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La oportunidad histórica de empezar de buena manera

Por: Ximena Gauche Marchetti  


Señor Director:

El 22 de enero de 2018 fue promulgada la Ley N° 21.067, que creó para Chile la Defensoría de los Derechos de la Niñez.

Concebida como una corporación de derecho público, tendrá por objeto la difusión, promoción y protección de los derechos de que son titulares los niños, niñas y adolescentes, de acuerdo a la Constitución Política, a la Convención sobre los Derechos del Niño y a los demás tratados internacionales ratificados por Chile, así como a la legislación nacional y desempeñando sus funciones con autonomía de las instituciones públicas.

El interés superior del niño, su derecho a ser oído, la igualdad y no discriminación arbitraria, la autonomía progresiva y el derecho y deber preferente de los padres de educar a sus hijos son principios rectores que la Defensoría tendrá siempre en consideración al conocer y pronunciarse respecto de cualquier petición que se le formule o cualquier función que ejerza.

Por ello, quien asuma como primer Defensor o Defensora no es un tema menor.

Su designación, por acuerdo del Senado, adoptado por los dos tercios de sus miembros en ejercicio, a propuesta uninominal de la Comisión de

Derechos Humanos, Nacionalidad y Ciudadanía, ha dado lugar en abril a un concurso público.

Estamos entonces frente a una oportunidad histórica de empezar de buena manera.

Cumpliendo con los requisitos que establece la ley y debiendo exhibir altas credenciales curriculares, quien asuma debería tener una comprensión integral de la realidad de la infancia y adolescencia en Chile, más allá de la coyuntura y de los temas que legítimamente son hoy una prioridad nacional, como el abordaje de la crisis del Sename.

Por cierto, resultará indispensable que quien resulte electo asegure autonomía e independencia política, experiencia acreditada en diferentes ámbitos de trabajo con infancia y adolescencia: desde la academia, lo judicial, la sociedad civil, el trabajo en terreno, la asesoría, la experiencia internacional y de otras realidades nacionales, así como la necesaria conexión con el mundo chileno infantil más allá de su capital. No basta la experiencia en un ámbito determinado porque la realidad no es parcial sino compleja.

Llegó el momento de cambiar la mirada de los últimos años por una visión intersectorial e integral. La mirada tradicional con que hemos abordado el trato a nuestros niños y niñas por un liderazgo y gestión renovados, que dialoguen de manera transversal con los nuevos tiempos que vive este país.

Hoy debe importar la realidad de cada niño y cada niña: los que viven con su familia, los que están en la calle y los que están bajo resguardo del Estado.

A ellos y ellas les debemos empezar de buena manera.

Ximena Gauche Marchetti

Abogada

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