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El Gobierno y la crisis ética

Por: Andrea Balbontín


Señor Director:

Uno de los grandes problemas a los que se ha visto enfrentado el actual Gobierno radica en una profunda crisis ética, frente a los tres casos que crearon caos dentro de la sociedad: Penta, Caval y SQM.  Dada la transversalidad de los involucrados y afectados, por todos conocidos, el dilema ético presentado desde la Moneda tiene su persistencia en antecedentes no sólo complejos para quien está al mando de la Nación sino para los sectores políticos,  tanto del oficialismo como de la oposición Sus efectos se han traducido en una merma a la credibilidad, dada la falta de transparencia en los debidos procesos y en una suerte de protección hacia aquellos que complican el status político desde el oficialismo.

El Gobierno desde la perspectiva del caso Penta, perdió todo sentido de objetividad y de mantenerse al margen de los asuntos que competen a tribunales, emitiendo declaraciones que van más allá de quienes gobiernan para todos los chilenos.

Situación distinta vemos con el surgimiento del caso Caval, donde la afectada directa es la Presidenta de la República. El mal manejo comunicacional implicó, finalmente, una desacreditación no sólo de su mandato como jefa de Estado sino como persona. Como sabemos, una de las grandes razones de su triunfo electoral, al margen de la poca convocatoria a las urnas, fue, precisamente, su carisma.

El pésimo manejo comunicacional, con negativas, evasiones, incluso silencios muy desafortunados y las posteriores admisiones, sólo vino a complicar más aún la débil señal de confianza, ya mermada por otros factores, respecto de un gobierno que presenta una agenda programática desfavorable al país. Confluye en ello la larga lista de parientes con cargos de representación pública (nepotismo) y un pariente directo involucrado en asuntos económicos de dudosa ética y moral, sumado a la intervención poco afortunada de Andronico Luksic. Así, desde las comunicaciones, el Gobierno se ha presentado de modo tardío, con ausencia de transparencia y objetividad.

Finalmente, en el caso SQM, el escenario no es muy distinto, dada la transversalidad de los involucrados. Desde esta perspectiva, el manejo desde el Gobierno se ha visto muy contrario al mismo presentado con el caso Penta, lo que ha llevado a la ciudadanía a perder absolutamente la confianza en la palabra de la Presidenta, de sus ministros y de los políticos en sentido transversal

En resumen, el manejo desplegado por el Gobierno ha generado la reprobación e indignación ciudadana al quedar evidenciado que es imposible confiar en quienes están ampliamente involucrados en participaciones aparentemente ilícitas, por un lado, y al perder la neutralidad con emisiones de opiniones altamente reprobables, cuando se trata de intervinientes de oposición.

Andrea Balbontín

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