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Salud Mental en Chile: cómo nos enfrentamos a ella

Paula Dagnino
Por : Paula Dagnino Académica Facultad de Psicología, Universidad Alberto Hurtado.
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Gran impacto causó el video que protagonizó la cantante  Sinead O´Connor quién entrega una dolorosa y honesta declaración acerca de lo que significa vivir con una enfermedad mental. En el video muestra el dolor, la desesperación que conlleva, el aislamiento que sufre, interno y externo y una desesperanza que es la que la lleva a mencionar su deseo de terminar con su vida y con su sufrimiento.

Nuestra aproximación a la salud mental y sus trastornos ha evolucionado abundantemente desde la época en que era considerada una posesión diabólica, tiempo en que los pacientes eran recluidos y aislados en espacios lejanos a la población “normal”. Esta evolución ha permitido que la sociedad actual sea capaz de comprender que la enfermedad mental presenta manifestaciones distintas. En general, se caracteriza por una combinación de alteraciones del pensamiento, la percepción, las emociones, la conducta y las relaciones con los demás.

La salud mental es un área de desarrollo que ha supuesto un enorme desafío en todo el mundo, transformándose en una prioridad urgente. Tanto así, que agencias internacionales como la Organización Mundial de la Salud han considerado el tema como prioritario, desarrollando programas bajo el lema “no hay salud sin salud mental”, e involucrando incluso a actores como el Banco Mundial y la OCDE. Pero Chile es un país con altas tasas de enfermedades mentales. En particular la depresión es uno de los síndromes de mayor prevalencia nacional, incluso mayor que en otros países, llegando incluso a un 17,2% de la población. Como vemos en el testimonio de la artista irlandesa, toda enfermedad mental, y así también la depresión, no sólo tiene importantes consecuencias para el paciente sino que también para su círculo más cercano y para la sociedad en su conjunto. Esta se asocia a un amplio rango de indicadores de morbilidad secundaria (secundaria a otra enfermedad, por ejemplo una enfermedad física) y es una de las principales causas de discapacidad en el mundo en lo que se refiere al número total de años de vida ajustados por discapacidad o AVISA. (Los AVISA son un indicador sobre la mortalidad y pérdida de calidad de vida producida por enfermedad, que permite dimensionar el costo económico que producen las condiciones neuropsiquiátricas en nuestro país).

[cita tipo=»destaque»]A pesar del dolor que Sinead O`Connor vive, su testimonio es muy útil para abrir esta discusión acerca de la salud mental, de cómo nos enfrentamos a ella, cómo la miramos, y cómo el Estado nos ayuda en este proceso. Es mejor pensar que esto sólo es el comienzo de una discusión mayor y de desmitificar los trastornos mentales. Recordemos que según los datos epidemiológicos, todos nosotros tenemos la probabilidad de sufrir un trastorno mental durante nuestra vida.[/cita]

Debido al impacto que tiene la salud mental, el Estado debe hacerse parte importante del mejoramiento en salud de sus ciudadanos. Sin embargo, para dar un ejemplo, aunque la depresión está incluida en el programa GES, no se ha logrado disminuir su prevalencia en un 10% como era el objetivo del Ministerio de Salud. Por otra parte, la cantidad de suicidios, muchas veces producto de cuadros depresivos, se han incrementado en un 60% entre 2000 y 2009 (OMS). Claramente, los esfuerzos políticos y económicos no han sido suficientes. Los protocolos de atención generalmente tienen en primera línea el uso de medicamentos psiquiátricos, que resultan adecuados pero nunca suficientes. Acá cumple un rol importante la psicoterapia para el tratamiento del sufrimiento mental. Los estudios han demostrado que la psicoterapia en combinación con la medicación es más eficiente que la primera y que disminuye la probabilidad de recaídas (por ejemplo en la depresión). De hecho se ha demostrado que la psicoterapia es capaz de modificar la expresión genética de modo similar a como lo hacen los fármacos. Sólo en los casos de depresión grave esta terapia es considerada como parte de la indicación de tratamiento, pero en el sector público las sesiones suelen ser intermitentes y no suficientes, lo cual impide cualquier trabajo psicológico adecuado. La ayuda psicológica debe ser un objetivo al que debemos aspirar como sociedad, de manera de ayudar a que el paciente mejore su calidad de vida, pero también su entorno social se verá beneficiado. Surge la duda de si este es el caso de Sinead O’Connor, si está recibiendo la ayuda adecuada para su trastorno. Habrá que ver.

Otro elemento muy relevante y que está muy ligado con una mayor prevención y acceso al tratamiento en salud mental, es el estigma que muchas veces tiene la frase “enfermedad mental”. Este es otro aspecto que Sinead O`Connor transmite claramente en su testimonio: cómo estas dos palabras producen que las personas enjuicien o se alejen de quién está sufriendo esta patología. De hecho, la sociedad probablemente gasta más tiempo en intentar ignorar las enfermedades mentales que en entenderlas. La negación de los afectos es un aspecto que todavía está presente y que lleva a muchas personas a dirigirse a los que padecen, por ejemplo, de depresión con frases como “ya va a pasar”, “es cosa que te levantes y continúes” o “haz algo y se te olvidará”. ¿Cuánto cuesta sostener al otro que sufre, acompañarlo, escucharlo, sin juicios, sin preconcepciones, sin discriminación?

A pesar del dolor que Sinead O`Connor vive, su testimonio es muy útil para abrir esta discusión acerca de la salud mental, de cómo nos enfrentamos a ella, cómo la miramos, y cómo el Estado nos ayuda en este proceso. Es mejor pensar que esto sólo es el comienzo de una discusión mayor y de desmitificar los trastornos mentales. Recordemos que según los datos epidemiológicos, todos nosotros tenemos la probabilidad de sufrir un trastorno mental durante nuestra vida. Comencemos a enfrentar esta realidad comprendiéndola.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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