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Gracias, Cristina Kirchner


Querida Cristina, quise escribir antes de la elección presidencial y también después, pero ahora no quiero dejar pasar más el tiempo. Ahora que te vas, solo quería decirte una cosa: gracias.

Permíteme que me presente: soy Marco, periodista chileno, que tuvo el privilegio –sí, el privilegio– de vivir en la Argentina entre 2003 y 2011. Llegué por amor y desencantado de mi país, y me encontré con otro que me acogió y donde fui feliz. Y tú, permíteme que te tutee, y Néstor, claro, tuvieron mucho que ver con eso.

Porque hasta entonces yo, una persona siempre interesada en la política, nunca me había sentido identificado con un gobierno. Porque hasta entonces solo había conocido gobiernos serviles, despreciables, traidores, al servicio de los empresarios, temerosos de los militares, cómplices de la impunidad y muy desmemoriados, y porque el vuestro fue todo lo contrario a todo eso.

Gracias a ustedes recuperé mi fe en la política. Me di cuenta de que efectivamente era posible que las cosas fueran diferentes. Hubo cosas que yo soñaba para mi país –y que sigo soñando– y que ustedes hicieron realidad. ¡Y son tantas! Estatizar las AFP, hacer juicios y poner en cárcel común a los asesinos de la dictadura, enfrentar a Estados Unidos y fomentar la hermandad latinoamericana, crear más universidades públicas y gratuitas para los más humildes, establecer el matrimonio igualitario y un ingreso mínimo universal para todos los ciudadanos, impulsar la negociación colectiva para los trabajadores, apoyar a los científicos, la recuperación de YPF, la regularización de centenares de miles de inmigrantes… En resumen: rechazar explícitamente y en los hechos el abyecto neoliberalismo que tanto padecemos en Chile.

[cita tipo=»destaque»] Fuiste un ejemplo de inteligencia, de coraje. En un ambiente donde abundan los políticos cobardes, mostraste coraje, voluntad y tesón, y la misma pasión por defender la patria que se llevó a la tumba a tu marido, cuya muerte lloré porque sentí que me quedaba sin padre, sin el hombre que nos defendía de los grandes poderes económicos.[/cita]

Y qué decir en mi área, las comunicaciones: impulsar una ley de medios para que estén al servicio del pueblo y no de los grupos económicos, hacer un canal público de lujo (incluido el gran programa de debate 678, al cual pude asistir como público) y sus múltiples canales culturales (Encuentro, Paka Paka), crear un diario (Tiempo Argentino) y enfrentar y desenmascarar a los grandes monopolios periodísticos…

En fin, no te diré yo los logros de los cuales con seguridad tienes conciencia, al igual que la mitad de Argentina que votó vuestro proyecto en la segunda vuelta, en el que no perdió el Frente para la Victoria, sino Argentina. Pero, bueno, la voluntad popular es sagrada.

Fuiste un ejemplo de inteligencia, de coraje. En un ambiente donde abundan los políticos cobardes, mostraste coraje, voluntad y tesón, y la misma pasión por defender la patria que se llevó a la tumba a tu marido, cuya muerte lloré porque sentí que me quedaba sin padre, sin el hombre que nos defendía de los grandes poderes económicos. Tu carisma, tu capacidad de hablar sin leer un discurso del papel, tu carácter fortísimo, a muchos nos muestran un camino. ¡Tu claridad! ¡Nunca fuiste ambigua!

Seguramente cometiste errores, pero somos humanos. Ni tú ni Néstor, jamás, nunca, tomaron una medida contraria a los intereses populares, al contrario. Es algo que personalmente, y estoy seguro que muchos otros, siempre valoraremos. Te acusan de enriquecimiento, pero lo hacen porque no defendiste los intereses de las grandes empresas. Si no, seguro te celebrarían.

Ahora te vas. Estoy seguro que muchos (no todos, claro) de los que te criticaron, ahora te van a extrañar. Algunos innombrables vejaron tu nombre, pero debes estar consciente de que somos miles, si no millones, los que te queremos. Cualquier decisión que tomes ahora la apoyaré, ya sea seguir en la política o retirarte, porque confío en ti, y créeme, hay muy pocos políticos que merecen mi confianza.

Te mando un abrazo

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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