Publicidad

Crítica al elogio del capitalismo de Carlos Peña

Eugenio Rivera Urrutia
Por : Eugenio Rivera Urrutia Director ejecutivo de la Fundación La Casa Común.
Ver Más


Carlos Peña ha publicado un nuevo libro: “Lo que el dinero puede comprar”. Su objeto es precisar el  lugar del dinero y el mercado en la sociedad contemporánea.

El autor es probablemente el columnista de mayor influencia en el país; su opinión incide en entidades como la SOFOFA (definió el marco intelectual de los diálogos presidenciales cuya idea matriz era resolver el problema de un Estado atrasado en una sociedad presuntamente moderna) y jugó un papel protagónico en la Comisión de Modernización (no reforma) del Estado organizado por el CEP. De ahí el interés de una lectura crítica.

Luego de sintetizar las principales tesis y argumentos de Peña,  (1) se cuestiona la tesis de que la autonomía y libertad que presuntamente tiene la población sea producto de la instalación del mercado capitalista.  (2) también se crítica la noción más o menos implícita de que existe sólo una modalidad de modernización capitalista ya que el capitalismo ha experimentado diversas fases de modernización distintas unas de otras y que en la actualidad coexisten singulares “modernidades” capitalistas distintas unas de otras, cuestión analizada extensamente por la literatura bajo el nombre de variedades de capitalismo. En este contexto, (3)se discute la tesis de que el consumismo “el apetito de cosas materiales, (es) quizás el rasgo más propio de la modernidad” (p. 44), argumentando que la población valora crecientemente los bienes públicos asociados más a los derechos universales. (4) Peña asume, en lo sustantivo de su argumentación, la visión de Hayek de la economía de mercado como orden espontáneo y como resultado de la evolución natural de las cosas. Para criticar esa visión recurrimos a Polanyi gran crítico del capitalismo en los años 40 y 50 del siglo pasado y a Ronald Coase, premio Nobel de Economía y pionero del análisis institucional.

Principales tesis y argumentos del libro

Tres son sus tesis fundamentales: (a) La autonomía personal y la libertad de configurar la propia vida, así como la libertad política … dependen en parte importante de la existencia del intercambio más o menos libre y de la expansión del consumo (p. 13); (b) El dinero y el mercado hacen posible al sujeto moderno. La abstracción cada vez más radical … crea un ámbito donde florece la subjetividad, ese sujeto a solas consigo mismo que llamamos libertad o autonomía y; (c) El mercado y el consumo se han constituido en una parte de la esfera publica, del mundo que tenemos en común, en el mercado circulan bienes simbólicos que nos permiten disponer de reconocimiento, y el consumo es una de las formas modernas con que expresamos … el cuidado del otro.

Sobre la base de estas tres tesis y recurriendo a la sociología y la filosofía de los siglos XVIII y XIX Peña releva la contribución de la reflexión sobre la modernización capitalista y el surgimiento de un cierto malestar producto de la disolución o debilitamiento de los vínculos sociales que se producía con la aparición del mercado y la división del trabajo. La sociedad moderna era … un tránsito desde la comunidad a la sociedad (p. 39)… Ante todo la modernización es una experiencia de desarraigo. En la literatura de la sociología clásica, la sociedad moderna es conceptualizada como una experiencia de abandono de las sociedades tradicionales, como un tránsito desde la vida vivida como una adscripción hereditaria, como un destino, a la vida vivida como una elección. (p. 41)… El cambio en las condiciones materiales de la existencia que el proceso de modernización provoca es una mejora en el bienestar, sin ninguna duda, pero lo acompaña una estela de pérdida (p. 42).

Resulta irresistible señalar al pasar, que más allá de la relevancia que pudo haber tenido este tema en el pasado, lo cierto es que el malestar en Chile que sienten hoy quienes reciben malas pensiones, o que están fuertemente endeudados por el pago de una carrera universitaria de mala calidad, tiene muy poco que ver  con el malestar propio del “desarraigo” de la modernidad (para una revisión de la situación social en chile ver http://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/2017/11/28/el-chile-moderno-de-los-grupos-economicos/).

