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PPK y el Perú: una agenda para conectar con las expectativas ciudadanas

Verónica Sáez
Por : Verónica Sáez PeriodistaDoctor © en Ciencias de la Información
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Los inicios de Pedro Pablo Kuczynski (PPK) en el poder han generado una expectativa positiva. Los agentes productivos esperan un mayor dinamismo de la economía y la  ciudadanía, mejor calidad de vida. El reto es amplio en un país con marcadas desigualdades y pobreza significativa aún, pero el gobierno cuenta, a su favor,  con una agenda acotada, alejado de respuestas maximalistas. Eso sí, como no tiene una mayoría partidista que lo respalde, en el Congreso deberá negociar sus propuestas y atenerse, principalmente, a la mayoría fujimorista.

En las encuestas, el Presidente Kuczynski alcanza entre un 60% a 70% de aprobación popular, dependiendo del estudio (GFK, Ipsos, CPI, Datum). La élite económica también le da su confianza y la política, al menos, se muestra dispuesta a analizar sus planteamientos, aunque se trate de opositores. Esta favorabilidad transversal con la que parte PPK, significa una oportunidad para desarrollar políticas que aumenten el crecimiento –de los más significativos en la región– y aborden parte de las necesidades de sectores socialmente postergados.  Probablemente, no logre resolver grandes problemas, debido a las restricciones que impone el contexto económico internacional, pero sí aliviarlos.

El modelo extractivista seguido en Perú –como en varios países de la región– no ha permitido, hasta ahora, extender el goce de la riqueza a toda la población. Perú no termina de modernizarse y por eso este concepto aparece con frecuencia en el discurso del Presidente, explica el sociólogo y académico Manuel Castillo Ochoa. Por su parte, el economista y profesor Ismael Muñoz Portugal advierte que hay una brecha de inequidad entre lo rural y urbano que no se cierra, pese a las mejoras que se han introducido en los últimos años. La situación se reproduce, además, a través de otras brechas, como las de tipo étnico y cultural.

[cita tipo= «destaque»]En sus discursos, PPK ha hablado de “revolución social”. Si bien la meta parece alta para los tiempos de limitaciones económicas que corren, hay cambios focalizados que pueden generar alto impacto. En la agenda del nuevo gobierno destaca un ejemplo en esta línea: extender universalmente la dotación de agua de buena calidad.[/cita]

Es destacable que la pobreza monetaria se haya reducido en más de 23 puntos en el último decenio, pues en 2006 bordeaba el 45% y hoy llega a 21,8% de la población. Desafortunadamente, en algunos departamentos el porcentaje llega casi a 50%; se trata de regiones rurales que, paradójicamente, incluyen territorios desde donde se ha extraído riqueza minera (como Cajamarca, que es hoy la región más pobre del país). En zonas rurales, además, la presencia del Estado es débil en disponibilidad de servicios básicos, prestaciones sociales, conectividad, etc. “Los recursos de la minería han sido sumamente importantes, pero no están llenando ese vacío. Y no se llena únicamente con más dinero, sino con una sociedad más justa y con más Estado”, sostiene el sociólogo e investigador Gerardo Castillo Guzmán.

En sus discursos, PPK ha hablado de “revolución social”. Si bien la meta parece alta para los tiempos de limitaciones económicas que corren, hay cambios focalizados que pueden generar alto impacto. En la agenda del nuevo gobierno destaca un ejemplo en esta línea: extender universalmente la dotación de agua de buena calidad. “Vamos a impulsar el agua potable en todo el Perú y hacer que al final de nuestro mandato, en cinco años, todos los pueblos del Perú tengan agua potable”, ha señalado PPK.

Los estudios oficiales (Instituto Nacional de Estadística e Informática) indican que, en 2014, el 85% de la población urbana contaba con acceso a red pública de agua dentro de su vivienda, frente a 61,8% en el ámbito rural. El 23,7% de la población rural, en tanto, se abastecía directamente de ríos, acequias o manantiales. A igual fecha, el 79,3% de la población urbana tenía conexión dentro de la vivienda a la red pública de eliminación de excretas, mientras en el mundo rural el porcentaje llegaba al 14,7%; por su parte, un 22,1% de población rural no tenía ningún sistema de eliminación.

Para abordar esta y otras necesidades, el gobierno aspira a crecer, al menos, al 5% durante los siguientes años (se estima que este año lo haga al 4%). En la meta de crecimiento, el gobierno sitúa como un eje la formalización empresarial y laboral, pues permite ampliar la recaudación fiscal e integrar más sectores de la población a prestaciones sociales. En 2014, casi el 95% de la estructura empresarial estaba constituida por microempresas (Informe Estructura Empresarial, INEI), la mayoría de ellas informales. Esto se traduce en que, actualmente, más del 70% de la población económicamente activa no está formalizada.

Por cierto, hay otros temas que inquietan a la población, como seguridad ciudadana y corrupción, sobre los cuales el gobierno también tiene propuestas y medidas. Pero si, por lo menos, la administración de PPK logra unir crecimiento, formalización laboral y mayor acceso a servicios básicos, marcará una diferencia sobre el estado actual de cosas.

Kuczynski necesita hacer esa diferencia para mantener el respaldo popular –que no suele ser de largo aliento–, como una forma  de compensar la debilidad política con que llega al poder. Su partido, Peruanos por el Kambio, tiene 18 congresistas, frente a 73 de la oposición fujimorista, y debe su triunfo, en parte importante, a factores externos a su candidatura, como la movilización antifujimorista para evitar la llegada de Keiko al poder y el apoyo de la izquierda.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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