Publicidad

Señor José Piñera: La desigualdad sí mata, y enferma

Gonzalo Cuadra y Francisca Crispi
Por : Gonzalo Cuadra y Francisca Crispi Por Gonzalo Cuadra Malinarich. Licenciado en Medicina. Becario CONICYT. Estudiante MSc Population Health, University College London (UCL). Presidente Consejo de Estudiantes de la Salud UCh 2013-14. Militante de Izquierda Libertaria (IL) y Francisca Crispi Galleguillos. Médica Cirujana (UCh). Becaria Chevening. Estudiante MSc Health, Population and Society, London School of Economics and Political Science (LSE). Independiente.
Ver Más


Hace unas semanas, en este mismo medio, figuraba la noticia de que José Piñera había relanzado públicamente la revista “Economía y Sociedad” editada durante la dictadura de la que él fue parte activa. Durante dicha presentación, José Piñera se mostraba escandalizado por los supuestos aires de cambio que venía exhibiendo nuestro país los últimos años y a los cuales atribuye los descensos en las tasas de crecimiento. Así, criticó las políticas para disminuir la inequidad en el país, afirmando que “nadie ha muerto por desigualdad”.

A pesar de las evidentes distancias ideológicas que tengamos con el Sr. Piñera, sus dichos no dejan de sorprender, por lo que aunque sea tardíamente, no podemos sino responder. La evidencia ha sido clara sobre los estragos que causa la desigualdad en los indicadores de salud, pero una vez más, la derecha en Chile parece hacer oídos sordos a los consensos internacionales, especialmente en lo que a salud (y derechos sociales) se refiere.

Es noticia conocida que Chile se gana todos los premios cuando hablamos de niveles de inequidad de ingreso. Al 2015, Chile fue declarado por la OECD como el país más desigual de los participantes de ese organismo (utilizando el coeficiente de Gini), declarando que “Los ingresos del 10% más rico en Chile son 26 veces más altos que los del 10% más pobre” (1).

Pero la inequidad en Chile no termina en el ingreso. Chile ha destacado también por la precaria calidad del cumplimiento de derechos sociales, destacando en esto las enormes brechas en salud, educación, pensiones, vivienda, entre otros.

Probablemente el principal responsable de este estado de cosas es la implementación a sangre y fuego del modelo neoliberal en nuestro país durante la dictadura – de la que José Piñera fue referente-, y en buena medida continuado e incluso profundizado por la Concertación (hoy Nueva Mayoría).

A continuación, mostramos cómo a la luz de la evidencia, los dichos del Sr. Piñera carecen de sustento.

1) Desmitificando la “teoría del chorreo” y el supuesto auge económico de la dictadura

Sin duda que en economía, importan los absolutos (el Producto Interno Bruto, la tasa de pobreza) pero suelen ser cruciales los relativos (la distribución de la riqueza al interior de una nación o entre naciones).

Es fácil ser general después de la batalla y atribuir cualquier progreso o reforma social a quienes están gobernando o constituyen la clase dominante, pero muchas veces los resultados que se atribuyen determinados actores no responden a sus acciones sino a procesos históricos y sociales, que ocurren por encima o incluso, a pesar de ellos.

La disminución de la pobreza durante la segunda mitad del Siglo XX es algo que ocurrió no solo en Chile sino que en toda latinoamérica y en muchos países en desarrollo. Probablemente si durante los 80’ hubiese imperado otra política económica, nuestros resultados habrían sido mejores: instituciones como la OCDE y el Fondo Monetario Internacional (que no se pueden acusar de un sesgo hacia la izquierda) en informes recientes reconocen que en los países con mayor focalización del gasto público y en que opera la “teoría del chorreo” (máxima de los Chicago Boys y de los neoliberales en general) se desperdiciaron importantes oportunidades de crecimiento (por ejemplo, Reino Unido, podría haber aumentado 9 puntos más del PIB, que para ser una de las mayores economías del mundo, es una diferencia gigantesca) (2,3).