Peña persigue el objetivo político de probar su tesis de que “el error de la Nueva Mayoría era intelectual: diagnosticar mal el estado de la sociedad chilena y ver en los efectos de la modernización rápida, una queja contra la modernización en sí misma. Esa visión  equivocada según Peña, creyó advertir una especie de fractura social en el Chile contemporáneo y un anhelo de cohesión, condujo a devaluar la trayectoria de los grupos medios ascendidos, a negar el reconocimiento a su esfuerzo y a creer que las mayorías en Chile aspiraban sobre todo a la protección del Estado. Esa visión desconoció cuánto había permeado la cultura del capitalismo en Chile, cuyo principal fruto son los grupos medios poseídos por la pasión por el consumo” y que los grupos medios adhieren a la modernización. (http://www.latercera.com/noticia/carlos-pena-la-izquierda-ha-mostrado-una-fractura-sera-dificil-remendar/). En contraposición a ello, Peña con su libro argumenta que dicho malestar es propio de las sociedades que experimentan la modernización capitalista, que es un malestar transitorio pues la modernización capitalista trae consigo los bienes la autonomía y la libertad. Se repone en cierta forma la tesis de Francis Fukuyama de que con la modernización capitalista, la sociedad ha llegado “al fin de la historia” .

Peña se equivoca cuando sostiene que la autonomía y la libertad de los modernos deriva, principalmente, de la instalación del mercado capitalista

Peña concibe el proceso de modernización que trae consigo el capitalismo como único y general sin considerar las transformaciones que experimenta, tampoco las modalidades distintas que coexisten ni cómo cambian las relaciones sociales imbricadas con esas transformaciones. Subyace como tesis, aunque no explicitada,  que es posible una mirada general sobre la naturaleza del proceso de modernización en términos de que el mercado y el consumismo abren el espacio para la autonomía y la libertad de los individuos. Esta mirada ignora la relación entre la profundización del mercado capitalista y el desarrollo de la democracia cuya compleja imbricación con las luchas sociales y políticas ha ido ampliando la libertad política y la libertad individual. Piénsese por ejemplo en la liberación de los trabajadores del campo como efecto, de las reformas impulsadas por Eduardo Frei Montalva y Salvador Allende en Chile. La experiencia china es probablemente también de interés en este debate, en la medida que el fuerte y rápido desarrollo del capitalismo en China no ha traído la autonomía personal y la libertad política.

El análisis de Peña de la modernización capitalista se estructura fundamentalmente con base en pensadores sociales del siglo XVIII, XIX y principios del siglo XX (Rousseau, Durkheim y Simmel)  cuyo objeto de análisis son las primeras formas del capitalismo. Aunque de forma distinta estos autores confrontan los dilemas de un capitalismo que tendía a terminar con las cadenas de sujeción de las formas sociales anteriores que se traducía en un discurso libertario que contrastaba con la terrible realidad que vivían los grupos mayoritarios de la sociedad europea continuamente constatada por los estudios sobre las condiciones de vida y la literatura. En el siglo XIX el mercado no daba libertad, los individuos sufrían las cadenas de jornadas de trabajo de 15 horas, sin feriados, sin vacaciones, los salarios eran miserables no había para estos trabajadores libertad de elegir; sus salarios no alcanzaban para cubrir las necesidades básicas.

El siglo XX trae consigo inmensas transformaciones tecnológicas, en la organización del trabajo (Taylorismo y Fordismo) y en las relaciones entre trabajadores y empleadores que van a cambiar profundamente la naturaleza del capitalismo. Asociado con ello el movimiento de los trabajadores organizados sindical y políticamente junto con el intervencionismo estatal de nuevo tipo en la economía genera la ampliación significativa del acceso a la salud, a la educación, a las pensiones y al seguro de desempleo sobre la base de una lógica radicalmente distinta a la del mercado: la lógica de los derechos sociales universales. La sociedad avanza hacia una mayor igualdad y libertad.

La “pasión por el consumo” según Peña, versus la pasión por los derechos sociales

“La pasión por el consumo” núcleo de la argumentación del autor es sin duda una dimensión relevante del tema que nos ocupa. Peña concentra su atención y critica la condena moral que algunos hacen del consumo. Es el caso de Sandel. Más importante aún y, Peña no la aborda, es la crítica de los ambientalistas al crecimiento ilimitado del consumo, por los riesgos que ello implica para el medio ambiente y la sostenibilidad global del planeta.

