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Las siete mentiras de los barones centralistas contra la elección de intendentes

Esteban Valenzuela Van Treek
Por : Esteban Valenzuela Van Treek Ministro de Agricultura.
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Este 5 de octubre en el Senado de Valparaíso se juega la posibilidad histórica de reconciliar al país con los macroterritorios –de la provincia fundadora de la República a la Región que ha ido creando su «construcción social», al decir de Sergio Boisier–. La autonomía regional siempre coalicionó a liberales, artesanos, rojos de la época y mapuches, que perdieron (perdimos) las tres guerras civiles en el siglo XIX: miles de muertos en 1830 en Lircay, al norte de Talca, en marzo de 1830, por el autoritarismo portaliano que borró el tiempo federal de Infante y Freire; en Loncomilla, en 1851, para asentar el Chile duro del nacionalismo del «orden» del Montt-Varismo que derrotó al General Cruz de Concepción, a la generación igualitarista libertaria de Bilbao, Vicuña Mackena, Arcos y Lastarria, al héroe José Pablo Muñoz de La Serena; la sangre en la batalla de Cerro Grande en La Serena, donde los «liberales rojos» fundaron el Partido Radical y se alzaron en Copiapó, Isidora Goyenechea, M. A. Matta, Pedro León Gallo, el fundidor Sierra, el sindicato de artesanos… Murió por siglo y medio la demanda de autonomía provincial.

Hoy siguen mintiendo, robando y expropiando el poder de los territorios:

1.-» No se puede elegir sin competencias». Lagos prometió descentralización el 99 y no hizo  nada; Piñera operacionalizó la elección de Cores, pero no dio ninguna atribución. Si ellos «quieren gobernador» podrían dar más atribuciones. En paralelo, el Senado tiene el proyecto de competencias que empodera a las regiones.

2.- » Va a generar más gastos y nuevos Transantiago». Esa es la imagen del síndrome de los subsecretarios del Interior que creen que un país se controla en un tablero de conflictos o dando bonos banales para evitar conflictos (los argumentos de Belisario Velasco a Insulza). Huelga hacer el comentario de que el Transantiago es 100% Gobierno central, sin poder alguno de la Intendencia y los municipios. Lo más relevante es que el Gobierno acogió la recomendación que consensuamos como Comisión para la Descentralización y el gobernador regional electo será tres roles en uno: jefe del Ejecutivo regional, Presidente del Core (hoy con dos autoridades) y coordinador de las Áreas Metropolitanas, para evitar un cuarto nivel de gobierno en una muestra de reformismo concentrado y austero que evite la sobreinstitucionalización en que vive la cultura concertacionista, creando delegaciones regionales de todo tipo de agencias centrales sin lógica de ahorro, en vez de empoderar los territorios con sano pragmatismo (sentido de la eficacia-eficiencia y cercanía).

[cita tipo= «destaque»]No hay excusas que valgan. Es parte del programa de Gobierno, la Presidenta ha cumplido, los territorios claman, es la recta razón del buen gobierno, se puede hacer con concentración y austeridad como se ha propuesto, se puede mejorar con control social, participación y exigencia de resultados. Basta ya. Voten y cumplan, dejen que los territorios desde «abajo» construyan un Chile más ancho, largo, diverso, dinámico y democrático.[/cita]

3.- «Habrá mayor conflicto entre gobernador electo y Presidente». Hoy está plagado de disputas entre senadores y diputados influyentes oficialistas, rayando en lucha de mafias de brokers sin respeto a la institucionalidad y sin mandato ni programa. Las luchas en Tarapacá, Coquimbo, O’Higgins, Maule o Aysén son un ejemplo. La transaca de cargos y las luchas intestinas de las redes clientelares envilecen las gestiones. Los «barones» se desenfocan de su rol legislativo y fiscalizador.

4.- «Aumentará la conflictividad territorial en forma caótica». Ese ha sido el grito alharaco de una coalición neoportaliana encabezada por La Tercera, El Mercurio, la voz oficiosa de la U. Católica, el laguismo, el piñerismo, las megaempresas. No quieren ver que el país está estresado por el raro liberalismo con centralismo que no permite especialistas en hospitales de provincia, que no da renta a las ciudades mineras que son el sueldo de Chile y sufren el pago de Chile al ubicarse en las más contaminadas de América (Calama, Rancagua). Cuando Burgos «despide» a Huenchumilla porque manda una minuta desde Temuco a La Moneda proponiendo una salida política al llamado conflicto mapuche, el supuesto «Partido del Orden» muestra toda su miopía centralista autoritaria de no empoderar, controlar, temer, insistir en un añejo sistema paternalista decimonónico que desnuda de poder a las regiones –su gobierno y su consejo regional–, debiendo soportar la desidia centralista de la supuesta estatalidad eficiente que en muchos campos es entelequia. Con elección de gobernador, La Araucanía buscará su pacto social y reconocerá su plurinacionalidad con poder mapuche para bien del territorio indómito que quiere otro modelo al extractivismo forestal.

5.- «Chile puede mantener su fortaleza institucional con delegación central». Nos vamos acercando a la dictadura de Corea del Norte y al capitalismo de Estado del modelo chino con desigualdad y fuerte gobierno central. Somos el único país de la OCDE que no elige y todas las organizaciones e intelectuales del «desarrollo» se decepcionaron pidiendo a Chile empoderar sus regiones: Banco Mundial, Adenauer, Ebert, Boll, BID, OCDE, Porter (cluster regionales), Messner (desarrollo meso), Joan Prats (policentraldad), etc., etc.

6.- «No vale la pena apostar por regiones y se deben mejorar los municipios». El fenecido Ulrich Beck decía pensar con «y»: el desarrollo es gobierno central y regional y municipal fuertes. Son escalas distintas y en todo el mundo desarrollado las regiones se hacen cargo de la competitividad macroterritorial, graves problemas ambientales y de basura, transporte, movilidad, gobernanza metropolitana «y» apoyo a zonas rurales rezagadas como fronteras «interiores».

7.- «Traerá más gasto y burocracia en un mundo que debe simplificar sus estructuras». Rostow, el ideólogo de la modernización, se volvería loco en Chile en esta carrera por llevar a todos los territorios, en un gasto enorme y yuxtapuesto, cada órgano de gobierno y nueva agencia, sin entender que la política es territorial y que Eleazar acierta al decir que descentralizar es concentrar al nivel territorial adecuado para que los ciudadanos exijan cuentas. Hay recursos para duplicar directores regionales con Seremis (se han sumado deportes, Sernam, entre tantos), pero se recela de traspasar poderes a regiones a Cores que, con dignidad y seriedad, reclaman atribuciones y traspasos. Lagos jode con ensayar macrorregiones ahistóricas, pero que además pueden tener un mecanismo para fusionarse si Maule quisiera volver a depender de Concepción o Iquique de Arica.

No hay excusas que valgan. Es parte del programa de Gobierno, la Presidenta ha cumplido, los territorios claman, es la recta razón del buen gobierno, se puede hacer con concentración y austeridad como se ha propuesto, se puede mejorar con control social, participación y exigencia de resultados. Basta ya. Voten y cumplan, dejen que los territorios desde «abajo» construyan un Chile más ancho, largo, diverso, dinámico y democrático. No más intendentes delgados de La Moneda. Invirtamos el poder y devolvamos soberanía a los que habitan el territorio.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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