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Campaña sucia

No fue “campaña sucia” cuando a Michelle Bachelet recientemente la acosaron por la prensa, tras saberse que le había regalado a una hija un terreno de seis millones de pesos. Sesudos análisis jurídicos fueron publicados para determinar si habría debido pagar o no el impuesto a las donaciones. Pero ahora Piñera públicamente se ufana de “ir más allá de lo exigido por la ley” al revelar o anunciar las ventas de activos por miles de millones de dólares a su cónyuge y sus hijos.


Piñera llama “campaña sucia” la mera descripción de sus conductas. Últimamente ha usado para defenderse una conocida cita de Lincoln: “Se puede engañar a muchos poco tiempo, a pocos mucho tiempo, pero no a todos todo el tiempo”. Un comentarista norteamericano, sin embargo, ha precisado que, con suficiente presupuesto, sí se puede engañar a todos todo el tiempo. En su caso, hay suficiente presupuesto.

Así, esta semana logró, con éxito, ocultar tras una cortina de humo su declaración como imputado ante la fiscalía por el delito de negociación incompatible. “Borró” esa noticia de las primeras planas y las llenó mediante el anuncio de un fideicomiso ciego sobre sus bienes, los de su cónyuge y sus hijos, en su prensa afín, que es casi toda la que hay. Y así ocultó a los ojos de la opinión pública la noticia de sus tres horas de declaración como imputado ante la fiscalía.

Está también imputado en Argentina por soborno (“La Nación” de Buenos Aires, 29.12.16). En Chile lo está por negociación incompatible en el caso Exalmar. Está probado que hubo negociación y que fue incompatible, pues la pesquera peruana era potencialmente beneficiaria de la ampliación del mar territorial peruano a costa de Chile, y él debía velar por los intereses de Chile y no beneficiarse del perjuicio a los mismos. Pero decirlo es “campaña sucia”.

Después publicó ampliamente que el fiscal ante el cual había declarado había dicho que no existía prueba del delito que se le imputa, pero no es verdad. Lo que manifestó el fiscal fue que no había “evidencia clara” del delito. Es decir, implícitamente admitió que sí hay evidencia, pero todavía no clara. Es muy distinto.

Por su parte, el abogado querellante declaró que habrá evidencia clara cuando Piñera entregue los correos intercambiados con un hijo suyo, los cuales se ha negado hasta ahora a proporcionar.

Y ¡apareció José Antonio Kast en la encuesta Cadem! con 1 % de preferencias. Mi amigo A. N. había querido votar por él cuando lo llamaron de Cadem, pero la señorita le dijo que José Antonio no estaba en la lista oficial de la encuesta. Al parecer, eso se remedió y ahora apareció. Pero luego en la Adimark, donde sí José Antonio había aparecido antes, ahora desapareció. ¿Los llamaron? En una campaña altamente dependiente de las encuestas, éstos son rasgos que hacen sospechar. La derecha y el único candidato que la representa debemos luchar contra eso. José Antonio Kast ya tiene las 35 mil firmas para competir en primera vuelta y sus partidarios se reunirán el jueves a las siete de la tarde en el Círculo Español para festejar el logro, pero lo más probable es que la prensa dominante no lo informe.

Piñera también afirma que es campaña sucia informar que, durante su gobierno, cuando él sostenía que su patrimonio era administrado por un fideicomiso ciego y que “no sabía nada” respecto de sus inversiones, eso ha resultado no haber sido verdad, porque no sólo sabía todo –por algo las fotografías de su escritorio presentaban varias pantallas de computador conectadas a Bloomberg con los valores bursátiles del extranjero al minuto— sino que también ha resultado haber sido verdad que sí sabía (y no se lo dijo a nadie) que casi las tres cuartas partes de su fortuna estaba invertida en paraísos fiscales del extranjero.

Esto último sólo ha venido a saberse ahora. Es decir, hasta ahora, tuvo a todo el país engañado todo el tiempo. Pues lo que mejor sabe y ha sabido siempre Piñera es dónde está cada peso y cada dólar, euro, yen, yuan o rupia que tiene.

Se produjo una situación pintoresca: la UDI, en un gesto de paroxismo ético, bajó en 2013 a su candidato presidencial Laurence Golborne por haberse revelado que tenía una cuenta en Islas Vírgenes, y sentó un precedente; pero recientemente la misma UDI, sin ningún paroxismo de ninguna clase, ha proclamado a Piñera a sabiendas de que éste mantenía, desde 2010, 1.800 millones de dólares en las mismas Islas Vírgenes y, además, en Panamá y otros paraísos fiscales europeos.

