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Una institucionalidad territorial para la(s) ciudad(es)


Por estos días, derivada de las propuestas del Consejo Nacional de Desarrollo Urbano (CNDU), se discute la necesidad de una nueva institucionalidad pública para enfrentar de mejor forma los problemas que enfrentan las ciudades, con la vista puesta en una gestión más integral y equitativa del territorio. Entre las propuestas en discusión está la creación de un Ministerio del Territorio, que fusione las funciones y atribuciones que hoy día comparten varios ministerios en materia de ordenamiento urbano.

Avanzar hacia una gestión integral del territorio es, a todas luces, una agenda necesaria, tanto para disminuir brechas y desigualdades territoriales, como para potenciar al máximo las oportunidades y capacidades diferenciadas de los distintos territorios del país.

No obstante, para cumplir esos propósitos es fundamental relevar el rol de las ciudades intermedias en el desarrollo y la provisión del bienestar de millones de chilenos, y comprender el rol de la ciudad en su interacción con los espacios rurales.

[cita tipo=»destaque»]Las propuestas en comento registran un fuerte sesgo metropolitano, desconociendo que lo “urbano” es en realidad muy heterogéneo. Es cierto que en Chile el 39% de la población está concentrada en la Región Metropolitana, pero otro 39% de la población vive en ciudades medianas y pequeñas que tienen entre 18 mil y 300 mil habitantes.[/cita]

Las propuestas en comento registran un fuerte sesgo metropolitano, desconociendo que lo “urbano” es en realidad muy heterogéneo. Es cierto que en Chile el 39% de la población está concentrada en la Región Metropolitana, pero otro 39% de la población vive en ciudades medianas y pequeñas que tienen entre 18 mil y 300 mil habitantes.

Además del imperativo ético de ofrecer respuestas y soluciones a ese casi 40% de la población nacional, las ciudades medianas y pequeñas tienen características distintas a las de las ciudades grandes o a la metrópolis. Las ciudades medianas y pequeñas tienen un vínculo estrecho con el medio rural: por nombrar sólo algunos elementos relevantes: el empleo en el sector agropecuario y agroalimentario en estas ciudades representa alrededor de un cuarto del empleo total, versus menos del 6% del empleo en la Región Metropolitana; concentran la mayor parte del empleo nacional basado en recursos naturales (minería, pesca, silvicultura, y casi el 40% del empleo en turismo); el 60% del ingreso de la manufactura es generado por PYMEs, mientras que en la RM el 60% es generado por empresas grandes; tienen ingresos per cápita promedios más bajos, y concentran casi la mitad de la población que vive en condición de pobreza (mientras que la RM concentra ¼ de la población que vive en condición de pobreza).

Se trata en consecuencia, de territorios que requieren tanta atención como las zonas metropolitanas, que ocupan casi toda la atención de arquitectos y urbanistas.

Un Ministerio del Territorio, sí, pero que se funde sobre una concepción amplia del territorio, capaz de dar respuesta a distintos tipos de dinámicas territoriales. Ya basta de decidir para el país sobre la base del comportamiento de Santiago. Chile es un país diverso, también en el tipo de ciudades y su contribución al desarrollo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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