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La Pandemia llega a Piñera y las nefastas secuelas de la contaminación política Opinión

La Pandemia llega a Piñera y las nefastas secuelas de la contaminación política

Rodolfo Fortunatti
Por : Rodolfo Fortunatti Doctor en Ciencias Políticas y Sociología. Autor del libro "La Democracia Cristiana y el Crepúsculo del Chile Popular".
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Se ha señalado que el ex Presidente no tiene ningún nexo con los hechos denunciados ni con las personas involucradas. Esto es como querer tapar el sol con un dedo, porque los más de cien millones destinados por SQM, ocultos por facturas ideológicamente falsas, fueron a parar a productoras de eventos a cargo de la campaña presidencial de Piñera y con quienes este sigue manteniendo vínculos.


La pandemia es por definición un mal o daño que se expande de forma intensa e indiscriminada. Es también el nombre elegido por la productora que prestó apoyo al ex Presidente Piñera en la segunda vuelta de 2010 y en la instalación de su gobierno, en marzo de ese mismo año. A Pandemia se le imputa el haber extendido, junto a otras empresas proveedoras, boletas ideológicamente falsas para justificar los aportes de SQM al ex Mandatario.

Lo más extraordinario del caso es que pone de relieve, y en el momento justo, las nefastas secuelas que está teniendo para la democracia la corruptora y opresiva contaminación de la actividad política por el dinero y los negocios.

Se ha querido moderar la gravedad de los hechos con excusas del todo frívolas para un país que, pese a no haber cruzado el umbral del desarrollo, piensa, se informa y se comunica. Se ha sostenido que esto no le interesa a la gente que vota por Piñera, que le pasa por encima de los hombros. Un argumento difícil de digerir, pues hay una franja del electorado de centroderecha a la que sí le importa la venalidad y que no está dispuesta a tolerar las malas prácticas. Tal vez constituya un uno, un dos o un tres por ciento de los votantes. No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que las elecciones se pierden por uno, dos o tres por ciento de diferencia.

Se ha afirmado que el asunto ya prescribió y que, por consiguiente, no tendrá efectos judiciales para los responsables. Es cierto que los plazos expiraron y que no habrá sanciones penales. Sabemos de otros casos semejantes, como Manos Limpias en Italia, del cual se salvaron por el puro paso del tiempo varios de sus implicados. Pero la prescripción no equivale a impunidad ética ni moral y, acaso, el tribunal más adecuado para poner la credibilidad política en el banquillo de los acusados sea el juicio de las urnas, el veredicto libre, secreto e informado que todos los ciudadanos podrán formular el domingo 19 de noviembre.

Se ha dicho que el monto de alrededor de cinco millones de pesos de la factura ideológicamente falsa es una minucia, una cifra muy baja para prestarle atención. Una explicación que por recurrente ya se ha gastado. Es como si procurara convencernos de que el botín de dieciséis mil millones del llamado «gran robo del siglo» hace más transgresores a sus autores que los cinco millones de quien burló al fisco. Lo cierto es que la cantidad no otorga atenuantes a la concupiscencia.

[cita tipo=»destaque»]Se ha querido moderar la gravedad de los hechos con excusas del todo frívolas para un país que, pese a no haber cruzado el umbral del desarrollo, piensa, se informa y se comunica. Se ha sostenido que esto no le interesa a la gente que vota por Piñera, que le pasa por encima de los hombros. Un argumento difícil de digerir, pues hay una franja del electorado de centroderecha a la que sí le importa la venalidad y la que no está dispuesta a tolerar las malas prácticas. Tal vez constituya un uno, un dos o un tres por ciento de los votantes. No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que las elecciones se pierden por uno, dos o tres por ciento de diferencia.[/cita]

Se ha señalado que el ex Presidente no tiene ningún nexo con los hechos denunciados ni con las personas involucradas. Esto es como querer tapar el sol con un dedo, porque los más de cien millones destinados por SQM, ocultos por facturas ideológicamente falsas, fueron a parar a productoras de eventos a cargo de la campaña presidencial de Piñera y con quienes este sigue manteniendo vínculos.

Algunos se extrañan que estos delitos se hagan públicos a escasas semanas de la elección presidencial e, incluso, ponen en duda la imparcialidad del Ministerio Público.

¿Por qué sorprende la oportunidad cuando es una práctica regular de las democracias contemporáneas?

Es justamente en periodos de campaña cuando aparecen las pruebas de moralidad más duras para los candidatos, y estos las deben saber sortear. Más aún, que la publicación hubiera sido parte de una operación política, no agregaría nada nuevo al hecho fundamental de que aquí se cometió un ilícito. Lo que debiera llamar a reflexión es que haya sido El Mercurio, prensa representativa de la derecha, el medio que difundió el hecho. Significaría que sectores conservadores ven en el triunfo de Piñera un riesgo para sus intereses políticos y, sobre todo, económicos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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