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Sobre el milagro de las elecciones

Por: Mauricio Corco


Señor Director:

Respecto de la columna de la Sra Politzer, «El milagro de las elecciones» en la que hace un entusiasta llamado a participar en las elecciones de hoy domingo, en su último párrafo expresa: “El resultado de la elección es responsabilidad de todos. También de aquellos que opten por no ir a votar ya que, con esta decisión, aceptan que otros decidan por ellos” (sic). Quisiera aclarar lo siguiente:
Entre muchos aspectos fallidos de la democracia chilena, que desincentivan la participación y que hacen que seamos más los que dudamos y nos cuestionamos participar de las elecciones que los que sí lo hacen, es claramente el clima de “impunidad” y de desigualdad entre la clase política y el ciudadano común y corriente.

El carpetazo dado en abril de este año, por el SII a las causas ligadas al financiamiento irregular de la política, operación política que la Sra Politzer no puede desconocer, una maniobra destinada a sepultar las investigaciones que tocaban a la mismísima presidenta Bachelet y por añadidura a todo el entorno político que la circunda, es ejemplo claro de ese tratamiento dispar.

Esta fue una operación similar al arreglo Longueira-Lagos del año 2001, por el ya histórico caso de los sobresueldos. ¿Por qué cree que Lagos no prendió como candidato, sra Politzer?, ¿Por su avanzada edad, por que el chileno común lo asocia al transantiago?, ¿O porque sencillamente y pese a toda su autocultivada imagen de estadista, el electorado no olvidó esa discrecionalidad en la observación de las reglas?, (por decirlo de manera elegante) y porque además su benefactor de esos años, Pablo Longueira figura emblemática de la derecha pinochetista, a la vuelta de trece años, y siendo ministro de economía cometió actos de corrupción ligados al mismo tema de financiamiento irregular de la política y tráfico de influencias por el que actualmente es procesado.

En ambos casos la razón fundamental del acuerdo, o formula de salvataje bajo cuerda entre los dos bloques, fue mantener la gobernabilidad, esos enjuagues y perdonasos terminaron por lesionar la confianza en la democracia del elector medianamente informado. Cuando el ciudadano común deposita el voto en la urna, lo que deposita es su confianza en un representante. Si esos mismos representantes, luego legislan de espaldas a ese electorado que lo eligió, y se dictan leyes y políticas públicas como la Ley de Pesca, y Ley de Estacionamientos, en que la mano del dinero asoma en forma evidente, no se nos puede pedir, seguir confiando ciegamente en el sistema por que eso ofende nuestra inteligencia.

La persecución penal de delitos de corrupción es lo único que puede devolvernos a más del cincuenta por ciento de los chilenos la confianza en la institucionalidad democrática, las personas que son halladas culpables en casos de corrupción debieran quedar inhabilitados de por vida para ejercer cargos públicos, las empresas halladas culpables en casos de corrupción debieran responder con patrimonio y no con simples multas, porque los intereses en juego rebasan por mucho esos castigos, que resultan ineficientes para detener la corrupción (colusión de las farmacias, por ejemplo) por lo que debieran cancelarse sus patentes y permisos de operación, porque así, no es ni más ni menos como se castiga a las personas comunes cuanto cometen delitos.

De esta forma creo que la señora Politzer se equivoca, al no ir a votar no siento estar cediéndole a nadie nada importante, en este contexto de impunidad, lo único que rige los destinos de la política, es y seguirá siendo como ha sido los últimos cuarenta años, el dinero. El voto no es más un instrumento de control social que simula un instancia deliberativa, y lo demás es pura emoción e ingenuidad.

Maurico Corco

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