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La Socialdemocracia y la furia contra Donald Trump

Juan Francisco Coloane
Por : Juan Francisco Coloane Sociólogo y analista internacional.
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La frase que resonó más durante la campaña presidencial que dio por triunfador a Donald Trump, fue escuchada cuando en el primer debate el candidato republicano le dice a Hillary Clinton, la contendora demócrata: “Ustedes por décadas han propuesto lo mismo y no han hecho nada. De lo que se trata es saber administrar el dinero”. Muy simple. El capitalismo se trata de administrar bien el dinero, hacer crecer el capital, y en eso la Social Democracia ha fallado.

Donald Trump ha sido como un catalizador de esa decadencia tanto del estado liberal, convertido en neoliberalismo doctrina que abrazó legitimando las instituciones del capitalismo global, así como de la Social Democracia que lo legitimó políticamente. Por eso la furia en su contra al haber apuntado al corazón de la estructura del poder. Ahora lo asocian con Rusia utilizando una demagogia dura para captar el anti sovietismo latente de una guerra fría que no cesa.

Esta furia se ha expresado en medios de mayor prestigio global y reflejan el clima político del momento. El triunfo electoral de Trump golpeó duro a la Social Democracia global. Los diarios El País, The New York Times, The Guardian y Le Monde,  han encabezado una campaña sin parangón contra un presidente recién asumido.
Con el desbande soviético, la Social Democracia con su red universal de apoyo, asumió el rol de administrar políticamente la pos guerra fría. Esto ocurrió en pactos con las Corporaciones Transnacionales (CT), de diferente orden y diversos en el tiempo. Hay una frase recurrente en las agencias internacionales multilaterales: «No se debe demonizar a las corporaciones transnacionales». En el fondo los programas de las agencias de Naciones Unidas tienen ese tinte de reformismo progresista que no afecte demasiado las estructuras económicas de los países. Las batallas contra el hambre, los programas de vacunaciones de niños, aún los programas en donde se plantean estrategias de desarrollo son diseñados de un modo en que no altere demasiado el modelo. Parece un contrasentido que Naciones Unidas forme alianzas estratégicas con las CT, que son de facto los sostenedores económicos de los programas de Naciones Unidas y del Banco Mundial.

El modelo de globalización que ha estado operando coloca a la corporación transnacional por sobre la identidad nacional. La ideología que prima no es el internacionalismo, sino que el anti-nacionalismo, la anti-política o el anti-estado. Es la caracterización del orden mundial que domina, y  que tiene como rasgo principal la desigualdad; en definitiva, el golpe al núcleo moral del estado liberal.

El liberalismo reinará mientras haya capitalismo y el estado liberal (E.L.) también será la fórmula institucional para sostener al capitalismo. Sin embargo, su sistema económico sufre de crisis cíclicas o periódicas. En cambio en el sistema político no se acusa esa periodicidad en lo económico porque las reglas son institucionales y los desajustes son de lenta maduración, al menos se produzca una  hecatombe producto de una guerra o revolución. Una economía se puede derrumbar, no necesariamente el estado.
Sin embargo, cuando el estado social de bienestar dentro de la estructura del E.L. entra en una profunda crisis en los años 70, los agentes políticos y económicos que lideraban en la época – corporaciones transnacionales privadas,  instituciones económicas multilaterales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional –  deciden instaurar el ajuste económico estructural a mediados de los años 80.

[cita tipo=»destaque»]La ideología que prima no es el internacionalismo, sino que el anti-nacionalismo, la anti-política o el anti-estado. Es la caracterización del orden mundial que domina, y  que tiene como rasgo principal la desigualdad; en definitiva, el golpe al núcleo moral del estado liberal.[/cita]

Es así que comienza a tambalear como nunca antes, la institucionalidad política del E.L.  Al arrancarle casi de raíz al estado, el sistema de bienestar  a través de las privatizaciones del sector social y de servicios públicos. Se desata la desregulación y la legitimidad política del E.L. pierde sentido en su núcleo moral. Es el de la justicia social mínima que expresaban los textos de Adam Smith.

