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Buena suerte: la única garantía de los habitantes de Juan Fernández ante emergencias médicas

En medio de la tragedia que costó la vida del animador Felipe Camiroaga y otras 20 personas, el drama de la mala conectividad de los isleños vuelve al tapete. Una pista de aterrizaje que sólo sirve en el día y la inexistencia de un camino desde San Juan Bautista hasta el aeródromo ponen en riesgo a pacientes graves que necesitan tratarse en el continente. Así lo enfrentó un joven buzo que ayudaba en las tareas de rescate y que tuvo la buena estrella de que el despliegue de ayuda le permitiera ser trasladado a tiempo a un hospital en Valparaíso.


El sábado en la noche y luego de haber trabajado en las labores de rescate de los restos de las víctimas del accidente aéreo que terminó con la vida de 21 personas en Juan Fernández, el buzo Rubén Bertullo de 20 años llegó con un fuerte dolor abdominal a su casa en San Juan Bautista, en la Bahía Cumberland.

A la mañana siguiente, el joven, cuyo padre es el pescador del mismo nombre que con otros pescadores sacó los cuerpos del periodista de TVN Roberto Bruce y del efectivo de la FACH Erwin Nuñez, se dirigió a la posta de salud, donde lo tuvieron en observación. Pero el dolor no remitía y el médico sospechó que se trataba de apendicitis, lo que en la isla es complicado, ya que no existen las condiciones para practicar cirugías y la única opción es ser trasladado al continente. Tarea compleja, ya que no existe un camino que una el aeródromo con la localidad y la vía marítima es incierta pues depende de las condiciones climáticas.

Además, y debido a que la pista de aterrizaje sólo puede ser utilizada en el día debido a que no tiene iluminación, si hay una emergencia nocturna obligadamente hay que esperar hasta el otro día. Siempre y cuando el tiempo lo permita.

Por suerte, relata la tía del joven, Juana Bertullo, las labores de rescate que se están desarrollando en el lugar esta vez permitieron un traslado expedito: un helicóptero llevó a Rubén al aeródromo y un avión de la FACH a Valparaíso, donde lo operaron de urgencia a las 11 de la noche del domingo, ya que su problema estaba a punto de transformarse en peritonitis.

Juana explica que “una vez lo sufrí con mi hijo mayor para un Año Nuevo. También tenía apendicitis, pero estuvo esperando dos días que los trasladaran porque estaba malo el mar y no podíamos llegar al aeródromo”.  La mujer concluye que “es el riesgo de vivir acá. Sufrimos mucho por la incertidumbre. A veces llega el avión  y no puede aterrizar y los enfermos quedan en la pista”.

Así les pasó hace dos semanas a tres habitantes de la zona, que tuvieron que esperar casi tres días para ser atendidos, luego de viajar en mula para llegar al aeródromo por seis horas.  El mal clima hizo inviable la vía marítima que permite llegar en una hora y cuarenta minutos.

Para cuando los pacientes -uno de los cuales presentaba una posible  fractura a la espalda y otro un severo trauma ocular-, llegaron al aeródromo, el avión que los trasladaría tuvo que volver al continente por las malas condiciones del tiempo. Así que tuvieron que esperar en el terminal, que se inauguró el año pasado, hasta el día subsiguiente.

[cita]Les pasó hace dos semanas a tres habitantes de la zona, que tuvieron que esperar casi tres días para ser atendidos, luego de viajar en mula para llegar al aeródromo por seis horas.  El mal clima hizo inviable la vía marítima que permite llegar en una hora y cuarenta minutos.[/cita]

Antes, la única opción era una mediagua. Pero entre 2007 y 2009 la Dirección de Aeropuertos del MOP ejecutó trabajos destinados a mejorar el estándar del aeródromo, lo que incluyó la construcción de un refugio de pasajeros, el alargue de la pista terminal y su pavimentación, que antes era de tierra.

Sin vuelos nocturnos

La directora de la posta, Mónica Quevedo, recalca que “gracias a Dios no ha muerto nadie. Pero la única explicación es que la isla está demasiado protegida divinamente. Pero puede suceder. Estamos demasiado expuestos para que suceda. El tema es que no es bueno esperar que alguien muera para tomar medidas”.

En todo caso, detalla que hace varios años sí falleció a la espera de ser trasladado un paciente que sufría un accidente vascular encefálico, “aunque lo más probable es que iba a morir igual en el vuelo. Pero la sensación en la comunidad es que no se pudo trasladar y las malas condiciones no permitieron que el avión aterrizara, por lo que se tuvo que devolver”.

La dentista reconoce que “se han hecho esfuerzos para mejorar las condiciones. De hecho se acaba de aprobar un centro de salud nuevo, con  mejor tecnología. Pero vamos a seguir necesitando la evacuación de pacientes que necesiten ser atendidos en el hospital”.

Para el alcalde de Juan Fernández, Leopoldo González, las emergencias en la isla tienen dos enemigos: la inexistencia de un camino interior desde el poblado de Juan Bautista hasta el aeródromo, que comprende unos 22 kilómetros, y la imposibilidad de realizar vuelos nocturnos, debido a la falta de iluminación y de equipos de instrumentos para vuelos. El primer problema se viene discutiendo desde hace años y aunque se construyó una parte del camino, que llega desde la pista hasta Villagra, “esto quedó abandonado en 1973”. Hasta hoy, explica el edil, se han hecho cuatro estudios de pre factibilidad. Pero no hay nada concreto.

González asegura que el actual ministro de Obras Públicas (MOP), Laurence Golborne -que el lunes defendió el estado de la pista donde debería haber aterrizado el Casa 212 que llevaba a las víctimas del accidente- está “trabajando en este tema. Hay interés de la autoridad, pero falta comprometer cuándo empezamos”. Desde el MOP confirman que la construcción del camino está en estudio y “podría estar para una ejecución próxima”.

En cuanto a la iluminación  de la pista de aterrizaje, explican que la cartera, a través de la Dirección de Aeropuertos (DAP), tiene bajo su responsabilidad la mantención de la infraestructura aeroportuaria, y que los encargados de incorporar las ayudas de navegación, como el sistema de luces  o los equipos de instrumentos de vuelo corresponden a la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC).

Una de las causas que desmotivaría la instalación de estas herramientas  sería que en promedio existe menos de un vuelo diario entre el continente y la isla y que no hay oferta para trasladarse por mar en la noche desde el aeródromo hasta el pueblo.

Motivaciones que el alcalde no comparte, ya que recalca que no es posible que su gente enfrente serios problemas de conectividad a la hora de una emergencia, siendo que existen alternativas para solucionarlo. “¿Cómo es posible que aun estemos en la prehistoria?”, se pregunta.

Interrogante que podría encontrar una respuesta en medio del trágico accidente que enluta al país y que pone una vez más en el tapete las condiciones extremas que enfrentan los habitantes de la isla.

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