una consideración sicológica: lo más objetivo es lo subjetivo y tenemos que mejor ponderar el valor de las emociones, estados de ánimo y sentimientos de los ciudadanos. Cuarto, una clave tecnológica, en la medida que vivimos una época de interacciones inmediatas, donde los ciudadanos ya no son sólo receptores de información sino que poseen los instrumentos para emitir sus propios juicios, rabias y verdades. Por último, una conclusión lógica, ya que no podremos obtener resultados distintos si seguimos haciendo más de lo mismo», concluyó. 

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