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El perjudicial mito de la «universititis» Opinión

El perjudicial mito de la «universititis»

Mario Waissbluth
Por : Mario Waissbluth Ingeniero civil de la Universidad de Chile, doctorado en ingeniería de la Universidad de Wisconsin, fundador y miembro del Consejo Consultivo del Centro de Sistemas Públicos del Departamento de Ingeniería de la Universidad de Chile y profesor del mismo Departamento.
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Es muy posible, casi seguro, que si a sus hijos les alcanzan los puntajes para cumplir los exigentes requisitos de ingreso para entrar a Derecho en la PUC, Medicina en la U. de Chile o a Ingeniería en la U. de Concepción, les va a ir muy bien en su vida económica (dejo claro que no me refiero aquí necesariamente a las vocaciones). Pero si sus hijos lograron entrar raspados a una carrera universitaria no acreditada o de 2 años de acreditación, con bajos o nulos requisitos de admisión, el mito se derrumba rápidamente.


Las familias lo dicen, los jóvenes lo creen. «Quiero que mi hijo vaya a la universidad». Están honestamente convencidos de que de esta forma les va a ir mejor en la vida. Y así, la presión social y familiar es por asistir a la «universidad». No dicen «quiero que mi hijo vaya al Duoc» o «al Inacap», porque eso significaría algo así como de “baja estofa”. Y además creen en verdad que sus hijos van a ganar más dinero en la vida de esa manera.

Es muy posible, casi seguro, que si a sus hijos les alcanzan los puntajes para cumplir los exigentes requisitos de ingreso para entrar a Derecho en la PUC, Medicina en la U. de Chile o a Ingeniería en la U. de Concepción, les va a ir muy bien en su vida económica (dejo claro que no me refiero aquí necesariamente a las vocaciones).

Pero si sus hijos lograron entrar raspados a una carrera universitaria no acreditada o de 2 años de acreditación, con bajos o nulos requisitos de admisión, el mito se derrumba rápidamente, y es muy posible que, incluso si consiguieron gratuidad, terminen trabajando de taxistas o de cajeros, cosa que habrían logrado igual sin farrearse mucha plata propia o del Estado y varios años de su vida estudiando en la «universidad»… eso, sin contar con la alta tasa de deserción de muchas de las carreras más chantas, de boliche de la esquina.

Les habría ido mucho, pero mucho mejor en su vida económica y en su satisfacción laboral, si hubieran obtenido un título de chef o de ingeniero de ejecución metalúrgica en un instituto, o de soldador calificado en un CFT. Pero en reuniones sociales prefieren no comentar eso porque sería como un estigma.

Para empeorar las cosas, hasta ahora la Comisión Nacional de Acreditación no ha tenido criterios adecuadamente diferenciados para universidades e institutos. La PSU ha perjudicado a los estudiantes técnicos. Y para más remate, el mito de la “universititis” se extiende a muchas empresas, que a veces prefieren contratar ignorantes con título universitario en lugar de técnicos bien formados.

[cita tipo=»destaque»]Busque datos en www.mifuturo.cl si no cree. Un ingeniero en automatización y control egresado de instituto tiene en promedio mayor empleabilidad (90%) que un cientista político de universidad (70%), y al quinto año de recibido gana $1.7 millones mensuales versus $1.3 el cientista político. En el tramo inferior, los cientistas políticos ganan $300 mil, aproximadamente lo mismo que un juglar callejero, si este trabajara 8 horas diarias, 5 días a la semana.[/cita]

Busque datos en www.mifuturo.cl si no cree. Un ingeniero en automatización y control egresado de instituto tiene en promedio mayor empleabilidad (90%) que un cientista político de universidad (70%), y al quinto año de recibido gana $1.7 millones mensuales versus $1.3 el cientista político. En el tramo inferior, los cientistas políticos ganan $300 mil, aproximadamente lo mismo que un juglar callejero, si este trabajara 8 horas diarias, 5 días a la semana (no tengo nada en contra de esa profesión, es un mero ejemplo). ¿Cuántos jóvenes siquiera conocen la existencia del sitio web www.mifuturo.cl? Este no solo describe ingresos promedio sino que por tramos, evolución por año, etc.

Por contraste, en Alemania uno de cada dos estudiantes de secundaria superior (o sea, liceo) está inscrito en programas vocacionales que combinan escuela y trabajo, y el 55% de las personas entre 25 y 64 años ha alcanzado una cualificación vocacional o técnica en secundaria superior o superior.

Para terminar el pastelito… en Chile la gratuidad, la ansiada y santificada gratuidad, ha traído consigo un daño colateral: ha hecho más fácil perseguir estos espurios títulos «universitarios» y, por primera vez en décadas, en 2017 la matrícula en la educación técnica disminuyó mientras aumentaba la «universitaria». Claro, si hay gratuidad, mi hijo debe ir, obvio, a la universidad, aunque sea a obtener un título charcha en una universidad charcha.

La verdad os hará libres.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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