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La pelea “chica” por la asignatura de Filosofía Opinión

La pelea “chica” por la asignatura de Filosofía

Jaime Retamal
Por : Jaime Retamal Facultad de Humanidades de la Usach
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¿Está Sylvia Eyzaguirre –la principal asesora de Piñera en temas educativos– detrás de los “expertos” que han apoyado las críticas de los consejeros de la CNED en contra de la asignatura de Filosofía? ¿Fue contratada a honorarios para dar su opinión en este delicado tema? Dicen que sí. Yo espero que no, sinceramente. Sería de lo peor: politizaría algo que debemos mirar con ojos más seriamente educativos y de fondo. Su malograda columna en La Segunda, donde calificó este asunto de “pelea chica”, se suma a un lamentable editorial mercurial de este martes, en que se ideologiza la discusión, cambiándola al foco de los “contenidos”, como si los “contenidos” de la propuesta fueran “materias” de una “asignatura”. En fin… ser jueces y partes parece el destino de los asesores de Piñera en todo, incluso en esto.


A fines del 2017, anunciaba el número especial de la revista The Economist –The World in 2018– que para este año se espera con ansiedad en Inglaterra la serie de televisión “Civilisations”, que rememora y celebra un recordado programa de Kenneth Clark en la BBC. Uno de los capítulos de esta nueva versión, si no el primero, será conducido por el célebre Simon Schama y su tema girará en torno a Palmira, la antigua ciudad destruida por el fundamentalismo de Isis. En su tono carismático, Schama afirma ahí que podemos discutir si una civilización es o no tal, pero que podemos estar seguros de que sabemos qué es una civilización “cuando vemos que ella está a punto de ser destruida”. Potente. ¡Qué ganas de ver esa serie!

A propósito de ese guiño de The Economist, me di a la tarea de leer –como autorregalo para estas vacaciones– un pequeño libro del ya viejo historiador francés Paul Veyne, titulado Palmyre, l’irremplacable trésor. El libro es extraordinario. En él se nos muestra todo el esplendor de esa ciudad y –en su clásico juego y humor paradójico con el tiempo presente– Veyne nos pone en perspectiva un relato civilizatorio potentísimo. El capítulo “Ser capitalista en ese tiempo” resulta del todo cautivante. No obstante, al terminar el libro, uno no puede sino recordar la dedicatoria y el sentido que tenía para este octogenario darse a la tarea de este brevísimo ensayo: se lo dedica al arqueólogo de Palmira, Khaled al-Asaad, sometido a suplicio, tortura y decapitación el 18 de agosto del año 2015. “A pesar de mi avanzada edad –dice– es mi deber de antiguo profesor y de ser humano el manifestar mi estupefacción ante esta devastación (saccage) incomprensible”.

¿En qué momento, si no es en la asignatura de Filosofía, se puede pensar no solo en las consecuencias del fundamentalismo religioso sino también en otro asunto más radical, respecto a que todo hombre es –al mismo tiempo– toda la civilización a la vez? No es que me ponga un cursi kantiano, para eso tenemos al rector dominical y sus prédicas. Hablo en serio de otra cosa. Del hecho de tener en un solo cuadro la pregunta misma por el ser humano, su existencia y su sentido: Khaled al-Asaad, el masacrado director general de las Antigüedades de Palmira, al mismo tiempo de la destrucción de una de las ciudades que perfectamente puede inflamar nuestro anhelo contemporáneo de hibridación y multiculturalismo.

¿En qué momento, si no es en la asignatura de Filosofía, pueden los jóvenes pensar  en esto?

Desde esta perspectiva, la pelea “chica” por la asignatura de Filosofía, como afirmó Sylvia Eyzaguirre –una de las principales ideólogas del Presidente electo Sebastián Piñera en Educación– en una muy triste y funesta columna de opinión en La Segunda del día martes 27 de febrero, es en realidad una cuestión fundamental.

Nunca se ha tratado, en todo este asunto que hemos sufrido como país, en torno al desprecio hacia la filosofía en la Educación Media –¡obvio!, en torno al ninguneo cavernario contra la “asignatura Filosofía”–, nunca ha sido tema de discusión el fenómeno del “asignaturismo”, su presencia o su ausencia. Ese no es el tema, como tampoco la posmoderna sensiblería en torno a las “áreas del saber”.

[cita tipo=»destaque»]La propuesta que presentó el Mineduc –yo, el menos, defensor de él en estos años– está lejos, o más bien lejísimo, de ser una didácticamente “asignaturista”, de eso la propuesta se salva; cualquiera que sepa de verdad de currículo y didáctica o cualquiera que, en rigor, haya pasado por las salas de clases de Enseñanza Media como profesor, podrá percibirlo. “Asignaturista” fue la propuesta, en dictadura, del cura Bruno Rychlowski. La de hoy, no.[/cita]

La propuesta que presentó el Mineduc –yo, el menos, defensor de él en estos años– está lejos, o más bien lejísimo, de ser una didácticamente “asignaturista”, de eso la propuesta se salva; cualquiera que sepa de verdad de currículo y didáctica o cualquiera que, en rigor, haya pasado por las salas de clases de Enseñanza Media como profesor, podrá percibirlo. “Asignaturista” fue la propuesta, en dictadura, del cura Bruno Rychlowski. La de hoy, no.

¿Está Sylvia Eyzaguirre –la principal asesora de Piñera en temas educativos– detrás de los “expertos” que han apoyado las críticas de los consejeros de la CNED en contra de la asignatura de Filosofía? ¿Fue contratada a honorarios para dar su opinión en este delicado tema? Dicen que sí. Yo espero que no, sinceramente. Sería de lo peor: politizaría algo que debemos mirar con ojos más seriamente educativos y de fondo. Su malograda columna, se suma a un lamentable editorial mercurial de este martes, en que se ideologiza la discusión, cambiándola al foco de los “contenidos”, como si los “contenidos” de la propuesta fueran “materias” de una “asignatura”. En fin… ser jueces y partes parece el destino de los asesores de Piñera en todo, incluso en esto.

La asignatura de Filosofía debe ser parte de la formación de todas y todos los jóvenes de nuestro país. Ojalá incluso de todas y todos los niños en edad escolar de Enseñanza Básica. No hagamos de la filosofía una estúpida cuestión de clases sociales, que si tengo dinero, puedo pagar un colegio en el que se aprende a filosofar desde la más tierna edad.

La muerte de una ciudad y de una civilización, la muerte de un arqueólogo o la grotesca muerte de la asignatura de Filosofía en la trayectoria de un currículo nacional, todas estas muertes, simplemente no pueden suceder y está en nosotros salvarnos del fundamentalismo cavernario o del fundamentalismo neoliberal o del fundamentalismo instrumental.

Como se podrá ver, esto, de “pelea chica”, no tiene nada.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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