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Neurosis urbana y estrés social

Francisco Flores R.
Por : Francisco Flores R. Magister en psicología, mención Psicoanálisis y Diplomado en Filosofía y Psicoanálisis (Buenos Aires ). Director ONG Mente Sana.
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El estrés que viven los chilenos no es solo por causas mentales o psicológicas personales, es una neurosis urbana también generada, entre otras, por las condiciones de vida y del entono en el cual se vive. Las zonas urbanas críticas producen estrés y depresión (y rabia, que es la otra cara de la depresión)

El reciente estudio de la Cámara Chilena de la Construcción estableció que más de un millón de santiaguinos –un 18,3% de la población del Gran Santiago- viven en zonas urbanas críticas: barrios con calles y veredas en mal estado, con poco acceso a parques u otras áreas verdes y que se encuentran alejados de colegios, centros de salud y servicios públicos.

Estos datos son congruentes los de salud mental de la población: Todos los indicadores apuntan a un altísimo nivel de estrés de los chilenos: Más de un millón de personas con trastornos de ansiedad y ochocientos mil con depresión, el aumento de personas con estrés al doble en los últimos 4 años, el alto número de licencias médicas por estas causas, y la gran cantidad de psicotrópicos que consumen los chilenos: más de siete millones y con un aumento de 470% en el último tiempo, entre otros indicadores

El problema es que este malestar, las personas y el enfoque puramente médico lo atribuyen a un problema personal y no social. Y las autoridades tampoco consideran seriamente esta dimensión del problema. Así como se suele rehuir verse a sí mismos, con los países también ocurre algo igual.

[cita tipo=»destaque»]¿Cómo no va ser estresante vivir así: sin áreas verdes, donde hay que desplazarse a otras comunas para hacer trámites o estudiar, transitar por calles y veredas en mal estado? En comunas como Cerro Navia donde más del 70% viven en estas condiciones de entorno. O sectores de Renca y Conchalí, donde casi la mitad de sus habitantes viven en barrios críticos, según la denominación de la CCHC. Están a 15 minutos del centro, pero parecen estar a 15 años atrás de un desarrollo integral y amable.[/cita]

¿Cómo no va ser estresante vivir así: sin áreas verdes, donde hay que desplazarse a otras comunas para hacer trámites o estudiar, transitar por calles y veredas en mal estado? En comunas como Cerro Navia donde más del 70% viven en estas condiciones de entorno. O sectores de Renca y Conchalí, donde casi la mitad de sus habitantes viven en barrios críticos, según la denominación de la CCHC. Están a 15 minutos del centro, pero parecen estar a 15 años atrás de un desarrollo integral y amable.

El mismo informe señala que en la dimensión medioambiental existe una alta disparidad entre el sector oriente y el poniente del Gran Santiago. Chile es como un niño que creció mucho pero de mala forma. Antes sufríamos por la desnutrición y hoy por el sobrepeso. Bien estar o estar bien es mucho más que el mero crecimiento.

La desigualdad de los entornos y barrios también producen daño psicosocial, y afecta con mayor impactos en los sectores vulnerables, contribuyendo a consolidar determinantes sociales y psicosociales.

A esta neurosis urbana, hay que sumarle las angustias más transversales, como son los desplazamientos en el transporte, y las expectativas ansiosas por las vulnerabilidades del presente: enfermedades, educación y del futuro: bajas pensiones.

Ante esto los chilenos reaccionamos más bien como nuestra naturaleza: volcanes y terremotos, Acumulamos energías y explotamos de vez en vez. El reciente incidente en una estación del metro de Santiago, donde se desbordo la ira, puedes ser un ejemplo de aquello.

Podemos y debemos combatir este estrés social. Chile necesita que sus políticas públicas incorporen una dimensión Anti Estrés. Esta neurosis urbana es un problema de salud pública pero no se reduce a eso. Si mirásemos las políticas públicas incorporando el componente de reducir la neurosis urbana de los chilenos y chilenas, podríamos integrar otras soluciones, a partir de iniciativas a amables; por ejemplo, evaluar al transantiago no solo desde el punto de vista de los trayectos sino también de ciertas comodidades, como más asientos; o propiciar una política de barrios saludables de un punto de vista psicosocial.

Tras el espíritu internalizado por la búsqueda de estatus, a veces más allá de las posibilidades emocionales y físicas incluso, en forma de sobredotación; hay también el anhelo de ser tratados con dignidad y sin discriminación. Lo que sucede es que al parecer “hemos aprendido” que para eso no es suficiente el hecho de ser ciudadanos.

No sé sabe qué cuesta más, si soportar el peso de la decepción o sujetar el globo de la ilusión.

Claves:

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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