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El capital contra el capital

Eddie Arias
Por : Eddie Arias Sociólogo. Academia de Humanismo Cristiano. Doctorando en Procesos Políticos y Sociales.
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El mundo no parece ser un sitio amistoso desde hace mucho, no sabemos con exactitud, si algún día lo fue, lo que sí sabemos es que hubo muy diversas formas de vivir y de organizarse a lo largo de los años, la historia leída desde los actores sociales y sus protagonismos en la lucha por los reconocimientos sociales no es menor que la historia social de los mercados.

Existieron formas colectivas exitosas de organización, y los mercados fueron fuerzas motrices de desarrollos socioeconómicos importantes en la historia de la humanidad. También de grandes desastres eco sistémicamente hablando, los colectivismos a nombres del fascismo también regaron de sangre los campos terráqueos.

La Guerra Fría sucumbió ante el espíritu del fin de la historia, y por eso, giró el mundo en una historia que siempre vuelve a comenzar. La máquina del tiempo, y de la CIA hizo su trabajo, las batallas se ganan y se inventan en el laboratorio del bipoder, en el cuartel general del planeta. La trama es literatura novelesca, que puede tener drama, y policial. Hay hoy para todos los gustos, y los gustos que no haya los fabricamos de a de veras.

Hoy solo mercado, después de desmantelar el Estado keynesiano, los límites de la gobernanza, producen una gobernanza que se puede resignificar con los vocablos de la culturización mediática, gobernanza light, política a dieta, política del baipás.

Se discuten rostros, formas, marcas, nada sobre modelos, estructuras, cuál es la razón de la economía, cuál es su economía política, su voluntad de gobierno, su pretensión histórica, su proyecto social, su idea de sociedad.

Preguntas difíciles no se hacen, porque no se gana con preguntas difíciles, la imbecilidad masiva se basa en una mediatización subjetiva afianzada como cultura de masas, la estupidez cognitiva del pensamiento en desuso. Otros pensarán por usted, los profesionales, ellos hacen las leyes, etc.

Los tecnócratas son los buenos, y la política la hacen en cursos de operadores, cursos cortos para sacar la licencia. Los partidos los dirigen los historiográficos, o sea la restauración neoconservadora, pura gente sensata, gente que piensa antes de hablar.

Sin capital humano no se hacen los cambios diría el comandante y tenía razón. Nunca más hubo revolución.

A Trump le interesan los cambios, cambios de todo tipo, cambios chicos y grandes, medianos, pero cambios, es un transformador al pararle el carro epocal al neoliberalismo global.  Basado en los perdedores de la “desregulación”, “yanquis pobres”, el asalariado medio de las avenidas de los callejones oscuros.

La liberalización a ultranza implico la dirección de las inversiones a una nueva división internacional de la mercancía “trabajo”, que se desfocalizó a espacios vulnerables con leyes regulatorias flexibles, lo cual desterritorializo los centros productivos, donde el trabajo es más barato lo compramos. Eso implico desarrollos territoriales asimétricos, China es un ejemplo gigante en el Asia, y así centros urbanos se súper desarrollaron frente a otros perdedores de la globalización.

[cita tipo=»destaque»]Cómo se desarrollen las contradicciones en curso serán respuestas de un futuro cercano, lo cierto es que la elección de Trump, y el Brexit inglés representan dos símbolos de regresión y reacomodo, así como antes  fue Reagan y Thacher con el neoliberalismo. Estas dos geopolíticas mundiales intentan revolucionar al capital por el capital y su dominio incuestionable.[/cita]

El capital financiero creó carreteras que vehicularon capital en todo el orbe, el capital se transformó en un fantasma inmanente que recorría sanguíneamente el mundo, los actores sociales se licuaron en las artesas de las posmodernidad como jugadores de pecho frío. La protesta se hizo intimista, psicologizante, y algunos prefirieron viajar a otras realidades trascendentales porque el mundo se hizo menos vivible. Se consumieron más calorías frías de cariño a solas en la soledad individual se morbizó  la estética de la pobreza, y se crearon otros pobres, llamados vulnerables ahora, pero integrados como consumidores segmentados específicos con identidades subalternas.     

Los sindicatos fueron detenidos y desaparecidos en gran parte de la era global, se individuo a los sujetos hasta descomponer los patrones familiares, esas solidaridades atómicas que permiten resortes sociales de solidaridad fueron fragilizándose al borde del colapso. Los suicidios terminaron por volver el intento de asesinato masivo con mala puntería en una costumbre conductual. La depresión se transformó en una pandemia mundial, y las enfermedades mentales aumentaron de manera progresiva en el mundo.

El capital existió con su fuerza intolerable, y se salieron a buscar los planetas que faltaban por descubrir. Ya sin Gagarin, y sin Koroliov, todo queda en la ingeniería especial de los tecnócratas del universo.

Y el capital desprovisto de otras semánticas culturizó de consumo la faz de la tierra hasta transformarlo en una moralidad, hasta provocar el estrés estructural de las energías de los ecosistemas vivientes. Así las fuerzas conservadoras embistieron una “contra revolución forzada” ancladas a sus odiosidades raciales protestaron en el seno del capital mundial contra la migración que ha provocado el modelo de concentración, y sus tecnologías de la delimitación de la razón gubernamental.

Esa identidad en las tradiciones nacionales que refuerzan los ethos de los “estados nación” se han transformado en un simbolismo de seguridad frente a las trazabilidades de las identidades globales, esa dispersión terminó por cansar a los capitales tectónicos, que quieren volver a la granja, y a la industria, a una identidad más controlable, a un capitalismo no sólo cognitivo, sino plausible, la abstracción final del capitalismo derivo en una crisis de confianza generalizada donde la vida ya no solo se le hace difícil a los pobres, vaya la paradoja.

Hay una vuelta a la necesidad de ciertas seguridades, si bien el neoliberalismo fue exitoso en generar la salida a la crisis de “ganancia decreciente” del proceso de estanflación de los setenta, y controlo la inflación, y disparo el crecimiento generando sendas concentraciones. Hoy el proceso de crecimiento del mundo se ha estancado, y por tanto, el capital debe buscar nuevos planetas y nuevas respuestas a su inseguridades, y a su falta de control, a la necesidad de instaurar un capitalismo nuevo más territorial y al parecer vinculado a egos e identidades nacionales representativas, hay una vuelta a la casa.

Hay que volver a gobernar y a hacer política dice este líder representativo del norteamericano medio. La política no se puede digitalizar, ni transformar en un símbolo, porque al final se petrifica.

Cómo se desarrollen las contradicciones en curso serán respuestas de un futuro cercano, lo cierto es que la elección de Trump, y el Brexit inglés representan dos símbolos de regresión y reacomodo, así como antes  fue Reagan y Thacher con el neoliberalismo. Estas dos geopolíticas mundiales intentan revolucionar al capital por el capital y su dominio incuestionable.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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