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«No eres igual a mí, rota»


Una fuerte viralización tuvo el video de una mujer gritándole de forma muy dura y violenta a una vendedora por algo tan irrelevante como un ticket de cambio, en donde llama profundamente la atención no solo el nivel de furia del arrebato de la señora en cuestión, sino que también el contenido de sus insultos.

“Rota, mal educado, para eso estas, para atender, tú tienes que atender a la gente, te callas ordinaria, eres de lo peor, eres de lo peor, mírate la pinta, no eres igual a mí, si fueras igual a mí no estarías a la altura de donde estas, cállate rota, aprende a callarte, no deberías estar aquí, deberías estar en la calle gritando en la feria».  Fue lo que dijo la señora según lo captado en el video.

Hoy en día nuestro país está dando varias peleas desde distintos frentes en pos de lograr la inclusión social, que la diversidad sea valorada y que podamos tener estándares mínimos de fraternidad y tolerancia entre todos los que habitamos suelo chileno, y aunque la atención se la han llevado las luchas de la diversidad sexual, discapacidad, pueblos originarios y migrantes, realidades como la del video hacen que uno sienta que los avances son menos contundentes de lo que se piensa.

Al escuchar a esa señora viene a la mente la memorable escena de Machuca, en donde Aline Kuppenheim, interpretando a una apoderada que no quiere que lleguen niños pobres al colegio de su hijo, dice “no tenemos que mezclar peras con manzanas, si no digo que seamos mejores o peores pero pucha que somos distintos”. Eso fue una discusión que reflejaba la realidad chilena hace 45 años atrás, y hoy en día, hay personas que siguen pensando que por tener dinero son superiores al resto, que forman parte de una casta más elevada que merece pleitesía constante.

[cita tipo=»destaque»]Hoy en día nuestro país está dando varias peleas desde distintos frentes en pos de lograr la inclusión social, que la diversidad sea valorada y que podamos tener estándares mínimos de fraternidad y tolerancia entre todos los que habitamos suelo chileno, y aunque la atención se la han llevado las luchas de la diversidad sexual, discapacidad, pueblos originarios y migrantes, realidades como la del video hacen que uno sienta que los avances son menos contundentes de lo que se piensa.[/cita]

Ahora bien, si pensamos que este caso es una situación puntual que no refleja la realidad del país, estaríamos teniendo el diagnóstico equivocado. La violencia que utilizó sin duda que es excepcional, pero ese sentir de superioridad endogámica que tiene una buena parte de la “clase alta” en nuestro país es una realidad, y la repulsión a mezclarse con personas de escasos recursos sigue casi tan vivo como en la escena de Machuca, y no hay mejor ejemplo que el rechazo visceral que tuvo desde ese sector, el término a la selección escolar. Al ver que sus niños podían eventualmente juntarse con niños pobres les hizo saltar con tanta furia como temor.

Ante ello, debemos entender como sociedad que la inclusión social  y la valoración de la diversidad no caerá del cielo porque sí, no ocurrirá solo porque el tiempo pase, sino que debe apuntarse hacia esa dirección con políticas públicas que se enfoquen en la educación y la sensibilización de las personas. Tal vez no sea posible hacerle entender una persona desequilibrada y vehemente como la del video, conceptos tan difíciles y complejos como “usted no es mejor que nadie por el solo hecho de tener plata”.

Pero sí podemos hacerle ver a la ciudadanía a través de campañas en todos los diferentes espacios sociales, que tu dinero, apellido, nacionalidad, religión, color de piel, sexualidad o etnia no te hacen mejor o peor que el resto, pero sí lo hacen tus acciones. Incluso podemos usar este mismo video para educar, indicando que ahí pueden ver por ejemplo, que esa señora gritando como una loca demuestra con sus acciones, que forma parte de la peor y más vergonzosa cara de nuestro país.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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