No fue “campaña sucia” cuando a Michelle Bachelet recientemente la acosaron por la prensa, tras saberse que le había regalado a una hija un terreno de seis millones de pesos. Sesudos análisis jurídicos fueron publicados para determinar si habría debido pagar o no el impuesto a las donaciones. Pero ahora Piñera públicamente se ufana de “ir más allá de lo exigido por la ley” al revelar o anunciar las ventas de activos por miles de millones de dólares a su cónyuge y sus hijos, fortuna que quedará en fideicomisos ciegos, sin que nadie les pregunte a los adquirentes el origen de los recursos que les permiten hacer tan millonarias compras y, si no fueron compras, si se pagaron los impuestos correspondientes a las respectivas donaciones.

Al ex comandante en Jefe Juan Miguel Fuente-Alba (“Mercurio”, 07.05.17) la fiscalía le exige, en aras de la probidad, explicar un patrimonio familiar de mil millones de pesos, pero a la familia Piñera, que compra activos de miles millones de dólares, ninguna fiscalía le exige explicar cómo obtuvo los fondos para hacerlo. Preguntar eso es “campaña sucia”.

También Piñera descalifica como tal cualquier pregunta sobre la Minera “Dominga”, pero resulta que están formalizados por cohecho en favor de dicha minera su ex subsecretario Wagner y su íntimo amigo Carlos Alberto Délano, precisamente por haberse registrado pagos de Penta a dicho subsecretario de Piñera, supuestamente para favorecer a “Dominga”. Pero ¿no es absurdo cohechar a un subsecretario para obtener que se beneficie a una minera cuyo principal dueño era el Presidente de la República, a través de la sociedad Andes Iron, principal propietaria de “Dominga”?

Y también era público y notorio que el mismo Délano, otro propietario de “Dominga”, tenía acceso privilegiado al Presidente, como que entraba con libertad a la Moneda y preguntaba familiarmente “¿está el Chato?”. ¿Para qué iba a sobornar a un subsecretario cuando podía conseguir directamente cualquier cosa del Presidente, sobre todo si éste era el principal dueño del yacimiento? Yo siempre he pensado que Wagner fue inocente de cohecho y en su caso se repitió una situación que sucedió en el gobierno de Jorge Alessandri, que cuando necesitó de ciertos colaboradores muy capaces y altamente colocados en empresas, y se encontró con que iban a ganar mucho menos como ministros, para evitar que se negaran a aceptar estos cargos se obtuvo que las empresas les siguieran pagando el diferencial para que su sueldo como ministros se igualara al que tenían en ellas. Esto fue vox pópuli y nunca mirado como escandaloso ni como cohecho, porque se trataba de hombres reconocidamente probos.

Así es que supongo que finalmente la ampliación de la querella contra Piñera por el caso “Dominga” va a redundar en la clarificación de que no pudo lógicamente haber cohecho del subsecretario Wagner, lo que le hará justicia a este último, que ha sido una víctima propiciatoria en cuya defensa debió haber intercedido Piñera, contando toda la verdad, pero eso era demasiado pedirle.

La que Piñera llama “campaña sucia”, en síntesis, va a conducir a limpiar algunas cosas y a comprobar que la verdadera suciedad no ha corrido por cuenta de sus oponentes.
Publicado por Hermógenes Pérez de Arce en 5:37 8 comentarios:
miércoles, 3 de mayo de 2017
Y las Últimas Frescuras de Piñera

Promete que va a bajar los impuestos, pero ha dedicado su vida a subirlos, porque creía que era lo que le daba votos y le servía para hacer buenos negocios, como cuando compró las acciones de LAN que tenía la CORFO, bajo el gobierno de Aylwin, durante la “política de los acuerdos”. Ése fue un acuerdo rentable… para él. A cambio de las facilidades que le permitieron la compra, aunque oficialmente decía que lo hacía para “legitimar el modelo”, apoyó con los dóciles votos de RN –partido siempre listo para correrse hacia la izquierda— la reforma tributaria de Aylwin que llevó el impuesto a las empresas del 10 % a que lo había bajado el Gobierno Militar (y creciendo el PIB a dos dígitos en 1989 bajo la conducción de Büchi) a 15 % en 1991, y creciendo menos, por cierto.

