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Gratuidad para educar a los protagonistas de la Revolución 4.0

Rodrigo Ramírez Pino
Por : Rodrigo Ramírez Pino Presidente de la Cámara Chilena de Infraestructura Digital, investigador Flacso-Chile Latam Digital y ex subsecretario de Telecomunicaciones.
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Este año 2017 más de 150 mil jóvenes fueron beneficiados con la Gratuidad, becas o créditos para acceder a la educación superior. De ese total, 94 mil 871 ya se han matriculado en Universidades, Institutos Profesionales y Centros de Formación Técnica, tras obtener el beneficio gubernamental de la gratuidad para matrícula y arancel.

¿Quiénes son esos jóvenes de la Gratuidad? Son aquellos que provienen de las familias pertenecientes al 50% de la población chilena de menores ingresos. Eso es una gran noticia para el país. Más todavía si se tiene en cuenta que la elección de carreras técnico–profesionales en informática, tecnologías y telecomunicaciones es fruto del atractivo y expectativas que éstas generan en ellos.

Aun así, hay todavía desafíos importantes que asumir para cubrir la demanda de profesionales por parte de la industria de las telecomunicaciones y la informática. Recientes estudios advierten de un déficit del 31% de profesionales, proyectado al año 2019. La estimación es de 19 mil 513 vacantes para ese año, principalmente en áreas de ciberseguridad, cloud, Big Data, Internet de las Cosas y tecnologías del video.

Ante ese pronóstico, esos jóvenes que hoy empiezan sus estudios a propósito de la gratuidad, tienen una gran oportunidad por delante. Especialmente, porque han decidido estudiar algo que los compromete con el diseño del futuro: el mundo de la ingeniería, el mundo de las telecomunicaciones, del desarrollo de aplicaciones; a fin de cuentas, la vida que viene por delante. ¡Qué mayor atractivo puede ser que trabajar sobre el futuro! Por ello, nuestra obligación es darle a esos jóvenes el mayor número de herramientas para que tengan un mejor desempeño en esos mundos. La gratuidad es una de ellas.

[cita tipo=»destaque»]Necesitamos capital humano de primer nivel, profesionales capacitados, rigurosos, honestos en su trabajo, con una ética que nos permita generar la nueva narrativa y las formas de aplicar las tecnologías y las innovaciones sociales. De ese modo, esos jóvenes de la gratuidad retribuirán al país el que hoy puedan iniciar su viaje por el camino de la educación y el conocimiento.[/cita]

Hoy los desafíos de esta industria son muchos. Tanto así que en los próximos dos años existirán 212 mil millones de sensores enlazados, cerca de 50 mil millones de aparatos conectados, 2,5 mil millones de redes, 4,4 mil millones de aplicaciones móviles. Ese es el nivel de desarrollo que, a su vez, nos hace preguntarnos si estamos preparados, en el conocimiento como en la práctica, para abordar desde ya ese porvenir en las aulas, donde esos jóvenes comienzan a vivir en carne propia los retos de una industria considerada una de las más dinámicas del país.

Chile miró pasar por el lado la revolución industrial y no tuvo la capacidad de reaccionar. Hoy tenemos una matriz productiva que no da cuenta de los desafíos venideros y nos obliga a apurar el tranco. Pero tenemos también en frente la gran oportunidad que nos ofrece la revolución 4.0, este petróleo del futuro en que se ha convertido el dato; la información y su procesamiento; las redes de infraestructura. Hoy estamos en las condiciones más propicias para trabajar en ello. Eso es parte de lo que significa desenvolverse en el mundo de las telecomunicaciones, pero éstas por sí solas no sirven si no definimos claramente para qué serán útiles. El desarrollo, mejorar la calidad de vida de las personas, diseñar un mejor lugar donde vivir, ése es el fin de las tecnologías, de las telecomunicaciones.

Por eso es que necesitamos capital humano de primer nivel, profesionales capacitados, rigurosos, honestos en su trabajo, con una ética que nos permita generar la nueva narrativa y las formas de aplicar las tecnologías y las innovaciones sociales. De ese modo, esos jóvenes de la gratuidad retribuirán al país el que hoy puedan iniciar su viaje por el camino de la educación y el conocimiento.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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