Señor Director:
En los últimos días hemos sido testigos de una series hechos bastante bochornosos en Cataluña, a raíz del Referéndum independentista convocado por el Gobierno regional autónomo, y la dura reacción desde el Gobierno central español. No entraré a comentar los detalles, pero lo resumiría como un «diálogo de sordos».
Lo que me preocupa en realidad, es qué tanta similitud puede haber entre la crisis del país ibérico y nuestra propia crisis, a raíz del «centralismo político» en Chile. Si bien es cierto, en años recientes hay múltiples ejemplos de movilizaciones en Magallanes, Aysén o Atacama, hay 2 situaciones que tienen un condimento adicional, nuestro trato a los pueblos originarios: la Araucanía y Rapa Nui. Ambos territorios fueron incorporados en circunstancias muy diferentes, pero actualmente tienen reivindicaciones similares.
No pretendo ser un «experto» que entregue la «solución mágica» a dichos conflictos, pero como ciudadano, me atrevo a sugerir que se empiece por un diálogo sincero y de buena fe, tanto con el Pueblo rapanui, como con el Pueblo mapuche, ya que en los últimos 30 años, ningún gobierno ha mostrado esa voluntad real de dialogar. En el caso de la Araucanía, es evidente que es bastante más difícil, ya que hay hechos de violencia de por medio, y las víctimas piden «mano dura», pero soy un convencido de que si se abre una vía de diálogo y negociación, los grupos radicalizados como la CAM o Weichan Auka Mapu, dejarán de tener razón de ser.
Por último, si tuviera que hacer un llamado al Gobierno y a los parlamentarios, les diría que no cometan los mismos errores que el Gobierno español, es inútil atrincherarse en un discurso «legalista y constitucionalista», y sobre todo, no hay que caer en la tentación simplista de la «mano dura», ya que al echarle más bencina al fuego, este no se apaga, sino que al contrario, más se aviva la llama.
Agustín González Muñoz