Esa crisis política, institucional así como social del E.L. se debate en sus contornos en cada país y en los foros internacionales, pero no se aborda directamente como un efecto permanente del ajuste económico estructural de los 80.

Es la doble crisis que no se admite ni reconoce. Una es la del estado liberal y la otra es la crisis de la Social Democracia que se hace cargo de liderar dentro del estado liberal el estado social o el llamado estado de bienestar. Destaco el texto de la profesora María Teresa Gallego Martínez, (Pg. 107-157; Manual de Ciencia Política. Del Águila, Rafael. Madrid. 2003. Trotta. Madrid).

Ese compromiso de la Social Democracia por administrar políticamente el orden post guerra fría, ha tenido resultados que están a la vista. No hay nuevo orden mundial post soviético y lo que es peor, la globalización propagada por Anthony Giddens, liderando una Tercera Vía como forma de aplacar cualquier energía anticapitalista y como panacea para mayor equidad, se derrumbó. Lo que existe es mayor desigualdad global. Hay más guerras y son peores, la inestabilidad política en Asia, África, y América Latina va en aumento.

Desde el fin de aquel mundo bipolar con Estados Unidos y la Unión Soviética compitiendo por una utópica supremacía global, la ausencia de un orden mundial ha consistido en un período permisivo. Se han exacerbado nuevos desequilibrios y se mantienen aspiraciones de expansión en distintos niveles. La coyuntura política internacional en torno a Ucrania, Crimea, Siria, Irán, Irak, Corea del Norte, los diferendos territoriales entre China y Japón, y la continua dilación por la formación del estado palestino, expresa un escenario de conflictos, cada cual con su grado de severidad, reflejando cierta descomposición institucional en los órganos que contribuyen a mantener la convivencia internacional.

La Social Democracia, como ideología política dentro del Estado Liberal, se imbrica con la llamada Internacional Socialista de hace más de cien años como plataforma de partidos en pos de la justicia social y la democracia. Esto se lleva a cabo configurando diferentes formas de abordar el socialismo democrático con diferencias ideológicas y culturales desde una visión progresista. Sin embargo la utilidad política principal de las diferentes expresiones partidarias de la Social Democracia consiste y es la que forma el eje principal de su accionar, en la contención del comunismo.  Desde esta postura, ha sido un aliado fundamental del capital internacional para la administración del capitalismo global.

Esta administración del capitalismo global ha estado supeditada al diseño del capital transnacional. La idea central es no facilitar el espacio económico fuera del dominio de la Alianza Transatlántica a las naciones que impulsan sus propias corporaciones de alcance global como China, Rusia, India, Sudáfrica y Brasil, y otras con desarrollo emergente y de alcance medio.

No es accidental que en cada caso de las zonas conflictivas, estén involucrados China y Rusia frente a un actor central que amenaza con desestabilizar los equilibrios, como es la Alianza Transatlántica. Esto sucede principalmente por el peso monetario y político de las corporaciones transnacionales, que en su mayor parte portan las banderas de los países de la OTAN, estandarte bélico del poder Transatlántico. Es importante concluir que la estructura multilateral de la ONU no ha llenado el vacío de liderazgo en cuanto a concebir y administrar un nuevo orden internacional.
Los medios más obcecados por denunciar a Trump en sus equivocaciones, y llevando el análisis a un nivel muy primario de crítica, a través de diferentes formas de vinculación política y económica, han sido en la práctica brazos operacionales de divulgación de las ideas de la Social Democracia y las diferentes formas que asume el liberalismo. En el fondo  se resisten a reconocer que se está frente a la mayor crisis política del estado liberal en el período pos segunda guerra mundial y de la cual la Social Democracia, es uno de sus agentes políticos principales.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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