Publicidad

Ideas para la (re) construcción de un nuevo Partido Socialista

Roberto Amaro C.
Por : Roberto Amaro C. Periodista. Militante del PS.
Ver Más


Cerrado el ciclo político y electoral con la contundente derrota presidencial del pasado domingo 17, ha llegado el momento de recoger las herramientas, livianas y pesadas, para acometer los necesarios cambios que requiere el Partido Socialista de Chile, en el cual milito.

Los partidos políticos, y tomo esta definición de Max Weber,  o son “organizaciones patrocinadoras de cargos… carentes de programa propio”, o “son partidos de ideología, que se proponen la implantación de ideales de contenido político”.

Así, los partidos, y especialmente los partidos de izquierda y centroizquierda, son concebidos –según la segunda definición de Weber-, como un instrumento para dar viabilidad a los cambios que requieren las mayorías.

Entonces,  las preguntas que debemos hacernos es qué tipo de instrumento-partido queremos y para qué lo queremos. Las respuestas pueden ser tan variadas como analistas o militantes las respondan. Lo único claro es que, desde hace un tiempo, se ha hecho evidente que el instrumento de cambios, Partido Socialista (PS), no ha permitido una acción política que conecte con las mayorías ciudadanas y sus sueños. Evidenciamos un partido que no se destaca por su democracia y participación internas; que no es un ejemplo, al contrario, de  la altura y profundidad de los debates políticos que se dan en el seno de sus distintos niveles de estructura…; y, a todo ello, debemos sumar y reconocer que no cuenta con un proyecto político que mire a Chile y los próximos 20 años y ni siquiera a los próximos cuatro, porque la mera defensa del potente legado del gobierno de la Presidenta Bachelet, es desde ya una carta de navegación insuficiente.

Los tiempos de los diagnósticos sobre el PS, a mi juicio, ya están agotados. Lo sucedido en la comuna de San Ramón permite afirma cada una de las piezas de este cuadro que obligan a re pensar el partido,  a tomar acción por un reforma profunda, por cambios que no solo actualicen su dinámica interna, sino que lo vuelvan  a componer como un instrumento gestor de cambios para Chile. Hoy es el tiempo de las propuestas y el debate, porque los cambios son urgentes.

Advierto, eso sí, que no entraré en la disputa de los conceptos: si estamos o no ante una necesaria reforma, frente a cambios de menor o mayor envergadura o ante una refundación.  Quedémonos en que se requieren cambios estructurales en esta casa común y no solo una remodelación. Algunos dirán que hay que construirla desde los cimientos. Pero convengamos que no necesitamos una nueva casa, a pesar de que a mi juicio es probable que ésta se deba ampliar para abrir espacio a sectores de centroizquierda huérfanos de orgánica para la construcción de proyectos.

[cita tipo=»destaque»]Los tiempos de los diagnósticos sobre el PS, a mi juicio, ya están agotados. Lo sucedido en la comuna de San Ramón permite afirma cada una de las piezas de este cuadro que obligan a re pensar el partido,  a tomar acción por un reforma profunda, por cambios que no solo actualicen su dinámica interna, sino que lo vuelvan  a componer como un instrumento gestor de cambios para Chile. Hoy es el tiempo de las propuestas y el debate, porque los cambios son urgentes. [/cita]

Y, ¿qué debe abarcar este proceso de cambios estructurales en esta casa común? Trataré de ser escueto. Las dos primeras ideas no son totalmente propias, sino que fruto de la conversación con decenas de compañeros y compañeras que por estos días se agrupan y discuten sobre el futuro y cómo incidir mejor en él. Hago mías estas ideas porque conectan con el sentido general de los cambios que se requieren.

Y lo primero que surge es que necesitamos un nuevo sistema de ingreso y permanencia de militantes. El actual ha provocado severos daños a la institucionalidad partidaria. Basta ver la curva creciente de fichajes cuando se acerca una elección interna, para saber que éstos no son más que una herramienta de poder factual y no el natural flujo de adscripción y compromiso de nuevos afiliados. Un nuevo sistema debe tender a hacer de los ingresos una fuente de captación permanente de capacidades. Para ello debe establecerse una barrera de ingreso, un plazo de pre militancia, de uno o dos años, en los cuales el o la aspirante tengan la obligación de capacitarse en un sistema nacional que deberá proveer el partido, que permita verificar y acreditar las horas de formación, y hacerles exigible una activa participación en los territorios (comunales, brigadas y núcleos).

Lo anterior se entronca con la necesidad  de crear un sistema nacional de formación y capacitación política, moderno y eficiente, que facilite a los militantes y pre militantes acceso a cursos, talleres, seminario, diplomados y otros. Ya lo señalé, estas dos primeras ideas no son completamente mías, y las destaco porque me parecen urgentes y de fácil implementación, ya que la nueva ley de partidos entrega a éstos, recursos públicos cuantiosos para la tarea de capacitar.

Asimismo, quién nos represente en cualquier cargo de elección popular debe demostrar compromiso con nuestras ideas y nuestra historia. Debemos disponer un tiempo mínimo de militancia activa para poder postular a cargos de elección popular. No parece razonable que alguien que lleve dos o tres meses de militante pueda ser candidato o candidata por el partido a concejal, alcalde, parlamentario o CORE; así también debemos exigir a los independientes que patrocinamos un compromiso explícito con la representación de nuestras ideas en el largo plazo.

