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La gran confusión entre elecciones y democracia

Francois Richard
Por : Francois Richard Presidente Movimiento Ciudadano Participativo
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El pasado viernes 13 de octubre fue un día histórico para Chile: por primera vez en su historia, se realizó un sorteo, sí, un sorteo, ¡para designar las autoridades representativas de un partido político!

Los candidatos del Partido Pirata de Chile habían sido previamente nominados para los distintos puestos, el capitán (presidente), los miembros del Tribunal Supremo y los del Consejo Político. En una asamblea general del partido, con invitados externos, en un ambiente cordial y relajado, muy distinto de las tensiones de las noches de elecciones, realizaron este sorteo público de sus autoridades.

El sorteo designó a Mauricio Vargas como capitán, entre los tres nominados para este cargo. Y asumió de inmediato su cargo con un discurso inaugural.

Parece ser la primera vez en la historia de Chile que se utiliza un sistema aleatorio para designar responsabilidades políticas. Históricamente, siempre se han utilizado en Chile las nominaciones y las elecciones para designar los representantes políticos. El sorteo al parecer, nunca. En otros países, el sorteo ha sido usado muchas veces en política, empezando por la Grecia antigua hace más de 2500 años. En Atenás, durante siglos, los cargos políticos eran responsabilidades asignadas a ciudadanos designados al azar.

El sorteo fue utilizado también, en otras ciudades y países, como en Florencia, en Aragón, en Venecia. En esta última ciudad, el uso combinado del sorteo con la elección parece ser parte de la explicación de la excepcional longevidad política y del éxito de esta República, que duró más de cinco siglos. En el siglo XXI, se ha usado el sorteo para designaciones políticas por lo menos en Canadá, Irlanda e Islandia.

Reflexionando bien, el sorteo tiene muchas ventajas sobre las elecciones: evita las tensiones, celos, y peleas electorales, economiza las campañas electorales, y sobre todo, es un sistema realmente representativo del grupo humano, partido, ciudad o país, ya que la selección aleatoria es la única reconocida científicamente para lograr una muestra realmente representativa de un conjunto.

Hay en la sociedad actual, en Chile y en el mundo, una grave confusión política entre elecciones y democracia. Esta confusión bien podría ser una de las causas fundamentales de los problemas de todos los sistemas democráticos. En 1776 y en 1789, cuando los revolucionarios americanos y franceses quisieron remplazar las monarquías hereditarias, no estaban pensando en implementar un gobierno del pueblo. Solamente querían poder designar su gobierno, ellos, los notables, los burgueses, los ricos comerciantes, los jefes militares, los intelectuales… utilizaron las elecciones para designar sus autoridades, pero votaban inicialmente solo los ricos, los propietarios, los hombres… Tomó más de un siglo más para ampliar la base de los electores, para llegar al actual sufragio universal, permitiendo votar «hasta» a las mujeres.

Cuando uno se decide a reflexionar seriamente sobre este mito moderno del uso de las elecciones en democracia, se puede dar cuanto de muchas aberraciones de este sistema que tergiversan gravemente la voluntad popular:

[cita tipo=»destaque»]Reflexionando bien, el sorteo tiene muchas ventajas sobre las elecciones: evita las tensiones, celos, y peleas electorales, economiza las campañas electorales, y sobre todo, es un sistema realmente representativo del grupo humano, partido, ciudad o país, ya que la selección aleatoria es la única reconocida científicamente para lograr una muestra realmente representativa de un conjunto.[/cita]

– Los candidatos son normalmente designados por los partidos políticos, unas de las instituciones más desprestigiadas de la sociedad moderna, que representa menos del 1,0% de la población.

– Desde siempre, las elecciones han generado clientelismo, compra de votos, pago de favores, y por lo tanto, pueden ser consideradas como unas de las primeras causas de la corrupción en política.

– Las elecciones de las sociedades modernas son más un asunto de marketing que un tema de democracia. Los candidatos se presentan y se venden como la Coca-Cola u otros productos.

– Desde la Antigüedad hasta la época actual, las personas electas «democráticamente» son, generalmente las más ricas, las más potentes, las más conocidas. Es lógicamente muy difícil, para no decir imposible, que un pobre, un campesino, un obrero, un indígena puede ser electo. Entre los concejales, alcaldes, diputados, senadores, presidentes, es muy excepcional que se logré imponer una persona humilde, un trabajador, una empleada…

– Las elecciones no permiten designar personas representativas del grupo social, económica, etario, racial, a cual pertenecen.

– Las elecciones tienen un costo financiero enorme, y necesitan paralizar el país o grupo que las usa.

– En cualquier grupo social donde se realicen, cursos, escuelas, condominios, organizaciones, juntas de vecinos, comuna, distrito o país, las elecciones generan normalmente muchas tensiones y peleas dentro del grupo humano que las usa. Provocan siempre graves divisiones que no facilitan la cohesión social.

– Las elecciones han generado, poco a poco, la creación de los partidos políticos. Han generado desde más de dos siglos la clásica y añeja división política entre Izquierda y Derecha.

– Las elecciones, y generalmente las legislaciones, dan la impresión a los políticos que, una vez electos, no tienen porque responder de sus promesas electorales. Con ventajas cada vez más enormes sobre los ciudadanos comunes, los simples electores, los dirigentes elegidos se sienten como personas arriba del pueblo y de las leyes.

– Las elecciones de personas, que la mayoría de los ciudadanos no pueden conocer realmente, ha servido para bloquear el uso de las votaciones o referéndum, en cuales los ciudadanos pueden elegir, no entre personas, sino directamente entre opciones políticas.

– Por todas estas razones, y por muchas otras, son cada vez más menos ciudadanos que desean participar en las elecciones, en Chile y en todo el mundo, bajando hasta menos del 50% el número de personas que realmente participan a una elección, lo que significa que son en realidad menos del 25% el número des ciudadanos que imponen su voluntad al resto de la sociedad.

Esperemos que esta designación por sorteo de las autoridades del Partido Pirata de Chile permita hacer reflexionar la sociedad sobre este importante tema de la representación popular, y contribuye a derribar el mito que las elecciones hacen la democracia.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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