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No+AFP: Otra vuelta de tuerca

Por: Luis Alberto Machuca Mardones, Ingeniero Comercial, Magister PGE


Señor Director:

¿100 mil, un millón? La cifra exacta de quienes han asistido a las marchas NO + AFP no es relevante. El hecho es que se ha evidenciado un descontento generalizado respecto al tema de las pensiones. Lamentablemente, producto de una conducción extremadamente ideologizada y de la recurrencia abusiva a eslóganes populistas la discusión arriesga tomar un derrotero incierto.

Entre quienes marchan hay: a) personas que efectivamente trabajaron muchos años y están recibiendo o recibirán pensiones bajas, pero ¿por qué montos impusieron y por cuánto tiempo?; b) personas que han trabajado formalmente por poco tiempo y que por consiguiente tienen poco ahorro previsional. Percibirán pensiones muy bajas. ¿Podría ser de otra forma en tal caso?; c) personas que nunca han efectuado cotizaciones previsionales, que están recibiendo una pensión básica que encuentran insuficiente y que quieren que el Estado (o quienes aportarán de su sueldo al proyectado fondo común que se constituirá con todo o parte del 5% adicional) les dé más.

Me extenderé más sobre este último segmento de marchantes. Producto de las reformas previsionales ocurridas en la primera administración Bachelet, un número importante de personas que nunca cotizaron se vieron beneficiadas con el acceso a una mal llamada “pensión”. En rigor no es tal. Una pensión se alcanza producto de ahorros efectuados al efecto, bajo cualquier régimen previsional. Si no hay previsión mal puede haber pensión. Por consiguiente, en este caso lo correcto es hablar lisa y llanamente de un nuevo bono o subsidio. El caso es que este bono o subsidio puede incluso superar la pensión de una persona que efectivamente cotizó para tal efecto. Entonces, se genera un mensaje altamente equívoco: si tengo una remuneración imponible baja, mejor no cotizar. Total, de todas formas el estado me garantiza una “pensión”.

Así, por razones de efecto publicitario, de fines electorales, de satisfacción del clientelismo político, de populismo o lisa y llanamente de manejo conceptual equívoco de la temática previsional, se termina generando legislación y prácticas que desincentivan los esfuerzos de ahorro de una parte importante de la población. Me refiero a aquella parte que está constituida por personas que sí han efectuado ahorros para autofinanciarse una pensión, pero que estos resultan insuficientes, accediendo entonces a una pensión baja. No mísera, pero baja. Estas personas, clase media en general, quedan habitualmente excluidas de ayuda del Estado (no solo previsional) porque ahí entra a operar la “letra chica” de las distintas medidas implementadas para, con recursos públicos, mejorar las pensiones. Estas personas generalmente no marchan. Están ocupadas, trabajando para generarse lo que a otros les regalan.

El eslogan NO + AFP es altamente equívoco. Los “dirigentes sociales” que están tras las movilizaciones yerran si interpretan que los marchantes asisten mayoritariamente por compartir al pie de la letra el eslogan. La gente quiere mejores pensiones. Eso es distinto.

Pero, indudablemente ha habido también un grado no menor de responsabilidad en las propias AFP. Si no es así: ¿cómo es que una parte importante de la población ha llegado al convencimiento (o ha sido convencida) de que una mejor pensión es incompatible con la existencia de las actuales Administradoras? Las AFP tuvieron la peligrosa ventaja de contar con un lapso muy extendido de tiempo en el cual quedaron exentas de mostrar resultados: pensiones. En ese tiempo (desde 1981 hasta entrados los 2000) el énfasis comunicacional de las AFP estuvo centrado en la rentabilidad de los fondos (que en algunos períodos fue muy buena) y en la importancia y magnitud de las inversiones financiadas con los fondos recaudados. Fue un período muy cómodo. Demasiado, si consideramos además que las AFP tienen una ventaja única: cuentan con clientela cautiva. Hay Fonasa e Isapres; UES públicas y privadas; hospitales públicos y clínicas privadas. Pero en previsión no hay opción. Ahora ya es tarde para asumir una actitud más proactiva. Las AFP han debido colocarse a la defensiva y a estas alturas toda defensa parece sólo justificación. Es efectivo, no obstante, que al menos una administradora (Habitat) propuso en su momento algunas medidas parcialmente coincidentes con las que en estos días han surgido. Pero, ahora ello es ya solo una anécdota.

Adicionalmente, hay otro aspecto del funcionamiento de las administradoras que ya es muy público y respecto del cual muy posiblemente deban introducirse flexibilizaciones. Me refiero al rol de prestamista del sistema bancario y financiero que desempeñan las AFP. Los afiliados ya saben que con sus fondos las administradoras prestan dinero a una tasa x y que luego los bancos la prestan a los mismos afiliados a tasa varias veces x. Quizás será necesario introducir opciones que permitan a los afiliados pedir prestado su dinero directamente a las administradoras, por ejemplo. O poder retirar parte de lo ahorrado, bajo determinadas condiciones, etc.

No +AFP. ¿Y a cambio, qué? Un sistema de reparto, corean los marchantes. En dos generaciones más tendremos nuevos marchantes portando pancartas No + Reparto. Entre medio se habrán producido todo tipo de abusos, pensiones radical-socialistas incluidas, al amparo de un sistema que, para funcionar correctamente, requiere una administración del Estado altamente eficiente y profesional, muy lejano a lo que en Chile tenemos. En nuestro país, la administración del Estado ha evidenciado ser un botín político. Las pensiones pasarían a engrosar ése botín.

El desafío entonces, es equilibrar. Las AFP subsistirán y seguramente mejorarán su gestión. El Estado podrá incursionar en el negocio con su famosa AFP estatal. Ya veremos cómo funciona. Pero, para lo que no hay espacio, es para populismos descontrolados ni para improvisaciones. Ya hemos sido testigos, en estos últimos años (y antes también, en otros períodos de nuestra historia) de hacia dónde conducen. Corresponde a todos los actores involucrados generar mejoras y soluciones, sin que ello implique postergar los temas pendientes pero además sin ceder a presiones inconducentes.

Luis Alberto Machuca Mardones, Ingeniero Comercial, Magister PGE

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