Cuando hablamos de militancia activa, entendemos que los afiliados con plenos derechos deben tener la obligación de participar en sus territorios electorales, en asambleas o concejos comunales en un porcentaje que se puede debatir; así como participar y adscribir a un núcleo local de militantes. De no hacerlo, su militancia debiese ser suspendida por plazos, según la falta de participación, o definitivamente la exclusión del padrón militante en casos graves de falta de compromiso. Necesitamos un partido vivo, que esté activo en sus territorios y en la discusión interna y eso no lo lograremos con militantes de ficha y sin arraigo ni compromiso real.

En lo estructural y orgánico, debemos abordar el cambio del sistema de elección de nuestras autoridades partidarias y la descentralización real del partido. Debemos repensar la forma en que elegimos al presidente y los integrantes de la mesa nacional. Espacios como los Comité Central (CC) regionales, el CC nacional son lugares donde la discusión política y el debate están completamente ausentes.  Se debe avanzar a una elección directa de presidente y mesa comunal; (eliminar las provinciales); presidente y mesa regional ; y presidente y mesa directiva nacional.  Dar mayor peso y presencia  a las regiones en el CC nacional. Y para que el espacio sea efectivamente de debate político, se deben hacer públicas (TV, radio, grabaciones y transcripciones) las sesiones de CC regional y nacional. Para ello es preciso trabajar en propuestas que den mayor poder de decisión a los CC regionales. Los partidos en las regiones deben gozar de una mayor autonomía, especialmente en los temas que le son atingentes.

En otro tema complejo, ya basta de hacerse el ciego, debemos institucionalizar la adscripción a corrientes de opinión y regular su funcionamiento. Deben existir oficialmente siempre que cumplan con ser efectivamente una corriente de opinión. Es decir, que representen visiones distintas y no un agrupamiento por cuotas de poder. Estas corrientes deberían cumplir con criterios y acciones mínimas de formación política, promoción del debate de ideas, seminarios, talleres; así como estar sometidas a un exigente código de ética. Podrían existir corrientes de opinión regionales y nacionales, siempre que exista una adscripción mínima de los militantes del territorio. Estas corrientes deberán presentar una declaración de ideas que, la que se deberá presentar y validar en los CC regionales  y nacionales una vez al año, al menos.

También en lo estructural, la integración y funcionamiento del Tribunal Supremo (TS) como lo conocemos debe vivir cambios de fondo. Se debe avanzar en la instalación de TS regionales y un TS nacional que actúe solo como una sala de segunda instancia. Para ser integrante de un TS regional o nacional, no debe ser exigible que sea parte de los respectivos CC, pero el militante debe cumplir con requisitos más exigentes, como ser académicos titular de alguna universidad reconocida por el Estado, tener más de 15 años de militancia, presentar declaración de patrimonio e interés al ingreso al cargo y a la salida de éste, y someterse a un sistema de oposición de antecedentes (en un plazo razonable) antes de su juramento como integrante del TS regional o nacional: es decir, cualquier persona podrá aportar antecedentes que puedan inhabilitar al postulante para asumir el cargo. El TS se debe  renovar por parcialidades, cada dos años, en años en que no se realicen elecciones internas. También el TS deberá cumplir un código de ética especial para sus integrantes, así como elevar sus estándares de publicidad y transparencia en la toma de decisiones (grabaciones y documentos públicos).

En este orden de ideas, si estamos siendo exigentes con nuestros dirigentes, se puede y debemos ser más exigentes con nuestra militancia. Así como el compromiso militante implica acción política real y presencia en los territorios, debemos hacer automática la expulsión de quienes apoyen a organizaciones, partidos y candidatos que no forman parte de la política de alianzas. En el caso de militantes que renuncien a su calidad de tales para postular o apoyar una candidatura alternativa a la definida por el PS, éstos no podrán ser readmitidos nunca por decisión de ninguna instancia regional o nacional. Debemos terminar con esta puerta giratoria que convierte al PS en un lugar de vitrineo y compra.

Debemos modernizarnos hasta la médula. En lo inmediato establecer un sistema nacional de votación electrónica que permita una trasparente y fluida elección interna, organización de primarias y el establecimiento de consultas o plebiscitos vinculantes para la toma de decisiones relevante de la colectividad. La figura del cibermilitante que avanza en Europa es algo que debemos analizar y mirar como una posibilidad real.

Y, finalmente, hacer obligatorias las primarias abiertas para la definición de las candidaturas propias a todo cargo de representación popular; así como exigir la realización de primarias en la definición de candidaturas conjuntas con nuestros aliados políticos. Ningún candidato apoyado por el Partido Socialista a un cargo de elección popular podrá ser designado por ninguna instancia que no sea por la vía de primarias abiertas y vinculantes en sus resultados. De no presentarse contendores a esas primarias, deberá ratificarse al candidato o candidata que hizo su inscripción de acuerdo con la normativa.

Solo debatiendo sobre cómo enfrentar el desafío de cambios que el PS requiere, estaremos en mejor pie para la acción política.

Se debe abrir ya una etapa de Congreso que de cauce al debate de ideas que se está produciendo en todas las comunas, un Congreso que permita reconstruir o remodelar a fondo la casa común, y desde allí acordar un programa político de largo plazo que haga más fácil la definición de una política de alianzas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias