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El “teo-neo-conservadurismo” de José Antonio Kast Opinión

El “teo-neo-conservadurismo” de José Antonio Kast

Jaime Retamal
Por : Jaime Retamal Facultad de Humanidades de la Usach
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Lo de Kast es claramente un “neoliberalismo católico 2.0”, es la nueva vía “teoconservadora neoliberal” chilena. Dicho de otra manera, Kast es el símbolo de un “teo-neo-conservadurismo” en el que se mezclan los relieves religiosos, católicos, y hasta fundamentalistas, pero mucho más radicalizados de lo que habíamos conocido hasta ahora, con el enfoque clásico conservador chileno y con el modernismo económico de Hayek, Friedman y sus Chicago Boys. Esta nueva decantación “teo-neo-conservadora” se debe, solo en una muy pequeña parte, a una fractura político-programática con la UDI “cosista” de Lavín-Chadwick. Es una decantación que tiene, sin duda, razones sociales, religiosas y culturales más profundas.


A pesar de que es un lugar común advertir que estamos en presencia de la competencia electoral presidencial más aburrida de las últimas décadas, no hay que menospreciar la puesta en escena de José Antonio Kast. Lejos lo más interesante.

Como se sabe, un nuevo ciclo político se abre en Chile con estas elecciones, y en él, Kast es el símbolo más renovado de una vieja tradición filosófica, cultural y política de la historia de Chile. Esta tradición se renueva, pero no se reinventa totalmente, con el neoliberalismo de Pinochet y los Chicago Boys. Ahí se equivocan quienes, para denostarlo públicamente y sacarlo de la escena política, le cuelgan a Kast el mote de “pinochetista”.

Nunca fue Pinochet el que eligió el conservadurismo chileno, fue precisamente al revés, el conservadurismo fue el que eligió al militar ladino de turno. Ahí siempre hubo un affaire pragmático.

Kast hoy –al igual que ayer el conservadurismo– más que restarle, le suma a su aventura presidencial “lo pinochetista” que aún tiene nuestra cultura. Pero “eso pinochetista” es una lata de bebida energética desechable. No se puede olvidar que el mismo Jaime Guzmán desechó a Pinochet, pues, como ya lo remarcó Renato Cristi, después del plebiscito de la Constitución del 80, Guzmán reemplazó el liderazgo personal del dictador por una interpretación que abrazó el autoritarismo impersonal del régimen constitucional.

Por otra parte, la familia militar elige a Kast y este la recibe de brazos abiertos, es cierto, pero ese fenómeno es también puramente coyuntural. El conservadurismo de raigambre chilena es más que el pinochetismo, y la familia militar, a su vez, es ante todo una resaca de la última borrachera oprobiosa y genocida de la dictadura militar.

[cita tipo=»destaque»]¿Que Kast es como el payaso de la novela It de Stephen King, es decir, un candidato que se alimenta de los miedos de los chilenos, como sugirió, no recuerdo bien en qué medio de comunicación, el analista político Carlos Correa? Me parece que no, que estamos en presencia de otra metáfora que no ayuda a entender el fenómeno Kast. Es cierto que el mismo candidato se perfila con armas y tanquetas, pero de nuevo no hay que olvidar que una cosa son las estrategias electorales y, otra distinta, las ideas que dan fondo y forma a este símbolo del momento.[/cita]

¿Que Kast es como el payaso de la novela It de Stephen King, es decir, un candidato que se alimenta de los miedos de los chilenos, como sugirió, no recuerdo bien en qué medio de comunicación, el analista político Carlos Correa? Me parece que no, que estamos en presencia de otra metáfora que no ayuda a entender el fenómeno Kast. Es cierto que el mismo candidato se perfila con armas y tanquetas, pero de nuevo no hay que olvidar que una cosa son las estrategias electorales y, otra distinta, las ideas que dan fondo y forma a este símbolo del momento.

Lo de Kast es claramente un “neoliberalismo católico 2.0”, es la nueva vía “teoconservadora neoliberal” chilena. Dicho de otra manera, Kast es el símbolo de un “teo-neo-conservadurismo” en el que se mezclan los relieves religiosos, católicos, y hasta fundamentalistas, pero mucho más radicalizados de lo que habíamos conocido hasta ahora, con el enfoque clásico conservador chileno y con el modernismo económico de Hayek, Friedman y sus Chicago Boys. Esta nueva decantación “teo-neo-conservadora” se debe, solo en una muy pequeña parte, a una fractura político-programática con la UDI “cosista” de Lavín-Chadwick, como alega el historiador Gonzalo Rojas Sánchez en una extraordinaria entrevista realizada por la periodista Macarena Segovia. Es una decantación que tiene, sin duda, razones sociales, religiosas y culturales más profundas.

Independientemente del resultado electoral –será así–, independientemente de él, lo que llamamos “te-neo-conservadurismo” llegó para instalarse con propiedad en el nuevo ciclo político que se abre en Chile. Sus argumentos se harán notar en la plaza pública. Y, ojo, es más “Solidaridad” que se impone a los “Gremialistas” en la PUC, que “lefevrismo” de museo arqueológico y, al mismo tiempo, es más Ratzinger que Bergoglio.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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