Parte de su frescura de entonces consistió en haber comprado antes sociedades “zombies” con enormes pérdidas tributarias, que imputó a las ganancias de las suyas y así se ahorró 44 mil millones de pesos en impuestos recientemente aumentados.

En ese tiempo Piñera era senador, pero aparecía en el diario como presidente del directorio de la Editorial los Andes, una sociedad anónima, no obstante que el art. 57 de la Constitución decía que cesaría en el cargo el parlamentario que “aceptara ser director de alguna sociedad anónima”. Pero a Sebastián nunca le han importado ni se le han aplicado la Constitución ni las leyes (si no estaría hoy imputado acá, como lo está en Argentina: “La Nación, Buenos Aires, 29.12.16).

Si él hubiera sido cesado en el cargo, el reemplazante habría sido yo, su compañero de lista en la elección de 1989, pero yo ya no tenía ganas entonces de ser senador.

Después, bajo su propio gobierno de 2010 a 2014, se dedicó a subir de nuevo los impuestos, empezando por el royalty a la minería que, como había sido siempre tributo favorito de los comunistas (a Piñera le encanta hacerles la pata, y por eso declaró a Volodia “un grande de la historia de Chile” y le financió un tratamiento a la Gladys Marín), entonces les dio en el gusto. Ahora pregúntese usted qué otra razón pudo haber para la caída de la producción minera nacional, aparte de la baja de precios de los minerales: las alzas del royalty y los impuestos, obvio.

Recibió el Gobierno en 2010 con un impuesto a las empresas del 15 % y lo entregó con uno de 17 % (“El Mercurio”, 03.05.17, B-3). ¿Por qué? Porque “la calle”, en medio de su ignorancia característica, pedía aumentar los impuestos. ¿Por qué disminuyó el crecimiento de Chile y ahora el gobierno ni siquiera puede satisfacer las exigencias de “la calle”? Por las alzas de impuestos a las empresas, pues tras la de Piñera, Bachelet 2.0 replicó: “la suya y otra más todavía mayor” y los volvió a subir. ¿Alguien puede creer que en un eventual gobierno suyo –Dios no lo permita– va contradecir a «la calle» y los va a bajar?

Pero él, cuando subía los tributos en 2010, se llevó a paraísos fiscales en el exterior el producto de las ventas de Colo Colo, Chilevisión y LAN en 2010, las tres cuartas partes de su patrimonio. Los impuestos les subían a los demás, pero no a él. Esto recién se supo a raíz de la querella del diputado comunista Hugo Gutiérrez por negociación incompatible, al haber Piñera comprado acciones de la peruana Exalmar cuando el país litigaba con Chile en La Haya para obtener más superficie de zona marítima exclusiva.

Este gran fresco de la política chilena ofrece ahora “volver a crear un millón de empleos”, en circunstancias que bajo su gobierno la mitad del millón que se creó fue en el solo 2010 y gracias a los aumentos récord de Andrés Velasco en el gasto público en 2009, de 16,5 %, y la inversión pública, en 21,6 %. Piñera terminó ¡disminuyendo la inversión pública en 2013! («El Mercurio», 01.10.16). Fue el preámbulo de la menor creación de empleos que tuvo lugar a partir de la parte final de su gobierno.

Ahora dice que va a suprimir el Transantiago. ¿Y por qué no lo hizo bajo su gobierno? Porque era el V Gobierno de la Concertación, dedicado a cosas que le agradaran a la izquierda, como perseguir a los militares, trasladando a sus Presos Políticos a un penal peor y contratando a más abogados de izquierda en el Departamento de Derechos Humanos del Ministerio del Interior para así triplicar el número de querellas ilegales por delitos inexistentes, como el “secuestro permanente” y los de “lesa humanidad”, este último sólo creado en 2009 pero invocado retroactivamente por los abogados del gobierno de Piñera.

Como símbolo final de su frescura se ha anunciado que en la cédula del voto de la primaria de ChileVamos el orden será Piñera-Kast-Ossandón, otra “conseguida” más a expensas de su rivales, porque el orden alfabético de sus apellidos, que debería determinar el orden en las cédulas de votación, sería Kast-Ossandón-Piñera”. A mí me la hizo en 1989, pero cuando me di cuenta ya era tarde.

Y les advierto una cosa, como alguien que ha pasado la experiencia de competir en una elección con él: está recién comenzando.

Bueno, y después de leer lo anterior supongo que también se darán cuenta de por qué obtuvo que “El Mostrador” dejara de reproducir este blog hace ya seis meses.

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