[cita tipo=»destaque»]Pero más allá de esos debates muy relevantes, nos interesa abordar el problema desde otro punto de vista. Peña aparece obnubilado por el fenómeno del “Mall”. Ello no es raro, en todo caso, por ser el Retail tan importante en nuestro país donde ha alcanzado dimensiones inéditas y cuyas empresas se han extendido a buena parte de América Latina y compiten, en esa región, con los mayores retailers del mundo.[/cita]

Pero más allá de esos debates muy relevantes, nos interesa abordar el problema desde otro punto de vista. Peña aparece obnubilado por el fenómeno del “Mall”. Ello no es raro, en todo caso, por ser el Retail tan importante en nuestro país donde ha alcanzado dimensiones inéditas y cuyas empresas se han extendido a buena parte de América Latina y compiten, en esa región, con los mayores retailers del mundo. Pero lo conduce a excluir del análisis el “consumo” de los bienes públicos que preocupan de manera singular a las personas como consumidores y ciudadanos. Las preocupaciones de las familias son sin duda las zapatillas y los televisores, pero sobre todo la salud, la educación, el seguro de desempleo.

Los riesgos tales como las enfermedades, el cuidado de los niños, la discapacidad, los episodios de desempleo y subempleo la pérdida de ingresos en la vejez y la educación son determinantes del bienestar presente y futuro, todos los cuales escapan en diversa medida al control de los individuos. Por ello el gran economista y premio Nobel Kenneth Arrow subrayaba la relevancia de poder lidiar con la “economía del bienestar de la incertidumbre”, esto es reducir el riesgo a nivel individual mediante el pago de un monto determinado para diversificar estos riesgos buscando reducir la brecha entre la dotación de ingresos y los niveles deseados de aseguramiento. Arrow señalaba, además, que la variedad de riesgos en el mundo es tan asombrosa que el mercado no puede cubrirlos debido a la prevalencia de la incertidumbre y la orientación al lucro. Más aún, insistía, en que por ser el sistema de precios incapaz de manejar adecuadamente algunos riesgos, su uso era limitado; por ende el aseguramiento de mercado se restringe tanto por su cobertura como por su monto.

La segunda “modernización capitalista” iniciada en los años 30 del siglo pasado, en difícil tensión con el capitalismo previo tiene lugar justamente cuando las luchas políticas y sociales culminan en Europa y los Estados Unidos y, en menor medida, en otras partes del mundo con el acceso masivo a estos bienes públicos, que no se encuentran en el “Mall”.

La discusión chilena deriva de la radicalidad de la revolución pinochetista, que rompiendo con la tradición en la mayoría de los países desarrollados privatizó y transformó la salud, la educación y las pensiones en bienes de consumo y en una preocupación exclusivamente individual. La falta de perspectiva histórica impide dar cuenta de las relaciones entre estas dos formas de “consumismo” y su articulación con las complejidades de la “modernización capitalista”. Es la confrontación por la relevancia de estas dos dimensiones del consumo, parte fundamental de lo que está a la base de la actual elección presidencial.

Una dimensión de este debate, menos importante quizás, es el relativo a la evolución del consumo, asociado al desarrollo de la producción capitalista. No hay espacio para abordar este tema, pero poco tiene que ver el consumo de los albores del capitalismo, con el que se genera a partir del fordismo y la producción en masa, con el momento actual en que ganan espacio en el consumo los bienes asociados a las nuevas tecnologías que están abriendo espacios inéditos: piénsese por ejemplo en el acceso a la información lo cual transforma la educación abriendo posibilidades de autonomía nunca antes vista (y al mismo tiempo surgen con las técnicas de la post verdad que erosionan esas potencialidades) o en el llamado “Internet de las cosas” en que los individuos empiezan a tener la posibilidad de manejar desde su I phone buena parte de sus actividades domésticas. Al mismo tiempo, el desarrollo de las nuevas tecnologías en muchas áreas tiende reubicar el dinero y el mercado: piénsese por ejemplo en los rendimientos crecientes que acompañan a las tecnologías de información y comunicaciones, abriendo espacios potenciales de gratuidad.

