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La estrategia de la centroderecha para quedarse ocho años en el poder Opinión

La estrategia de la centroderecha para quedarse ocho años en el poder

Cualquier alianza de la DC con el piñerismo deberá incluir expresamente que en la nueva elección de 2021 exista el compromiso de llevar a un democratacristiano a la Presidencia. Esa condición implica un rompimiento con el principal partido de la derecha, la UDI, que se caracteriza, hasta ahora, por un rígido programa valórico derivado del franquismo español. Como en todo buen escenario político, la UDI puede modificar su contenido programático y acercarse a Renovación Nacional, para así frenar o desestimar la incorporación de la DC a la alianza de centroderecha.


Pocas veces ha habido un planteamiento tan claro de un comentarista político para señalar el camino que conduciría a 8 años de Gobierno de centroderecha en Chile. Así lo ha planteado David Gallagher en una entrevista hace unos domingos.

“Para forjar una fuerza mayoritaria de largo plazo, un Gobierno de Piñera tiene que ser muy firme en adoptar una postura de centro (…) y en cooptar fuerzas que en el fondo tienen mucha afinidad, como Ciudadanos o como la misma DC (…) un partido como el democratacristiano alemán es una tremenda coalición en que hay elementos  que son un poquito más de derecha y hay otros que son básicamente socialdemócratas (…). Creo que hay una oportunidad histórica para que Piñera logre implementar un programa de 8 años…”.

Este es un llamado abierto a la Democracia Cristiana chilena para cambiarse de bando y unirse a la centroderecha, abandonando a la Nueva Mayoría. Este cambio de alianza tiene un alto costo para la DC.

En los treinta años desde que se recuperó la democracia, Chile ha cambiado su composición social y las llamadas capas medias son hoy día casi un 70 % de la población. Esas capas no son homogéneas y una buena parte de ellas  tienen necesidades más cercanas a lo que es la izquierda hoy.

Están endeudados, tienen hijos que aprovechan la enseñanza gratuita y aspiran a continuar en las universidades.

Es prioritario para ellas un buen sistema de salud que incluya medicamentos, un sistema de pensiones que les asegure poder retirarse sin morirse de hambre y, fundamentalmente, dejar de pagar dividendos y altos intereses por el hogar y las deudas de todo tipo.

[cita tipo=»destaque»]En los treinta años desde que se recuperó la democracia, Chile ha cambiado su composición social y las llamadas capas medias son hoy día casi un 70 % de la población. Esas capas no son homogéneas y una buena parte de ellas  tienen necesidades más cercanas a lo que es la izquierda hoy. Están endeudados, tienen hijos que aprovechan la enseñanza gratuita y aspiran a continuar en las universidades. Es prioritario para ellas un buen sistema de salud que incluya medicamentos, un sistema de pensiones que les asegure poder retirarse sin morirse de hambre y, fundamentalmente, dejar de pagar dividendos y altos intereses por el hogar y las deudas de todo tipo.[/cita]

Efectivamente hay un porcentaje del ámbito democratacristiano que está cercano al gran empresariado, ya por ser profesionales de alto nivel o por ser ellos mismos empresarios y mantener cierta conciencia social.

Además, hay una capa de militantes que tiene aspiraciones políticas, como en todos los partidos chilenos, ya sea ocupando cargos en los gobiernos de turno, siendo candidatos al Parlamento y también algunos pocos que aspiran a la Presidencia de la República.

Por eso cualquier alianza con el piñerismo deberá incluir expresamente que en la nueva elección de 2021 exista el compromiso de llevar un DC a la Presidencia.

Esa condición implica un rompimiento con el principal partido de la derecha, la UDI, que se caracteriza, hasta ahora, por un rígido programa valórico derivado del franquismo español.

Como en todo buen escenario político, la UDI puede modificar su contenido programático y acercarse  a Renovación Nacional, para así frenar o desestimar la incorporación de la DC a la alianza de centroderecha.

¿Cuánta es la flexibilidad de la UDI para acercarse a esa clase media que mayoritariamente está por una liberalización de los valores personales? ¿Y cuánto puede sacrificar la DC al elegir una alianza pro empresarial que la aleje de las capas medias?

El senador Alberto Espina, quien no va a la reelección, declara: “Cada vez que decimos que queremos tener alianzas con la DC nos pegan un portazo. Creo que más que tener una alianza con los líderes de la DC, hay que tener una alianza con su electorado que, por cierto, ya está votando por Piñera. En un Gobierno amplio y de unidad nacional, como el que pretende impulsar Piñera, todos aquellos que compartan sus ideas deberían poder integrarse. No puedo hablar de su gabinete, porque sería una irresponsabilidad, pero me imagino que lograr un Gobierno de unidad significa abrir espacios. En una segunda vuelta, una mayoría del electorado de la DC apoyará a Piñera, porque va a preferir su proyecto político”.

La política chilena tiene un escenario abierto que solo se resolverá el 19 de noviembre, en que se verá la verdadera fuerza de las capas sociales existentes y que estaban enmudecidas por un sistema binominal impuesto en los meses finales de la dictadura.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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