Publicidad

Distorsiones del Ranking Universitas

Juan Manuel Zolezzi
Por : Juan Manuel Zolezzi Profesor Titular Departamento de Ingeniería Eléctrica, Facultad de Ingeniería Ex-Rector Universidad de Santiago de Chile
Ver Más


Por cuarto año consecutivo, el estudio que presenta El Mercurio y el Grupo de Estudios Avanzados Universitas intenta posicionarse como el principal ranking de calidad de las universidades chilenas. Y su aparición es en momentos coyunturales para la toma de decisiones, por parte de los estudiantes que desean ingresar a las universidades chilenas.

Tomando en cuenta la visión generalista de este estudio, nos vemos en la obligación de aclarar que los criterios e indicadores utilizados no reflejan con exactitud la real dimensión del concepto de calidad de la educación superior con el que se dice trabajar. Por lo mismo, nos extraña la tribuna que ha recibido y los comentarios sobre sus alcances, sin cuestionamientos de fondo.

Este año la Universidad de Santiago de Chile se ubica en el 15° lugar de la lista, tres lugares más abajo que el año anterior. Asimismo, desciende del 5° al 6° lugar en el subranking de Universidades de Investigación y Doctorados.

Y aquí aparece la contradicción vital con rankings internacionales, reconocidos y respetados por ser los principales referentes de calidad a nivel mundial, como es el caso, por ejemplo, del Times Research o QS. Es en este último ranking, donde la Universidad de Santiago es reconocida nacional e internacionalmente por sus altos estándares de calidad, ubicándose en tercer lugar a nivel nacional, en tanto, a nivel mundial, se ubica en el tramo 451-460 (son 800 universidades) superando a universidades como la City University of New York, Universidad de Bielefeld (Alemania), Universidad de Houston y a la University of Massachusetts, entre otras.

¿Cómo se explican estas diferencias entre un ranking y otro? Simplemente, porque se asigna preponderancia a indicadores incorrectos como el Aporte Fiscal Indirecto (AFI).

[cita tipo»destaque»] Observamos en este ranking, una comprensión acotada y meramente técnica de la educación, con énfasis en indicadores de eficiencia –que si bien son parte de los atributos del quehacer de las universidades– tienden a imponer un modelo respecto a lo que debemos esperar de la Educación Superior y a ocultar los valores fundamentales que la sustentan.[/cita]

A pesar de que cada vez hay más consenso respecto de la regresividad del AFI (planteamiento que sustentan durante años entidades nacionales e internacionales), el ranking Universitas aún lo considera como un indicador válido para medir la “Calidad de los Estudiantes” y “castiga” a las universidades que logran una mayor inclusión y diversidad de estudiantes.

A todas luces, es más fácil educar a un estudiante con capital cultural y con todos los privilegios de nuestra desigual sociedad chilena, que a otro talentoso y esforzado, pero sin las mismas posibilidades. Esto da como resultado para los primeros, un alto puntaje PSU y recursos adicionales para la universidad en que se matriculó y, en el segundo caso, todo lo contario.

Es lo que ocurre con nuestra Casa de Estudios estatal y pública. Por ejemplo, desde 1992 hasta 2004 (año en que se suprimieron todas las bonificaciones por mandato de Cruch, y cuando el ex rector Rosso era miembro en aquella época), nuestra universidad bonificaba con 5% sobre el puntaje ponderado, al 15% de los mejores estudiantes provenientes de colegios municipalizados. La principal consecuencia de esta medida ha sido desplazar a algunos postulantes que son sinónimo de AFI y, por tanto, reducir nuestro presupuesto de mil setecientos millones de pesos a mil cien millones de pesos (desde 1992 a la fecha). No obstante, la matrícula es similar a la distribución total de estudiantes que rinden la PSU, logrando una mayor integración social en línea con nuestra misión.

Cabe destacar que, a partir del 2012, el Cruch reconoció la valía de nuestra postura y gracias a ello, ponderamos en un 40% el Ranking de Notas.

Cuando Universitas intenta medir la calidad de los académicos, también se equivoca. Según la dimensión metodológica usada, la valoración de un académico que tiene más de media jornada es equivalente a la de un académico con doctorado. Es decir, un plantel cuyo 100% de académicos cumple más de media jornada, recibe el mismo puntaje que otro, cuyos académicos con más de media jornada son doctores. Internacionalmente, lo aceptable para este tipo de rankings es usar el porcentaje de Jornadas Completas Equivalentes (JCE) y no el número de personas; e, igualmente, diferenciar la calidad formativa de los integrantes del cuerpo académico.

También nos parece contradictorio medir la eficiencia de las universidades y su proceso formativo en función del número de estudiantes por profesor (a mayor cifra, ¿es de mejor calidad?). Insistimos, rankings como QS y Times utilizan la medida inversa para reflejar una educación más personalizada y cercana a los estudiantes.

El Ranking Universitas también distorsiona la medición de calidad que está asociada al Gasto por Alumno y a los años de acreditación que ostenta una institución. Si bien una universidad acreditada puede obtener más recursos y, por consiguiente, gastar más en sus estudiantes, no siempre este gasto significa una mejora en la gestión institucional. Es muy distinto cuando una universidad invierte en una mejor infraestructura, que cuando la inversión está orientada a publicidad y marketing con el fin de incrementar la matrícula.

En consecuencia, nos resulta más que discutible la posición que obtiene la Universidad de Santiago en el Ranking Universitas, puesto que no se condice, ni representa a una institución con seis años de acreditación CNA (hasta el año 2020), en todas las áreas, tanto obligatorias, como optativas.

Observamos en este ranking, una comprensión acotada y meramente técnica de la educación, con énfasis en indicadores de eficiencia que –si bien son parte de los atributos del quehacer de las universidades– tienden a imponer un modelo respecto a lo que debemos esperar de la Educación Superior y a ocultar los valores fundamentales que la sustentan.

En la Universidad de Santiago de Chile optamos por la inclusión y seguiremos por esta misma senda, pues concebimos la educación como un bien público.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias