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El “Fenómeno Trump”, la expresión del desgaste democrático

Pamela Mancilla Azargado
Por : Pamela Mancilla Azargado estudiante Magíster en Estudios Internacionales- USACH, Licenciada en Ciencia Política y Relaciones Internacionales- UAH
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¡Make America Great Again! El eslogan de la campaña de Donald Trump, “Hacer grande a América otra vez”, se ha convertido en un lema exitoso, cumpliendo con su objetivo de generar una amplia adhesión en el electorado. Este mensaje contiene una fuerte carga emocional con la que un amplio número de ciudadanos se identifica. Para entender el fenómeno Trump es necesario partir de la base de que este eslogan, que sintetiza de manera eficaz su discurso, se compone de dos aspectos fundamentales.

En primer lugar, esta frase reconoce un deterioro en la sociedad norteamericana actual. Representativo de una problemática interna, se tiene la percepción de la decadencia de los valores tradicionales estadounidenses. Pero también es reflejo de cómo este deterioro se extrapola a las percepciones que se tienen de su política exterior. Esto es fundamental porque retrata a una sociedad que se ve a sí misma en crisis, los estadounidenses no se sienten en el esplendor de las décadas pasadas.

Existe un segundo aspecto fundamental y es que esta situación genera sentimientos de identificación en parte del electorado que piensa que Estados Unidos no es lo que solía ser y que, por lo tanto, es necesario un cambio profundo.

Los estadounidenses detectan que la situación actual es producto de la pérdida de valores tradicionales y que se estaría dando por la penetración masiva de inmigrantes a territorio norteamericano, es decir, se tiene una imagen negativa de lo que ha producido la globalización, entendiendo que la porosidad de las fronteras ha generado que ya no se tenga control sobre quien ingresa al país.

Bajo esta perspectiva, se ha producido un ingreso masivo de personas que deterioran las bases de la sociedad estadounidense. Los votantes que se sienten identificados con el mensaje que entrega el candidato republicano, perciben que la realidad actual ha perjudicado a su país y, por lo tanto, la aspiración de volver a un pasado cargado de gloria los moviliza.

Otro elemento clave en el discurso de Trump es la poca veracidad. La campaña presidencial estadounidense ha recibido críticas por no sustentarse en hechos concretos, y por estar plagada de afirmaciones sin sustento en futuras acciones concretas. Se trata, además, de una visión abiertamente xenofóbica. En el mismo discurso de inauguración de su campaña presidencial, sus palabras fueron: “Cuando México manda a su gente, no están mandando a los mejores. No te están mandando a ti. No te están mandando a ti. Están mandando a gente que tiene muchos problemas y están trayendo esos problemas con nosotros. Están trayendo drogas. Están trayendo crimen. Son violadores. Y algunos, asumo, son buenas personas”.

[cita tipo= «destaque»]El candidato con una actitud antiestablishment ha conquistado a muchos estadounidenses que celebran estas actitudes irreverentes. Esto se debe a que ellos tampoco respetan el sistema y sienten que hay alguien que está hablando por ellos, alguien con el poder suficiente para hacerlo, se sienten considerados.[/cita]

Pero, a pesar de todo lo mencionado con anterioridad, a pesar de su precariedad, de la xenofobia y de la agresividad, el discurso ha logrado conseguir sus objetivos, y esto se debe al contexto en el que se emerge y a saber aprovechar la contingencia de deterioro democrático.

El candidato con una actitud antiestablishment ha conquistado a muchos estadounidenses que celebran estas actitudes irreverentes. Esto se debe a que ellos tampoco respetan el sistema y sienten que hay alguien que está hablando por ellos, alguien con el poder suficiente para hacerlo, se sienten considerados.

Es así como se ha postulado que lo que está haciendo Trump es instaurar un Nuevo Nacionalismo Americano. Y como es propio de una construcción discursiva precaria, se busca la reafirmación de este nuevo patriotismo a través de la creación de un enemigo, esto, como ya fue mencionado, tiene como elemento esencial la xenofobia. Es así como el enemigo es encarnado por todo aquel extranjero que intente ocupar un lugar que pertenece a los verdaderos norteamericanos.

El ascenso de Trump es consecuencia de la crisis que se está dando a nivel global desde hace ya unas décadas por el agotamiento democrático. En Estados Unidos actualmente se manifiesta a través de un sistema en el cual la elite gobernante no ha sabido dar respuestas a los problemas en estados como Kentucky y Oregon. Es en estas regiones en las cuales el apoyo del candidato ha arraigado, lugares que se sienten desconectados con lo que ocurre en la Casa Blanca, en Wall Street, en definitiva, en lo que consideran el “centro” del país.

Este agotamiento se expresa en un sistema político que no ha sabido contestar a las demandas ciudadanas de un importante sector de la población, provocando un alejamiento de la ciudadanía, y un rechazo cada vez mayor hacia las instituciones. Hace unos años, como dimos cuenta, pudimos verlo en el movimiento de Los Indignados en España; ahora, vemos el surgimiento de Trump y la adherencia a su discurso xenofóbico.

Es así como en este contexto de crisis, técnicas que tradicionalmente no serían utilizadas en un contexto democrático para una campaña presidencial, ahora sí son usadas y han cumplido con el objetivo de generar identificación y adhesión. De este modo, identificamos tres utilizadas en el discurso de Trump: en primer lugar, la evocación a un pasado mejor; en segundo lugar, una postura abiertamente xenofóbica; y, finalmente, la poca veracidad.  Las tres rompen de manera radical con los valores tradicionales democráticos, y solo es posible explicar el nivel de adhesión que generan en el contexto actual, donde este sistema político se encuentra en cuestionamiento.

Es necesario llegar al fondo del desgaste democrático como fenómeno para poder entender el surgimiento de personajes como Trump. Este desgaste tiene lugar no tan solo al interior de la sociedad estadounidense sino también a escala global.

Es evidente que el discurso de Donald Trump no busca dar soluciones. Faltan propuestas concretas y, por supuesto, alejadas de posturas xenófobas, que entiendan el contexto actual y que sepan fortalecer los valores democráticos en vez de seguir deteriorándolo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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