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La rebelión de los coroneles y el “fin de las ideologías” en el PS Opinión

La rebelión de los coroneles y el “fin de las ideologías” en el PS

Osvaldo Torres
Por : Osvaldo Torres Antropólogo, director Ejecutivo La Casa Común
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Esta dirección del Partido Socialista ha elegido dar paso a una nueva generación, que estuvo más de una década como subordinada de quienes lideraron la transición. Sin embargo, esa generación no ha demostrado tener una propuesta o proyecto político distinto al de sus mentores. No se conoce discurso político de ninguno de sus dirigentes que pueda ser referido como una pieza política que opere como referente de sus decisiones. Es más, en su reciente pleno no hubo documento alguno, ni tesis ni discurso, alusivos a los componentes programáticos de la decisión tomada y que enmarcaran el apoyo a la candidatura de Guillier.


Hemos presenciado el golpe más audaz que un núcleo dirigencial de los partidos de la Nueva Mayoría haya propinado a uno de los suyos. Es admirable la vocación de poder, la decisión con que se ejecutó la operación y las simulaciones previas que engañaron a tantos en el Partido Socialista y fuera de este. Es la política en su más descarnada expresión.

Sin duda que esta dirección del Partido Socialista ha elegido dar paso a una nueva generación, que estuvo más de una década como subordinada de quienes lideraron la transición. Sin embargo, esa generación no ha demostrado tener una propuesta o proyecto político distinto al de sus mentores. No se conoce discurso político de ninguno de sus dirigentes que pueda ser referido como una pieza política que opere como referente de sus decisiones. Es más, en su reciente pleno no hubo documento alguno, ni tesis ni discurso, alusivos a los componentes programáticos de la decisión tomada y que enmarcaran el apoyo a la candidatura de Guillier. Un páramo de ideas, pura y simple “operación política”.

Por otra parte, este golpe a la vieja dirección (Insulza, Lagos, Montes y otros) se produce por un acuerdo entre “lotes”, es decir, no es una corriente ideológica interna que conquista la mayoría del partido para imponer su candidato presidencial o las condiciones a este. Sería más de lo mismo, pero ejecutado por un equipo más “juvenil”; sin embargo, la política no es lineal, ni dos más dos es cuatro: este golpe político implicará un reordenamiento del cuadro en la Nueva Mayoría y probablemente su disolución, fragmentando la alianza.

Si el Partido Socialista se autodefinía como “articulador de la centroizquierda”, esa tarea se hace prácticamente inviable, pues la nueva generación, sin las relaciones de poder cultivadas por los derrotados, no le da garantías a la Democracia Cristiana, que busca perfilarse para hegemonizar la nueva etapa política.

[cita tipo=»destaque»]Será difícil ordenar al Partido Socialista alrededor de la candidatura de Guillier, pudiéndose ampliar el abanico de opciones desde Carolina Goic –a la que se le valorará su trayectoria política, su lealtad con la Presidenta Bachelet y su diferenciación con la derecha DC–, hasta los que apoyan al Frente Amplio por sus posturas antineoliberales y las nuevas representaciones políticas.[/cita]

Lo que se ha expresado en la decisión de derrotar a Lagos no es por su programa, pues la nueva dirección no contrapuso una crítica a este. Solo ratificó que Guillier tenía mejor posicionamiento en las encuestas y ello hizo sentido a una importante mayoría de operadores, funcionarios y parlamentarios que desean retener su influencia en el aparato del Estado, por sus buenas y malas razones. Una pregunta queda por responder: ¿por qué Lagos se expuso a esta derrota sabiendo de antemano su resultado?, ¿será porque tiene buenos técnicos para construir programas, pero sus apoyos políticos no están leyendo bien la nueva situación?

La implicancia de lo anterior es, sin embargo, grave. Es la expresión de que en el PS se ha enterrado –al menos temporalmente– la ideología de izquierda, la socialdemócrata e incluso la liberal socialista: se vive el efecto retardado del “fin de las ideologías”, de su tradición histórica de carácter popular y nacional, marxista y socialdemócrata, para dar paso a la lógica de corto plazo, el pragmatismo sin proyecto.

Así las cosas, será difícil ordenar al Partido Socialista alrededor de la candidatura de Guillier, pudiéndose ampliar el abanico de opciones desde Carolina Goic –a la que se le valorará su trayectoria política, su lealtad con la Presidenta Bachelet y su diferenciación con la derecha DC–, hasta los que apoyan al Frente Amplio por sus posturas antineoliberales y las nuevas representaciones políticas.

En este contexto, se hace imperativo politizar a los partidos, valorizar la ideología por sobre la asepsia tecnocrática, reposicionar las ideas programáticas que identifican a las colectividades. El camino de restituir una izquierda antineoliberal debiera ser la tarea en el Partido Socialista, pues hay dos cuestiones elementales a reconstruir: la unidad de la izquierda y la fuerza de un movimiento social y popular que le dé sustento a un programa. Desde esa posición se tendrá que concretar una alianza de mayoría progresista.

Se vivirán tiempos interesantes.

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