En otras palabras, si es que hubiese existido un mayor gasto social, mayores impuestos a las grandes empresas y contribuciones no sólo a la “extrema pobreza” sino al 40% más pobre, el crecimiento podría haber sido mayor.

[cita tipo= «destaque»]Para tener un país con menos muertes que lamentar y sobre todo, mejores condiciones de vida debemos superar no solo la pobreza (que además debe entenderse en su multidimensionalidad) sino también atacar decididamente las desigualdades: en educación, salud y trabajo, en las pensiones y por supuesto las desigualdades de género, que atraviesan todas las anteriores.[/cita]

2) Desigualdad y salud, estudiada por expertos

Existe abultada evidencia acerca de la miríada de desastrosos efectos de la desigualdad en las sociedades. Haremos una breve referencia a algunos de los principales autores que han levantado la producción académica que sustenta esta afirmación y a algunas de sus ideas.

En primer lugar, desde hace ya más de un siglo que en el campo de la medicina y la salud pública, se viene comprendiendo que la raíz de la enfermedad no es en ningún caso atribuible exclusivamente a variables de orden individual (como la genética), que si bien contribuyen a generar un determinado estado de salud-enfermedad, no dan cuenta de él completamente. Un concepto relevante que ha ayudado a sistematizar estas cuestiones es el de Determinantes Sociales de la Salud (desarrollado entre otros por Sir Michael Marmot) (4), que explica cómo los patrones epidemiológicos de una nación se ven fuertemente influidos por distintos niveles de la realidad sociopolítica: desde el modelo económico y los marcos legales, hasta las costumbres de las comunidades, pasando por el contexto socioambiental y el sistema de salud.
Dentro de estos contextos que afectan salud, destaca la desigualdad como factor de riesgo para una menor salud de las poblaciones. Dentro de los académicos que han estudiado el tema, destacan Richard Wilkinson y Kate Pickett, epidemiólogos ingleses, quienes iniciaron en 1986 lo que hoy son un centenar de estudios en los cuáles han medido el impacto de la desigualdad de los países en una serie de desenlaces, resaltando: Expectativa de vida, Mortalidad Infantil, Violencia y homicidios, Prevalencia de Patología en Salud Mental, Obesidad, Embarazo adolescente, Nivel de confianza en nuestro vecinos, inmovilidad social, entre otros (5) [Para más información, sugerimos ver la charla TED de R. Wilkinson].
A la luz de lo anteriormente expuesto, resulta claro que las afirmaciones de José Piñera, carecen de sustento. Resulta insultante su falta de vergüenza para reeditar una revista con el mismo nombre que tenía en Dictadura. En cualquier país con un trabajo decente en términos de memoria y reparación en el campo de DDHH esas cuestiones no estarían admitidas.


3) El efecto del libre mercado que él defiende, en los derechos sociales

Del mismo modo, indigna que utilice a las muertes en el SENAME como agua para su molino, siendo que la situación de exclusión y abandono de la juventud chilena pobre es resultado del neoliberalismo a ultranza que él directamente participó en instalar. Más aún, la precariedad de los servicios sociales y el aseguramiento de derechos básicos en nuestro país es consecuencia del Estado Subsidiario que se instala durante la dictadura. El hecho de que aún persista el modelo económico de “libre” mercado (en que los grandes empresarios deciden libremente cómo se organiza el mercado y tienen marcada influencia sobre el quehacer del Estado y el devenir de la política) no es motivo de esperanza para los marginados, sino su principal lastre, el origen de una verdadera tragedia social, no la supuesta debacle socialista por la que él rasga vestiduras.

Para tener un país con menos muertes que lamentar y sobre todo, mejores condiciones de vida debemos superar no solo la pobreza (que además debe entenderse en su multidimensionalidad) sino también atacar decididamente las desigualdades: en educación, salud y trabajo, en las pensiones y por supuesto las desigualdades de género, que atraviesan todas las anteriores.

Así que miente gravemente señor José Piñera: el neoliberalismo y la desigualdad sí matan. Y enferman.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias