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El costo de la comida chatarra

Jaime Tohá L
Por : Jaime Tohá L Director Nacional Junaeb
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La Cepal hace algunas semanas, publicó un estudio que anuncia que, para el 2030, más de 204 mil personas morirán al año en Chile producto de enfermedades asociadas a la obesidad. A comienzos de este año, se difundió el informe “Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional de América Latina 2016”, desarrollado por la FAO y la OPS, en el que se relevaba que el gran porcentaje de la población adulta en Chile que tiene sobrepeso u obesidad, se debe principalmente a factores de sedentarismo y alimentación errónea, donde los excesos de grasa y azúcares destacan entre las causas.


A bajo costo hoy, rico sabor y al alcance de todo bolsillo, la denominada comida rápida tiene una mayor penetración en la rutina de los chilenos de la que quisiéramos. Y si bien los productos saludables y alimentos sin azúcar se han posicionado como una alternativa para algunos ciudadanos, aún estamos lejos de dar el énfasis, como debiésemos, a la problemática de la malnutrición por exceso.

La alimentación de nuestros niños depende de padres comprometidos, profesores informados y tutores responsables, pero en Chile la pandemia de la obesidad es transversal. Los esfuerzos que puedan hacer los organismos públicos y las organizaciones internacionales o sin fines de lucro serán en vano si no hay un compromiso real, tomando el peso a la gravedad de la obesidad.

Cuesta entender cómo no es una emergencia nacional el hecho de que más de la mitad de nuestros niños en primera infancia (51%) tiene sobrepeso o sufre de obesidad, tal como lo arrojó el Mapa Nutricional realizado por Junaeb. Complementando esta cifra aterradora, más de un 63% de los adultos chilenos es obeso o padece de sobrepeso (FAO).

La Cepal, hace algunas semanas, publicó un estudio que anuncia que, para el 2030, más de 204 mil personas morirán al año en Chile producto de enfermedades asociadas a la obesidad. A comienzos de este año, se difundió el informe “Panorama de la Seguridad Alimentaria y Nutricional de América Latina 2016”, desarrollado por la FAO y la OPS, en el que se relevaba que el gran porcentaje de la población adulta en Chile que tiene sobrepeso u obesidad, se debe principalmente a factores de sedentarismo y alimentación errónea, donde los excesos de grasa y azúcares destacan entre las causas.

Ese mismo estudio señaló que Chile es el segundo país en la región que más alimentos ultraprocesados consume, con un promedio anual per cápita de 201,9 kilos, ubicándonos, además, en el séptimo lugar del ranking mundial. Con alimentos ultraprocesados nos referimos a aquellos con formulaciones industriales elaboradas a partir de sustancias derivadas de los alimentos u otras fuentes orgánicas. El informe señala que, entre dichos procesos de elaboración, se consideran la hidrogenación, la hidrolización, la modificación de la forma, el preprocesamiento mediante fritura, horneado, etc., y que, comúnmente, “contienen pocos o ningún alimento entero”. Estos productos ultraprocesados vienen envasados y tienen larga duración, por lo que para los consumidores resultan más accesibles y sumamente prácticos.

Los altos precios de los alimentos saludables y la arremetida de la publicidad de los alimentos procesados, dificultan la alimentación sana de los chilenos, en especial, de nuestros niños que no eligen conscientemente qué consumir.

Organismos estatales están haciendo un trabajo articulado para combatir esto. La Ley de Etiquetado es una de las políticas con mayor incidencia tangible y, a la vez, se está trabajando en otros proyectos, como la regulación de las ventas de alimentos cerca de establecimientos de educación, alza de impuestos, restricción en las publicidades en TV y cine de alimentos con sellos, entre otros.

[cita tipo=»destaque»]El Mapa Nutricional 2016 arrojó cifras desalentadoras, en las que, por ejemplo, los pequeños que cursan prekínder tienen el mayor aumento de obesidad en el transcurso de un año y los estudiantes de kínder tienen la mayor prevalencia de obesidad de todos los niveles evaluados. A la edad de 4 y 5 años ninguna persona decide qué comer y qué no, sino que son sus madres, padres, abuelos, cuidadores u otros familiares los responsables de su alimentación, por lo que, tal como lo mencioné, la educación es sumamente relevante en los jóvenes y adultos también.[/cita]

En Junaeb el año pasado lanzamos el Plan Contra la Obesidad Estudiantil: Contrapeso, el cual desde marzo hemos comenzado a implementar, en el marco de las cifras arrojadas por nuestro Mapa Nutricional. A través de 50 medidas buscamos llegar a estudiantes de todos los niveles y sus familias de más de 11 mil establecimientos. Asimismo, este plan contempla impactar en toda la sociedad a través de un constante plan de comunicaciones, con difusión de hábitos saludables, consejos para una mejor alimentación e incremento de la actividad física.

El Mapa Nutricional 2016 arrojó cifras desalentadoras, en las que, por ejemplo, los pequeños que cursan prekínder tienen el mayor aumento de obesidad en el transcurso de un año y los estudiantes de kínder tienen la mayor prevalencia de obesidad de todos los niveles evaluados. A la edad de 4 y 5 años ninguna persona decide qué comer y qué no, sino que son sus madres, padres, abuelos, cuidadores u otros familiares los responsables de su alimentación, por lo que, tal como lo mencioné, la educación es sumamente relevante en los jóvenes y adultos también.

Dentro de los beneficios de Junaeb está la BAES (Beca de Alimentación de Educación Superior), que es una beca de mantención, parte de un sistema de protección social, que busca prevenir la deserción estudiantil, abordando los diversos obstáculos que pueden enfrentar los estudiantes. En este contexto, a fines del año pasado, una de las medidas que se definió y publicó como parte de Contrapeso fue que, desde el 2018, el consumo de los jóvenes beneficiarios de la BAES se vería limitado a productos de no más de dos sellos negros “altos en”, en los supermercados, y en los locales de comida rápida solo podrán acceder al Menú Junaeb (menú saludable exigido por nuestra institución) o a menús previamente visados y aceptados por  una comisión de expertos de Junaeb. El objetivo es que los estudiantes consuman alimentos caseros, saludables, nutritivos y contundentes.  

Sin duda esto provocó diversas reacciones, por lo que los quiero invitar a reflexionar sobre el contexto país y este tipo de políticas públicas.

Esta beca de Junaeb se financia con recursos de todos los chilenos, mismos recursos que corren riesgo a futuro por el alto costo que puede significar un explosivo aumento de personas obesas y, por consiguiente, enfermas.

A la vez, si el Estado de Chile promueve políticas como la Ley de Etiquetados de Alimentos, resulta inconsistente e incongruente que, por otro lado, financie el consumo de alimentos procesados, fritos, altos en azúcares o en sodio.

Todo este plan está acompañando con una educación al beneficiario y su entorno, con el que buscamos crear consciencia respecto a que este problema no es estético, sino que afecta gravemente la calidad de vida de los habitantes de nuestro país. No queremos lamentar más muertes y enfermedades asociadas a la malnutrición y sedentarismo, porque resulta ilógico siendo evitable. Es el momento de actuar de manera articulada y responsable, dándole el peso real a esta emergencia que se nos puede escapar de las manos.

El Estado de Chile ha iniciado una lucha en contra la obesidad, en la cual Junaeb juega un rol central. Si hace 50 años nos propusimos derrotar la desnutrición y lo logramos, hoy enfrentamos con la misma responsabilidad y compromiso este nuevo y crucial desafío, articulándonos con organismos públicos y privados para cumplir, una vez más.

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