Crítica al mercado sin política de Peña

Un elemento crucial del libro es la visión e implicancias teóricas del mercado. El punto de referencia fundamental del autor es la teoría de Hayek, para quien, según Peña,  “lo propio del mercado es que no existe plan alguno, sino una multitud inconmensurable de fines actuando unos contra otros. Los mercados son formaciones evolutivas y espontáneas (p. 77) … el fruto de la voluntad humana, pero no la ejecución del designio humano … formas de interacción … expresándose en el lenguaje de señas de los precios, millones de voluntades podrían, sin nada que las guiara más que su propio interés converger … mediante las señales silenciosas de los precios, los individuos se enterarían de bienes y necesidades que de otra forma les serían ajenos y podrían coordinar sus esfuerzos produciendo el máximo de bienestar posible. Para Hayek, el respeto por ese orden espontáneo  … por la evolución natural que había conducido a él, era fundamental para la libertad … y constituía ´una fatal arrogancia creer que el discernimiento o la racionalidad humana podría manejar la inconmensurable información que transitaba en el sistema de precios coordinando millones de preferencias, idiosincráticas, incomparables unas de otras y capaz, más que cualquier arreglo alternativo, de satisfacerlas (p. 78) Todo eso no sería el fruto de la decisión política, sino el resultado natural de una evolución: ¡el mercado sería un fruto evolutivo de las comunidades humanas, como el lenguaje! (p. 79). El arribo del nazismo y del comunismo y la Segunda Guerra mundial derivan según Hayek de la convicción que se habría extendido según la cual el orden social podía ser el resultado del diseño de liberado, de un plan imaginado y ejecutado por un agente humano (p. 103) cuestión que Hayek denominaría la “falacia constructivista” (p. 104).

Cabe consignar en primer lugar, que Peña ignora la amplia y conocida literatura en torno a los fallos de mercado que ponen en cuestión la visión idealizada del autor. Cita eso sí a Karl Polanyi crítico temprano del capitalismo autoregulado pero no extrae las conclusiones  más relevantes de su trabajo para el tema bajo análisis. De Polanyi Peña destaca, el rechazo del autor a la idea de creer “que toda la economía funciona como la utopía del mercado autoregulado: con partícipes autointeresados, ocupados de maximizar su bienestar, que se vinculan entre sí mediante contratos y se dejan guiar por el sistema de precios … esa generalización… olvida que la vida social descansa en “vínculos no contractuales” sobre los que descansa el mercado distinguiendo así entre sociedad de mercado y mercado” (p. 95) Rechaza Polanyi, sigue diciendo Peña, la idea del mercado como fruto de la “evolución natural de las cosas” y releva por el contrario que el mercado presuntamente autoregulado, fue el fruto de iniciativas políticas e impulsado por los medios cohercitivos del Estado, mediante leyes y programas. (p. 98)

Desde nuestro punto de vista el aporte principal de Polanyi es la estrecha vinculación entre la economía de mercado y la esfera política, y que esa presunta separación, que asume Peña en su texto, es una construcción de la economía clásica. En el prólogo a la edición de 2001 de “The Great Transformation: the political and Economic Origin of our Time”  la principal obra de Polanyi, el premio nobel de Economía Joseph Stiglitz releva como grandes contribuciones la idea de que los mercados autoregulados nunca funcionan, que sus deficiencias son tan grandes que hacen necesaria la intervención gubernamental, aclara el rol del “rejuego” entre ideologías e intereses particulares, en suma un pionero del reconocimiento del poder y las limitaciones de los mercados y de la necesidad de que el Gobierno desempeñe un rol visible en la economía (pp. 9 -10). Stiglitz releva así como tema central de Polanyi el relativo al complejo entretejido entre política y economía y el rol fundamental de la democracia.

Por otra parte, Peña considera puntualmente a Ronald Coase a partir del llamado Teorema de Coase (designado así por George Stigler y del cual Coase se distanció).  El problema es que Peña omite tratar los artículos más relevantes de Coase para los temas de su libro: esto es ¿si el mercado, el dinero y sus presuntas virtudes operan como instituciones independientes de la política?. En efecto, en su libro “La empresa, el mercado y la ley” Coase se distancia de la visión de la economía como ciencia de la toma de decisiones, donde el consumidor no es un ser humano , sino un conjunto de preferencias, en que la empresa es definida como una curva de coste y una curva de demanda y el intercambio tiene lugar sin que se especifique el marco institucional. El resultado es que “se termina por ignorar el papel crucial que juegan las leyes (y por tanto la política) para determinar las actividades de las empresas y el mercado. Profundizando en su concepto de mercado, señala que el análisis corriente fracasa a la hora de analizar los factores que determinan cuanto comercio hay o que bienes son los que se intercambian …e ignoran por completo la influencia de las instituciones sociales que facilitan el intercambio” (p. 14). Se ignora en consecuencia el rol crucial de la política en la compatibilización del mercado con la democracia.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias