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Proyecto de ley sobre migración, ¿otra iniciativa por expertos de café?

Alberto Núñez
Por : Alberto Núñez Presidente Fundación Desarrollo Inclusivo
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Un proyecto de ley no puede estigmatizar a los migrantes, sino que debe reconocer sus derechos humanos y protegerlos, además de establecer naturales prevenciones por posibles delincuentes y crear figuras penales ejemplares para los locales que abusen de ellos.


Con el proyecto de ley que regulará la migración a Chile el Gobierno pierde otra vez una oportunidad de hacer bien las cosas, ya que establece nuevas restricciones, prevé situaciones en las que se podrá impedir el ingreso y dispone de la expulsión administrativa. Por lo que sabemos, es otra iniciativa de expertos de café y es para legislar mal y en forma incompleta, exponiéndonos de paso a graves peligros de defensa nacional.

Nuestro país es bendecido por la desgracia que asola otras naciones y son miles los migrantes que han elegido Chile para buscar mejores horizontes. En su gran mayoría se sabe que tienen 15 o más años de educación formal, y solo basta recordar cuando hace algunos años en primera plana se mostraba una médico-cirujana venezolana que sirve café en Providencia, y que comentaba que su pareja, un ingeniero, sirve café en otro local.

¿Nadie repara que nos cae del cielo gente educada, profesional y gratis? ¿Y qué hacemos nosotros? Los ponemos a realizar aquellas tareas que ahora, en la soberbia propia del ‘new rich’ no, queremos hacer.

¿Alguno cree que si los migrantes vienen con papeles ‘truchos’ va a pasar por los pasos fronterizos autorizados, teniendo 4.000 kms de fronteras para pasar? Solo se va a fomentar a los coyotes y el problema va a empeorar. Estamos desperdiciando la oportunidad de acogerlos sin temor, nutrirnos de su acervo, permitirles acceso a créditos cómodos, atención hospitalaria, acceso a la educación pública y, a cambio, comprometerlos que no se puedan ir de Chile por tres o más años debiendo quedar disponibles a las necesidades del Estado de Chile, como se hace en Australia, por ejemplo. De esta forma podríamos llegar con profesionales y técnicos a zonas que ningún chileno ‘new rich’ quiere ir.

Estamos perdiendo la gran oportunidad de encantar un ejército de casi un millón de migrantes que estuvieron dispuestos a entregar en este país su esfuerzo productivo, su capacidad creadora y transformadora.

En vez fue pensar en una visa consular como un absurdo para impedir que ingresen, y que lo harán de todos modos clandestinamente, deberíamos pensar en que los Consulados de Chile en todo el mundo sean un enlace entre aquellos que quieren migrar a Chile y los empresarios nacionales que están dispuestos a brindarles empleo, de modo que el migrante venga con un contrato de trabajo real desde su país, con un pasaje preferente y se obligue a que no se puede ir del país antes de tres años, que se aloje en hosterías adecuadas donde no sean abusados por inescrupulosos y que se pueda prevenir enfermedades que se creían desaparecidas en Chile como la tuberculosis, por ejemplo.

Un proyecto de ley no puede estigmatizar a los migrantes, sino que debe reconocer sus derechos humanos y protegerlos, además de establecer naturales prevenciones por posibles delincuentes y crear figuras penales ejemplares para los locales que abusen de ellos. Deben ser tratados dignamente y mirar que su educación es un ahorro de recursos para Chile, ya que se costeó en otro lugar y nuestro país puede obtener mucho de la capacidad productiva y creadora de estas personas. Si son los consulados los que velan porque los migrantes vengan con trabajos ya concertados, se impedirá la trata.

A su vez, no debemos ser ingenuos y abrirles sin ningún control nuestras instituciones, no vaya a ser cosa que una migrante peruana sea Secretaria en la Comisión de Defensa en el Parlamento e ingrese a las sesiones secretas donde se decide el gasto y estrategias de defensa en frontera.

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